Este 31 de mayo se celebra el Día Mundial Sin Tabaco en todo el mundo. Una efeméride anual que trata de informar a la población acerca de los peligros y riesgos para la salud que supone el consumo del tabaco. Una lucha que la OMS tiene contra las empresas tabacaleras desde hace años para reducir la epidemia del tabaquismo y reivindicar el derecho a la salud y a una vida sana, y también proteger a las generaciones venideras.
Este 2024, con el lema “Proteger a niños y niñas de la interferencia de la industria tabacalera”, los jóvenes piden a esta que deje de atacarlos con productos que son perjudiciales para la salud, y que los gobiernos adopten políticas para protegerles de estas prácticas manipuladoras que tan presentes están en redes sociales y plataformas de transmisiones en continuo.
Lo cierto es que, la publicidad directa que la industria tabacalera lleva ejerciendo durante décadas, funciona como un lavado de cerebro. El sostener un cigarrillo entre las manos y expulsar el humo por parte de las grandes estrellas del cine, que reflejan glamour, elegancia, éxito, belleza, sensualidad y asertividad, hace que el tabaco cobre un protagonismo asociado con unos valores que nada tienen que ver con la realidad.
El tabaquismo tiene de todo menos sensualidad y belleza. Las tremendas consecuencias que fumar tiene para nuestra salud —a parte de un elevado riesgo de infarto y cáncer de pulmón—, produce signos visibles en nuestro aspecto físico como el mal aliento, dientes y dedos amarillos, arrugas y envejecimiento de la piel, deterioro del cabello… Además, psicólogos demuestran que detrás de la adicción al tabaco se esconde una gran ansiedad y una evasión a los problemas. Por lo tanto, nada tiene que ver con la imagen de liderazgo y seguridad que se muestra tras las pantallas o revistas.
Fumar no solo afecta a quien mete el pitillo en la boca, sino a los que están a su alrededor. Se ha demostrado que los niños fumadores pasivos padecen un 70% más de infecciones de las vías respiratorias que los no expuestos al humo de tabaco, presentando además un mayor riesgo de padecer otitis purulentas crónicas, faringitis y amigdalitis
Aún conociendo todas las consecuencias que supone el tabaquismo, el ser humano sigue enganchado a este hábito. Su publicidad engañosa está tan metida en nuestra psique, que se ha convertido en un hecho. Cabe destacar que el tabaco está normalizado y por ello, pasamos por alto que se trata de una droga como cualquier otra y, además, una de las más difíciles de dejar.
El hecho de que en muchos lugares ya no se pueda fumar y la subida de su coste en los últimos años, ha conseguido disminuir en cierta medida su consumo. También existen técnicas psicológicas eficaces que ayudan a dejar de fumar, pero los que han iniciado este paso aseguran que es duro y requiere de gran valentía superar el síndrome de abstinencia con éxito. A pesar de que el tabaquismo haya disminuido, aún supone un reto mayúsculo en el presente. Por ello, es importante concienciar a los más pequeños de sus riesgos y poner fin a un hábito normalizado que destruye la salud.