Hace poco compartimos en esta entrada del blog, el estudio de la Universidad de Harvard sobre felicidad y salud que demostraba una interesante relación entre el bienestar emocional y la calidad de vida.
La felicidad es salud
Los seres humanos estamos en constante evolución. Podemos asegurar que evolucionamos como especie (aunque hagan falta miles de años para ver estos cambios), también evolucionamos socialmente (aquí el cambio es más rápido y se aprecia la diferencia entre generaciones o entre personas que viven en distintas situaciones sociales, tanto geográficas como de género o de clase) y por último tenemos una evolución individual; cada uno de nosotros, en ese lapso de tiempo que va desde nuestro nacimiento a nuestra muerte pasamos por distintos estados.
No podemos bañarnos dos veces en el mismo río decía Heráclito, pues nosotros no seremos los mismos y el río ya será otro cuando queramos remojarnos de nuevo.
Es sobre esa evolución personal y social sobre la que hoy queremos hablar, porque es muy importante para nuestra salud la actitud que adoptemos frente a la vida. La prueba de esta importancia son las enfermedades psicosomáticas, o cómo por medio de nuestra psique podemos afectar a nuestro cuerpo.
La sociedad moderna tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Como especie podemos afirmar que nuestro conocimiento científico y nuestro desarrollo tecnológico es cada vez mayor, pero también tenemos que ser conscientes de que esto nos ha llevado a vivir con unas presiones que antes no existían y todo este estrés, esta ansiedad ante la vida que nos produce este mundo competitivo en el que vivimos, es responsable de trastornos de salud en un número muy importante de personas.
Qué puede ir mal
Vamos a enumerar aquí solamente unas cuantas de esas enfermedades, que pueden tener una mayor o menor gravedad en cada caso pero que en conjunto nos pueden ayudar a entender que hay diferentes maneras de vivir y de afrontar la vida, y que adoptar una u otra trae consecuencias:
Podemos tener dolencias psicosomáticas como el síndrome del intestino irritable, depresión, hipertensión y problemas cardíacos, disfunciones sexuales, anorexia, bulimia u obesidad, enfermedades dermatológicas, trastornos del aprendizaje, trastornos de ansiedad, insomnio, patologías relacionadas con el abuso de drogas… Si vivimos permanentemente preocupados por tener una u otra enfermedad grave también nos volveremos hipocondríacos, lo que significa que además de convertirnos en un personas un poco pesadas a la hora de pasar por el mostrador de la farmacia (imagínate lo que es aconsejar sobre salud a alguien a quien todo lo que le digas, lo tiene) lo mal que lo tienen que pasar, siempre pensando que están fatal.
Qué puede ir mejor siendo positiva
Y en el otro lado vemos a personas con una actitud más despreocupada ante la vida, que no es sinónimo de irresponsable. Personas que son capaces de afrontar los distintos avatares de su vida paso a paso, sin caer en estados de ansiedad o en el bucle de la autocompasión, y aunque hayan sufrido los mismos traumas y estén expuestos al mismo estrés son capaces de llevarlo mejor, son capaces de dejar en el trabajo las preocupaciones laborales, de no caer en la obsesión, de divertirse cuando toca hacerlo. En definitiva, son capaces de disfrutar de la vida. Y son personas más felices y se sienten más sanas.
Actitud positiva. Al mal tiempo, buena cara.
Y esto también se educa, así que ya seas joven o mayor, hombre o mujer, procura aceptarte como eres sin exigirte demasiadas heroicidades ni sacrificios. Disfruta de la gente que te rodea y pásatelo bien, aunque a veces requiera un esfuerzo, pues gracias a eso estás más sano y más feliz.
Consúltanos, estaremos encantados de ayudarte. Y ya sabes “Al mal tiempo, buena cara”.
Cuidamos de ti 365 días al año.