Acabamos de iniciar el verano, lo que conlleva el aumento de la exposición solar. El sol es fundamental y beneficioso para nuestro organismo; nos aporta vitamina D —que ayuda a mantener los huesos fuertes y sanos y juega un papel importante en los sistemas inmunitario, muscular y nervioso—, pero es importante tomarlo con responsabilidad y en su justa medida, pues un exceso puede acelerar el envejecimiento de las células, manchas en la piel y provocar melanoma.
Antiguamente el bronceado era una señal de pobreza, propio de los trabajadores de la construcción, agricultores, pastores, pescadores… El tener una piel blanquecina, por el contrario, era una señal de distinción entre la aristocracia y las clases altas. Estos siempre andaban bajo sus sombreros —en el caso de los hombres—, y de sus sombrillas —en el de las mujeres—. Se resguardaban del sol para que no les atravesase ni un solo rayo y mantener sus pieles jóvenes e impecables.
No obstante, durante la década de los años 20, la historia cambió. Tanto la famosa diseñadora Coco Chanel, como la cantante y actriz Josephine Baker, fueron las que pusieron de moda la piel bronceada dando paso a un cambio de paradigma. A partir de entonces, el boom de exponerse al sol para tostar la piel hizo que el diseñador y perfumista francés Jean Patou aprovechase la ocasión para lanzar al mercado la primera loción bronceadora.
A día de hoy, la sociedad ha mantenido impuesta la moda de la piel bronceada de manera que cada vez es mayor el número de personas con envejecimiento prematuro, manchas, arrugas e incluso cáncer de piel. Y es que no hace falta que sea verano ni exponerse directamente bajo el sol, pues hay otras alternativas artificiales de hacerlo como son las cabinas de rayos uva.
Ya todos conocemos los consejos habituales que Sanidad ofrece respecto a la exposición al sol, como son: utilizar una buena protección, protegerse la cabeza y los ojos, hidratarse mucho, evitar las horas entre las 12:00 y las 16:00 horas, evitar colonias y desodorantes, etc. Sin embargo, hay personas que, más allá de pasarse por alto las advertencias, se obsesionan con el hecho de tomar el sol. No aceptan nunca el tono de piel que consiguen y cada vez demandan más bronceado.
A este tipo de comportamiento donde las personas rechazan constantemente su tono de piel, y que no pueden vivir si no están bronceadas ni prescindir de su sesión de rayos diarios, lo suelen denominar tanorexia. Hoy día parece que a todo hay que ponerle un nombre o una etiqueta, sin embargo, es una obsesión más, al igual que una persona adicta a las drogas o al juego. La adicción al bronceado provoca también síndrome de abstinencia cuando no se puede recibir, hace que la persona con este problema se altere y entre en ansiedad, intentando buscar cualquier otro método para recibir su dosis de radiación. Su deseo obsesivo por el color de su piel pone en riesgo la salud. Este tipo de comportamiento hasta ahora solo se observaba en personas jóvenes, sin embargo cada vez es más habitual observarlo en edades más avanzadas
Es conveniente aclarar que, por el simple hecho de que una persona desee estar bronceada durante el verano o disfrutar bajo el sol más tiempo durante sus vacaciones, no significa que sea tanoréxica ni que tenga indicios de ello. La persona que realmente lo padece es capaz de sustituir otras actividades sociales por la necesidad de tomar los rayos ultravioletas.
Es fácil identificar a la persona con esta patología solo con observar su ansiedad en los días nublados, las horas expuestas bajo el sol y el estado de su piel. Esta refleja un envejecimiento cutáneo prematuro, manchas y pérdida de elasticidad, llegando a la posibilidad de un cáncer. Es difícil que la persona que sufre tanorexia sea consciente ello, pero con certeza este trastorno psicológico acompaña a otros síntomas obsesivos, pues al fin y al cabo no deja de ser un problema emocional relacionado con la autoestima e imagen que se tiene de sí mismo.
Independientemente del riesgo que supone el exceso de radiación solar para la salud, no podemos olvidarnos de los beneficios que ofrece a nuestro organismo, como aumentar los niveles de serotonina y con ello nuestro estado de ánimo. Por ello, es recomendable exponerse al sol, pero siempre de una manera responsable.