A pesar de que el cáncer es una de las experiencias más dolorosas de soportar por todas las connotaciones que alberga y su estado de incertidumbre, es importante mantener la serenidad, especialmente por parte del círculo de apoyo en torno a la persona diagnosticada de dicha enfermedad. La actitud de aquel juega un papel relevante a la hora de enfrentarse a esta dura prueba y superarla.
Los índices de supervivencia han mejorado en los últimos años gracias al avance de los tratamientos oncológicos y un diagnóstico temprano. Ya son algo más de millón y medio de personas en España las que han llegado a superar la enfermedad. Sin embargo, su incidencia dentro de la población sigue siendo muy alta, de hecho la Organización Mundial de la Salud advierte de un incremento. Se estima que hacia el año 2030 se alcancen los veintidós millones de diagnósticos frente a los catorce millones actuales. Esta realidad abrumadora será un problema que muchas personas y allegados de estas deberán afrontar.
Cáncer se trata solo de una palabra, pero que hace temblar con solo ser pronunciada. Una enfermedad que llama a nuestra puerta o a la de algún ser querido sin previo aviso, pero cuando lo hace ya nada vuelve a ser como antes. El pavor acompañado de ansiedad e incertidumbre es inevitable hasta para la persona más positiva.
Algunos consiguen superarlo, otros lamentablemente no, pero tanto los unos como los otros se enfrentan a una batalla que requiere de mucha valentía. Hablamos de héroes que luchan contra un monstruo que está atacando sus células y que, como en las grandes historias épicas, unos matan al rival y otros perecen en el campo de batalla con coraje. Tanto para la persona diagnosticada de cáncer como para sus seres queridos, quizás, sea una de las pruebas más difíciles que puede experimentar el ser humano.
La experiencia traumática que define el cáncer, se convierte en un estímulo para el crecimiento personal de aquellos que lo superan como en el caso de la viguesa María Sánchez, hija de una superviviente de esta enfermedad. Tanto a la madre de María como a ella el cáncer les ha hecho ver la vida de distinta manera. En la entrevista que concedió a VIGOÉ, el año pasado, dio algunos consejos a las familias que están pasando por una situación de este tipo. «Que sean fuertes y que confíen en los profesionales de la salud, que nunca hay que perder las esperanzas. Pero lo más importante, que la persona enferma no vea la tristeza de sus familiares, ya que el 50% de la cura depende de un entorno favorable y optimista (también de las ganas de vivir del enfermo, por supuesto). Por eso es fundamental darle todo el cariño que se pueda, el amor es la mejor terapia y superación que uno mismo pueda tener».
En base al testimonio anterior y a otros que han vivido la misma experiencia, está claro que de una forma o de otra el cáncer cambia la vida y su forma de valorarla tanto para el afectado como para su entorno. Se podría decir que no solo son supervivientes las personas que han superado la enfermedad, también lo son sus familiares, amigos y seres queridos que han estado acampándole en el proceso mediante cuidados y apoyos con el ingrediente más importante, el amor.