Las vacaciones de verano son la época del año más ansiada por lo niños, pero una de las más preocupantes para los adultos. Suele asustar la posibilidad de que las habilidades y conocimientos adquiridos durante todo el año por sus hijos desparezcan en el período vacacional. Muchos padres se preguntan si el hecho de que los niños estén sin realizar tareas es positivo.
Durante las vacaciones, los niños suelen disfrutar y divertirse más tiempo con la familia, además de albergar más espacio para el aburrimiento. No obstante, según los especialistas, esta sensación es conveniente. Debe reconocerse como una emoción humana que puede llegar a ser clave para el aprendizaje y desarrollo de la creatividad. El problema viene cuando no se sabe gestionar el aburrimiento. Aquellos advierten del peligro de cambiar radicalmente la rutina de ir al colegio y acudir cada día a las actividades extraescolares, por el pasatiempo de un ordenador, televisión o consola a tiempo completo durante todo el verano.
Es importante que los niños aprendan a aprovechar el tiempo libre sin estar delante de una pantalla, que el concepto «juego» vaya más allá de la tecnología y se diversifique hacia actividades físicas que les permitan descubrirse a sí mismos como son: los campamentos, excursiones, actividades en torno a la naturaleza, juegos deportivos en parques… Cualquier actividad que implique hacer ejercicio, ensuciarse, mojarse y sociabilizarse. Básicamente, lo que hacían las generaciones anteriores donde la imaginación y acción eran las protagonistas de la jornada.
Por otro lado, el hecho de no hacer tareas escolares no implica que no puedan seguir aprendiendo. El aprendizaje está en todas las cosas, como por ejemplo: leer letreros por la calle y razonar su significado, la suma o resta de las vueltas al comprar el pan en la panadería, o el descubrir nuevas especies de aves o flores al contemplar el jardín. Existen infinitas maneras de aprender de forma divertida y casi involuntaria. Además de esto, los expertos aconsejan la lectura diaria. Es importante inculcar este hábito desde temprana edad. En este sentido, es indiferente si se trata de un cuento, novela, poesía, cómic, obra de teatro… Da igual el género, pues el objetivo es que los niños lean por placer y no por obligación. Un ratito cada día, aunque sea antes de dormir, debería ser una tarea obligatoria —tanto en época escolar como en vacaciones— para que desarrollen la concentración, imaginación y mejoren vocabulario y ortografía.
Del mismo modo que la lectura, la escritura también es una actividad muy interesante. Escribir cuentos, poemas, pequeños relatos o, incluso, los propios pensamientos en un diario es una manera divertida de animar a los niños a coger papel y bolígrafo y ponerse a redactar. Escribir a mano trae muchos beneficios para el cerebro que, debido a las tecnologías, ha ido en decadencia. Las vacaciones pueden ser la oportunidad perfecta para recuperar la práctica. Para los más pequeños, que aún no tienen conocimientos de ortografía, el dibujo también es una buena forma de alimentar la creatividad y sacar las emociones reprimidas a flote.
Por lo tanto, a la pregunta de si es positivo que los niños estén sin hacer tareas en vacaciones, cabe destacar que todos —incluido los adultos— necesitamos descanso, un poco de aburrimiento y disfrutar del ocio. El no seguir una rutina de horarios, deberes y actividades extraescolares no significa que su cerebro se quede estancado o que olviden lo aprendido. Lo que sí se aconseja es que no abusen de las pantallas y se nutran a través de la lectura, escritura y/o dibujo para que la adaptación al nuevo curso sea más liviana.