En este sentido, en su escrito alerta del riesgo de que la ilusión de la lotería se convierta en una obsesión y analiza en su post los comportamientos de los jugadores de lotería, y muy especialmente, de la Lotería de Navidad, y distingue dos claras actitudes: “los que se realizan por tradición, ya sea fotocopiar décimos para repartir ilusión o hacer colas de dos horas en las famosas administraciones loteras”; y “otros comportamientos incitados por un cierto miedo, como cuando compramos el décimo de la empresa para no ser los únicos que no descorchen el champán… y así abrimos la veda con la participación del gimnasio, la del bar de la esquina, la parroquia o la del equipo de fútbol de nuestras hijas. Tendremos cuidado de que la ilusión no se convierta en una especie de obsesión”, afirma el psicólogo del hospital Vithas Fátima.
Del mismo modo, señala que el pensamiento más común es “la idealización de lo maravillosa que se tornará nuestra vida con el boleto premiado en nuestras manos. Si bien un pequeño pellizco puede mejorar nuestra calidad de vida, no parece que la felicidad vaya atada a una buena suma de dinero”, sentencia Santamaría.
El 65% de los premiados, infelices
En su post -titulado, “todo con moderación, incluida la lotería, es más beneficioso”- el psicólogo repasa incluso las consecuencias de obtener un premio más o menos suculento en el sorteo de la Lotería Nacional que más expectación despierta de todo el año.
Así, alude a estudios en los que se pone de manifiesto que “las personas que ganaban muchos millones, pasados seis meses no eran más felices que antes.
Al igual que los accidentados de tráfico que sufrían parálisis en sus extremidades no eran tan desdichados pasado este periodo de tiempo. Una vez pasada la sorpresa o el susto inicial, los humanos nos habituamos”, explica Pedro Santamaría.
De hecho, hasta el 65 por ciento de los agraciados con grandes sumas, estaban 15 años después arruinados, y “se declaraban en gran medida infelices”. “Estas personas perdían interés por los pequeños placeres cotidianos. Además, los lujos de los que disfrutaban no llenaban su vida, esperaban siempre algo más espectacular de acuerdo con lo que habían imaginado. Por último -continúa Pedro Santamaría-, añoraban su vida pasada, incluso verbalizaban que los millones le habían arruinado la vida”. Cita, también, otro estudio que refleja el caso de dos pacientes diagnosticadas por depresión tras haber ganado la lotería, un hecho que estuvo relacionado con el desarrollo de su trastorno.
Un tercer estudio analizó los casos en los que el premio obtenido era inferior a los 150.000 euros. En este caso, existía “un deseo de anonimato y aparecía un miedo a la envidia de los demás”, y concluía, también, que “mientras las personas mayores tendían a hacer gastos más conservadores, los jóvenes seguían un patrón de gasto más impaciente”. “No obstante -añade Santamaría- muchos de ellos ganaban en bienestar”.
El dinero puede dar bienestar, pero no felicidad
El psicólogo del Hospital Vithas Fátima de Vigo añade que “es cierto que existe la idea de que la lotería puede hacer realidad nuestros sueños”, algo que explota la publicidad. Sin embargo, “la felicidad reside en un sentimiento dentro de un estado ánimo cambiante, pero valorado en general como positivo. Considero que soy feliz pese a mis momentos bueno y malos”, sentencia.
En este sentido, Pedro Santamaría apunta a que “el evento, el momento, es el que marca la idea de felicidad. Soñamos tener momentos buenos que ayuden a nuestra felicidad, pero nunca es el objeto en sí el que lo logra”.
“El dinero puede dar bienestar, pero no felicidad”, sostiene el psicólogo del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima, que concluye su escrito diciendo que “parece que todo, incluido el premio de la lotería, con moderación, es más beneficioso. Y al final de este día, como cada año, lo más importante es tener salud”.