El cambio climático es, sin duda, un tema de actualidad que nos preocupa. Una cuestión que afecta de manera permanente la salud a nivel mundial. El miedo a este fenómeno ya ha sido detectado por los psicólogos y englobado dentro de la denominada «depresión climática» o «ecoansiedad», pues cada vez más personas se sienten ansiosas ante la toma de decisiones para su futuro.
En los últimos años se ha observado un gran incremento de la contaminación por causa de varios factores: medios de transporte, crecimiento industrial, uso de químicos y pesticidas, desechos industriales y domésticos, deforestación, combustibles fósiles… Son múltiples las causas que han provocado que el llamado «Apocalipsis climático» se adelantara. Sus señales son obvias y visibles a nuestros ojos a través del aumento de las temperaturas y fuertes cambios meteorológicos que estamos experimentando en el presente. Existe un alto porcentaje de pesimismo mundial sobre el medioambiente. Este hecho ha sido valorado por la Organización Mundial de la Salud y advierte de que sus consecuencias no solo afectan en el bienestar físico de las personas, sino también en el mental.
A la OMS se suman varios investigadores de distintas universidades que evalúan la forma en la que el cambio climático afecta de forma directa al bienestar de la humanidad y hace peligrar la continuidad de la especie. Precisamente, el estado del ambiente es determinante para nuestra calidad de vida y evitar la extinción. Una amenaza que se estima en aumento y por ello la ansiedad, la depresión, el dolor o las conductas suicidas de muchos jóvenes y personas vulnerables tengan algo que ver con la incertidumbre del futuro de la humanidad. Los expertos lo denominan ecoansiedad.
La salud mental no es consecuencia solo de los desastres naturales que puedan surgir, sino también de los cambios graduales que va sufriendo el planeta. El aumento de las temperaturas, además de asociarse con mayores golpes de calor y muertes, también provoca insomnio, irritabilidad, agresividad e incluso violencia. Las ciudades o localidades con mayores temperaturas tienden a mostrar mayores casos de violencia que las regiones más frías.
Por tanto, el cambio climático afecta la salud mental de múltiples formas. Hecho que debe tenerse en cuenta a nivel gubernamental, además de la necesidad de contribuir cada habitante —de forma personal— en la mejora del medio ambiente y calidad de vida con las alternativas que se ofrecen y estén a su alcance. Es importante establecer cualquier medida, por pequeña que sea, para evitar que la ecoansiedad sea un factor relevante para un futuro demente e incierto.