Lo ideal sería dormir al menos 7 horas al día, sin embargo ¿a quién no le ha ocurrido alguna vez que se ha acostado y se ha pasado la noche dando vueltas en cama sin poder conciliar el sueño? El insomnio es el trastorno del sueño más común en la población adulta, no obstante se trata de un síntoma que por sí solo no desencadena un problema grave, más bien remite a otro que está más allá y que puede ser físico, mental o emocional.
Debemos tener en cuenta la severidad del insomnio, si se da ocasionalmente y la repercusión es baja en la calidad de vida de la persona que lo padece sería algo leve y pasajero que no tendría mayor trascendencia; pero si se prolonga en el tiempo y produce un incremento de irritabilidad, ansiedad y afecta en su rutina diaria estaría enfrentándose a algo más difícil que sería conveniente valorar.
Uno de los principales motivos que causan dificultad para conciliar el sueño durante la noche son los hábitos diurnos, especialmente los previos antes de acostarse. Es muy importante evitar algunos que se citan a continuación:
- La ingesta de alimentos y bebidas tóxicas o estimulantes. Las cenas copiosas, café, té, tabaco, alcohol, azúcar o cualquier otro que sea difícil de asimilar para el organismo desacelera nuestra digestión y altera nuestro sistema nervioso.
- El sedentarismo. Realizar alguna actividad física o deporte durante el día hace que el cuerpo consuma más energía y tenga mayor necesidad de descanso por la noche.
- El estrés. Las pantallas del móvil, ordenadores, televisiones… causan estrés antes de dormir, sobre todo ver violencia o terror. También, discutir con algún familiar o amigo, pensar en los problemas laborales o cualquier otra situación de dificultad que estemos atravesando antes de cerrar los ojos, es motivo suficiente para tener un pésimo descanso y no pegar ojo. En estos casos es imprescindible relajarse mediante la lectura de un libro, la meditación o simplemente la realización de afirmaciones positivas antes de dormir.
Sin embargo, hay personas que sin seguir estos hábitos consiguen un descanso de calidad, y otras en cambio cumpliéndolos no lo consiguen. Si hacemos una evaluación profunda de estas últimas lo más probable es que vivan en un estado de inseguridad y exista un miedo profundo en sus vidas.
Biológicamente, la noche supone un momento de indefensión. Mantenerse despiertos puede ser una buena razón para estar alerta. Recordemos que el inconsciente no distingue lo real de lo simbólico. Seguramente haya algo en la vida de aquellos que no duermen que debe ser evaluado, reflexionado en profundidad y gestionado, y que el cuerpo les está pidiendo a gritos hacerlo, sin embargo por cobardía, victimismo, autoengaño, justificación… evitan tomar acción para no salir de su zona limitante. Hay un montón de razones relacionadas con el insomnio, pero viéndolo desde una perspectiva biológica y adaptativa es mucho más fácil llegar al origen emocional y su posible solución.
Aprender a lidiar con nuestros conflictos emocionales durante el día permitirá dormir por la noche con los deberes hechos. La tendencia a querer controlarlo todo, especialmente los problemas, sin entender para qué suceden o qué aprendizajes encierran, hace que la mente esté agitada y en continua vigilia. Aceptar la situación tal y como es y soltar el control es una de las formas más adecuadas para comenzar a gestionarlos correctamente y tener un descanso de calidad.
Recordemos que la falta o mala calidad del sueño puede acabar provocando irascibilidad, falta de concentración, desorientación, pérdida de memoria, cefaleas, etc. Por ello es fundamental un descanso de calidad para mantener un buena salud física y mental, conservar la energía y permanecer despiertos durante todo el día haciendo que nuestro rendimiento sea productivo y estado de ánimo positivo.