Los intolerantes a la lactosa están de enhorabuena en los últimos tiempos. Lo que comenzó hace años con una tímida introducción en el mercado de la leche sin lactosa, se ha convertido en una tendencia entre los productores de derivados lácteos.
La variedad de derivados de la leche que no contienen lactosa crece a un ritmo acelerado: batidos, natas, yogures, natillas e incluso quesos sin lactosa cubren los estantes de los supermercados, para disfrute de quienes sufren ese trastorno digestivo.
Pero ¿cuál es el mecanismo que ha permitido esta pequeña revolución láctea?
Cómo se elabora la leche sin lactosa
El método de elaboración de la leche sin lactosa es muy simple: a la leche sin tratar se le añade lactasa. Esta enzima, presente en nuestro aparato digestivo, descompone la lactosa en glucosa y en galactosa.
Por tanto, la leche tratada de esta forma ya no contiene lactosa, porque esta ha sido convertida en galactosa y en glucosa.
El proceso bioquímico es idéntico al que sucede durante la digestión de la leche con lactosa: en el intestino delgado, nuestra propia lactasa se encarga de reducir la lactosa a glucosa y galactosa, tras lo que estos dos nutrientes son absorbidos por el organismo.
Por qué este tipo de leche es inocua para los intolerantes a la lactosa
Los intolerantes a la lactosa sufren un déficit de producción de lactasa, por lo que la lactosa no es digerida y pasa al intestino grueso, en el que sirve de nutriente a diversas bacterias.
Son las toxinas generadas por el ciclo de nutrición de esas bacterias las que producen los trastornos gastrointestinales que sufren los intolerantes cuando ingieren leche con lactosa.
Como en la leche sin lactosa esta ya ha sido previamente descompuesta en glucosa y galactosa, cuando la persona con intolerancia a la lactosa la ingiere, estos dos nutrientes son asimilados directamente en el intestino delgado.
Es decir, al intestino grueso no pasa lactosa no digerida, con lo que se evita la actividad bacteriana que origina los trastornos y molestias característicos de la intolerancia.
Beneficios de incluir lácteos sin lactosa en la dieta
Además de alto su valor nutricional, los productos sin lactosa aportan otros beneficios adicionales:
- Se garantiza el suministro al organismo de galactosa, una molécula que forma parte de las membranas neuronales e interviene en algunos procesos inmunitarios.
- El consumo de derivados fermentados, como quesos o yogures, aporta probióticos al organismo, facilitando el equilibrio de la flora intestinal y del sistema inmune de quien padece intolerancia a la lactosa.
- La persona con intolerancia no sufre ninguna molestia ni trastorno y el proceso de digestión de los lácteos sin lactosa es muy ligero.
Qué hacer en caso de malestar digestivo al beber leche o consumir sus derivados
La primera opción es probar a sustituir la leche convencional por leche y derivados sin lactosa.
Si observamos que los problemas digestivos desaparecen, es probable que hayamos desarrollado cierta intolerancia a la lactosa. No es tan raro que eso ocurra, ya que es un trastorno cuya prevalencia aumenta con la edad.
En este caso, es imperativo acudir a la consulta del médico para, mediante las oportunas pruebas diagnósticas, verificar que, efectivamente, estamos desarrollando esa intolerancia y descartar que nuestros problemas digestivos respondan a otras patologías.
Si al consumir leche sin lactosa seguimos experimentando malestar digestivo, es posible que se trate de una alergia a los productos lácteos o que exista otro problema digestivo de fondo.
Por tanto, la consulta médica será inevitable en ambos casos. Como en cualquier otro tipo de trastorno orgánico, no resulta recomendable que busquemos soluciones por nuestra cuenta y riesgo, correspondiendo esa tarea a los titulados en medicina.