La anorexia es una adicción a la nada en la que no se busca llenarse, sino vaciarse. Un rechazo a la vida que se refleja en el castigo al cuerpo mediante la desnutrición. Las personas que lo sufren se encuentran en un estado de tristeza, malestar, insomnio e inestabilidad permanente. Se aíslan y esconden por considerar que la imagen física que muestran no es agradable.
Mayoritariamente afecta a adolescentes del género femenino, aunque cada vez se está volviendo más común entre el masculino. Por un lado, se esconde el miedo a convertirse en adultos. La mente genera un rechazo a la feminidad o masculinidad, sin aceptar la transformación que supone el cambio físico. Por otro lado, los falsos estereotipos fijados en la sociedad sobre la delgadez, dictan la creencia en algo ficticio.
La televisión, revistas, Internet,… representan la delgadez como símbolo del éxito y la felicidad. Fijan un canon de belleza basado en likes y seguidores que, de no cumplirse las expectativas, las personas son consideradas feas, con sobrepeso y unas fracasadas; sin embargo, es conveniente recordar que la realidad no coincide con lo que se muestra en las pantallas o revistas. Los retoques estéticos e imágenes adulteradas de modelos que representan un mundo irreal, hacen mucho daño a la autoestima de los adolescentes, que están fijando su personalidad. El vivir en una sociedad donde predomina el narcisismo y el culto al cuerpo genera una gran frustración y trastorno obsesivo compulsivo, que hace que los casos diagnosticados de anorexia sean mayores.
Es importante hacer hincapié en el riesgo que supone. No se trata simplemente de un trastorno alimenticio, sino de todo lo que conlleva, como son: la ingesta de laxantes, ayudas dietéticas para adelgazar, pérdida de densidad mineral ósea, anomalías en las constantes vitales, alteraciones menstruales, cambios en la personalidad, depresión… Un sinfín de consecuencias que pueden desencadenar en la mortalidad o en el suicido. Y es que funciona como un círculo vicioso donde la persona necesita constantemente vaciarse y quedarse limpia.
Si los padres o el colegio detectan alguna señal de alarma, lo más conveniente es ponerse en contacto cuanto antes con el pediatra o médico de familia para valorarlo. Iniciar el tratamiento correspondiente de forma precoz es importante para la superación del trastorno alimenticio. Para nada es aconsejable pensar que se trata de algo pasajero de la pubertad y que se solucionará solo. Cuanto más tarde se actúe, mayores serán las repercusiones y secuelas.
Aparte de ayudar a los adolescentes con anorexia de forma profesional con los tratamientos adecuados, es fundamental comprenderlos y no juzgarlos. Los padres, profesores y círculo más próximo, a veces, adoptan una postura poco favorecedora. Se comportan como detectives, cuestionando constantemente lo que han comido o dejado de comer. En lugar de eso, lo ideal sería crear un clima de confianza donde les permitan manifestar sus emociones y preocupaciones. Que los jóvenes puedan sentir que, más allá de ser un foco de problemas, también son valorados y se preocupan por ellos.
Recordemos que la anorexia es un rechazo a uno mismo, y que lamentablemente el mundo virtual donde se manejan los jóvenes realza ese estado mediante el bombardeo de fotos ilusorias para inculcar un tipo de creencia. Por lo tanto, solo en el entorno más cercano, la persona que padece anorexia puede encontrar ese aliento que le devuelva la autoconfianza y las ganas de vivir.