Cuando algo nos duele o lastima no siempre tenemos las herramientas necesarias para gestionarlo, especialmente cuando las emociones no se reconocen o, como en el caso de las personas introvertidas, cuesta exteriorizar los sentimientos y desahogarse con alguien. Por eso, a través del baile se pueden expresar todos esos sentimientos reprimidos, soltar pensamientos dañinos, preocupaciones y cualquier inquietud que no nos permita avanzar o estar en paz.
Si hacemos un viaje hacia el pasado, podemos encontrar la danza desde los primeros tiempos de nuestra existencia. El hombre primitivo la utilizaba como forma de expresión y comunicación, tanto con otros seres humanos como con las fuerzas de la naturaleza que consideraba divinidades. Los primeros movimientos rítmicos o danzas sirvieron para celebrar distintos rituales como: nacimientos, defunciones, guerras o la fecundidad de la tierra y la mujer. Toda una serie de celebraciones que se convirtieron en liturgias tradicionales y que pasaron de generación en generación.
Es normal que el baile se convirtiera en una de las artes más importantes en las civilizaciones antiguas y, que a día de hoy, esté considerado un arte y forme parte de nuestra cultura. Pero más allá de eso, bailar tiene una serie de beneficios para la salud.
A través del baile se puede tonificar los músculos, eliminar dolencias, mejorar el equilibrio y la coordinación, liberar el estrés y la ansiedad, favorecer el rendimiento cardiovascular, quemar calorías y mejorar nuestra condición física. Aunque, no solo mejora nuestro cuerpo.
Según los psicólogos, el lenguaje no verbal tiene la misma importancia que el lenguaje verbal, y cuando el cuerpo incursiona en actividades que requieren bastante movimiento, se producen cambios en el cerebro que promueven la salud mental. Distintas áreas del mismo liberan dopamina y endorfinas, que son los neurotransmisores encargados del bienestar, el placer y la alegría. El baile ayuda a desarrollar la creatividad y divertirse, a trabajar la memoria y las habilidades cognitivas y a gestionar emociones reprimidas.
Se ha demostrado que las personas que practican baile de forma habitual, aprenden a trabajar mejor en equipo, eliminan prejuicios, quitan miedos y consiguen soluciones a los distintos problemas. Permiten conocerse mejor a sí mismos y, por lo tanto, logran gestionar situaciones y emociones de forma asertiva. Así que, cuando no se sepa cómo aliviar la ansiedad o el estrés y/o resolver los contratiempos que se presentan día a día, el baile puede ser una gran terapia.