Sus ganas de vivir, de buscar nuevos retos, le llevarán de nuevo al Dakar. Y combina su pasión por el motor con su compromiso por ayudar a que las personas con discapacidad tengan una vida normalizada. Lo hace a través de su Fundación, y estos días está en Vigo promocionando la fiesta anual de la convivencia y la solidaridad a través del deporte, la Coruxo Móvese, que se celebra este domingo en O Vao. Habla en plural. Nunca olvida a su equipo y, especialmente, a su mujer. Siempre a su lado, y directora de la Fundación Isidre Esteve, Lidia Guerrero es la fuerza que sostiene esta historia.
El 24 de marzo de 2017 su vida pega un giro inesperado. Una caída de la moto durante una carrera, en la prueba de la Baja Almanzora (Almería), le lesiona de gravedad vértebras 7 y 8 y le deja parapléjico. Debe vivir con una discapacidad. ¿Cómo lo afronta?
Cada discapacidad es diferente. Por fortuna, la mía me permite afrontar con cierta autonomía la vida diaria. Es muy importante cómo afrontas el día a día. Si eres pesimista piensas que la vida te ha tratado mal, que tu no buscaste eso y que todo es un desastre. Yo soy optimista por naturaleza y siempre veo el vaso medio lleno. Pienso que todavía soy afortunado. Viajo mucho con Lidia (su mujer) y los dos podemos hacer casi de todo. Obviamente mi vida ha cambiado y no puedo hacer todo lo que hacía antes pero sí parte.
Ha descubierto un nuevo mundo, al margen del motor. Y se ha implicado en él de forma clara: el mundo de la personas con discapacidad
En el plano deportivo antes era un piloto profesional que luchaba por ganar, con un buen contrato y que toda mi vida era la moto. Entrenar y competir. No hacía nada más. Ahora es diferente. No soy un piloto profesional. Me dedico al mundo de la competición porque quiero y porque tengo un patrocinador que me lo permite y porque me encuentro bien y disfruto de una disciplina que no me coloca en una casilla por ser discapacitado. Me permite competir contra todos y esto me hace muy feliz. Pero a mayores pensé, ¿qué hago? Lo hablé con Lidia, lo comentamos con nuestro entorno y surge la posibilidad de desarrollar varios proyectos y de crear una Fundación. Ahora tenemos una vida más completa, un compromiso social con la Fundación, doy conferencias para empresas, sacamos dos libros, competimos,… Muchas veces nos levantamos por la mañana y decimos, vaya lío que tenemos. Antes todo era más sencillo. De aquí para allá. Pero yo creo que hay que hacer cosas siempre que tengas la motivación para hacerlas y siempre que encuentres alguien que te apoye, un entorno.
Lejos de hundirse, esta nueva situación parece que le ha motivado todavía más. ¿Es así?
Al final es como te sientes, y ahora soy muy feliz con mi vida. En la vida no es importante cuanto tiempo estás sino la cantidad de cosas que haces y que te hacen sentir bien. Yo estoy en esa parte y no tengo ni idea de lo que me deparará el futuro. Además, yo no estoy enfermo. Tengo una lesión que tal vez haya alguna posibilidad de que mejore.
¿Sueña con poder recuperarse algún día?
El campo científico está avanzando mucho en el tema de las lesiones medulares. No tengo ni idea y de si cuando llegue esa solución estaré a tiempo de hacer algo todavía o si será demasiado tarde. Pero tengo la ilusión de que tal vez algún día pueda volver a hacer cosas que ahora no puedo. Y no me preocupa para nada cuándo pueda llegar ese momento. Mientras, esto me sirve de motivación para seguir entrenando y avanzar en todos nuestros proyectos.
¿Estamos en España a un nivel adecuado para que una persona con movilidad reducida pueda realizar una vida normal?
Hay una Ley de Accesibilidad en España que se cumple pero no es suficiente. Una cosa es que un edificio se accesible y otra que esté adaptado a una persona con discapacidad. Nosotros viajamos muchísimo y nos encontramos de todo. En muchos hoteles llegas a la habitación y no puedes ducharte. O en un restaurante importante tenemos que acceder al comedor por la cocina….Debería haber un seguimiento más exhaustivo. Pero creo que vamos avanzando. El colectivo de personas con discapacidad también debemos adaptarnos porque sino al final acabas amargándote. Reivindicar donde hay que hacerlo y tener predisposición a ayudar, ser más constructivo en este aspecto.
Desde su Fundación ha creado un Centro Puente en el CAR de Barcelona y otro en Vigo, en Coruxo. ¿Cómo valora el asentamiento de su proyecto en nuestra ciudad?
Crear un Centro Puente en Vigo ha sido bastante más sencillo a la hora de enganchar a los usuarios. En Barcelona tal vez hay más oferta y es más complicado. Desde el principio, con la gente del Coruxo, y con Joan Rodríguez al frente, vimos que se agradeció mucho más crear un espacio en el que se les tuviese en cuenta a estas personas con discapacidad. Después, la gente, las empresas de la zona, se han volcado ayudando. Un gran ejemplo es la cantidad de colaboradores que tenemos en la Coruxo Móvese. Voluntarios, gente que se suma, periodistas,…. Nos han acogido muy bien aquí y es fantástico.
La primera moto, a los 10 años, para ir al cole
Volvamos la vista atrás para entender su historia. ¿Su afición por las motos cuándo apareció en su vida?
Yo de pequeño no quería ser piloto. Soy el menor de 5 hermanos. Vivíamos a las afueras del pueblo y para ir al cole íbamos en bici, pero desde los 10 años ya íbamos en moto. La primera que tuve fue un Puch minicross. Pero yo no empecé a competir hasta los 18 años. Mi única relación con el motor en esa época era ayudar a los organizadores del Enduro del Segre, prueba del campeonato de España que se celebraba cerca de casa, y yo con mis amigos ayudábamos a organizar las carreras. Y pensaba, esto está bien, algún día podía intentar correr.
Y llegó el momento de dar el salto a la competición. ¿Cómo fue aquel momento clave para su vida futura?
Lo planteé a los 17 años en casa y provoqué un lío familiar. Cuando cumplí 18, con mis ahorros, decidí comprar la moto para correr. Me gasté 625.000 pesetas, todo lo que tenía. Corrí la primera prueba del campeonato de España en el 90 y gané. Mis amigos me animaron a correr la segunda, que era en Guadalajara. Eran ya más gastos, viaje, hotel,… Convencimos a mis padres y volví a ganar. Hice todo el campeonato de España, gané el nacional de 80cc junior. Al año siguiente corrí el senior y en el 92 me ficharon en el equipo nacional. Cogieron chavales muy jóvenes, entre ellos una tal Nani Roma. Fiché por Gas Gas y corrí ya el nacional y el europeo.
¿Cómo se explicas su facilidad para ganar carreras con tan poca experiencia?
El jefe del equipo me decía: “el día que aprendas a ir moto creo serás muy bueno, porque ahora no tienes ni idea. Tu vas rápido y ganas, y no sabemos por qué”. Yo era autodidacta, había aprendido por los caminos con mis amigos, pero sin fijarme en nada. Y entonces cada año que pasaba aprendía más e iba más rápido. Nunca dejé de aprender. Cuando tuve el accidente, en 2007 era cuando estaba en mi mejor nivel. No vengo de esa escuela que desde los 8 años voy en moto porque mis padres me compraron una. Mis padres nunca me acompañaron a ninguna prueba. Como mucho mi hermano a alguna carrera internacional.
Y llegó el momento de pensar en el Dakar. ¿Lo tenía claro?
Qué va. En el 97 yo hacía equipo en KTM España con Nani Roma y también Marc Coma, que era un junior que empezaba. Estaba pensando en abandonar el mundo del enduro después de perder, el año anterior, el Europeo y el Mundial, en las últimas pruebas. Fue un bajón impresionante y le dije a Nani que lo dejaba. Me dijo que antes de abandonar tendría que probar a correr el Dakar, que valía la pena hacer el esfuerzo y buscar el presupuesto. El lo había hecho por primera vez el año anterior. Hice mis contactos y en Lleida encontré el apoyo KTM y de Josep Lluis, un empresario local que me ayudó a involucrar a otros pequeños empresarios, unos 30, más las instituciones, Diputación y Ayuntamiento de Lleida. Solo llevaba el nombre de la ciudad, Lleida. El primer año reunií 9,5 millones de pesetas. Estuve 4 años yendo de privado en el Dakar. En mi debú hice 18º, en el segundo 11º, el tercero rompí el motor y el cuarto hice cuarto. Me gasté en ese año 2001 15,5 millones. En total, unos 50 millones de pesetas (alrededor de 300.000 euros) en esa primera fase de mi aventura en el Dakar. Fueron 4 años en los que nos divertimos mucho. Después ya ficharía con el equipo KTM con quien disputé seis ediciones más.
Hablemos de su experiencia en el desierto africano. Imborrable, me imagino
Mi debú en el 98, todavía la carrera en África (Marruecos, Mauritania, Mali, Burkina Faso, Senegal) fue la experiencia de mi vida. Me preguntaba, ¿cómo será, qué encontraré?. Lo veía por la tele pero no tenía ni idea. Ese primer año salía a las 6 de la mañana del campamento, siendo de noche, hacía 700-800 km, y llegaba de noche. Cada día me ocurrían más cosas. En una etapa maratón, al llegar a las dunas, las subía por un lado y me caía por el otro. Nunca lo había pilotado en esa superficie. En una de esas caídas me quedé solo. No podía más, me moría de calor y me tumbé en el suelo a la sombra de la moto unos 20 minutos. No sabía dénde estaba, ni pasaba nadie. Era la 1 del mediodía, silencio, soledad,… y empecé a sentir miedo. Me levanté y vi que tenía que reaccionar. Seguí las trazas de las motos de adelante y al final llegué a las 8 de la noche al campamento y sólo estábamos 20 pilotos… de casi 200 que había en carrera. La etapa se había anulado porque las dunas se volvieron muy blandas y todos los que venían pararon por decisión de la organización.
Etapas tan largas y en pleno desierto, ¿es complicado mantener la concentración?
De una etapa de 1.000 km, 500 en línea eran en un plató, una especie de llanura inmensa. Era como si fueses por asfalto, pero era arena. Varias horas, con el sol de frente, y con el mismo ruido en la moto. Vieses a donde vieses, todo era llanura y no había nada, nada. Todo el rato acelerando al mismo ritmo sin girar. Muy duro. En ese Dakar salimos 175 motos y llegamos 40 a las playas de Senegal.
¿Los paisajes serán inigualables?
¿El paisaje?. Por la noche en el campamento hacen un resumen de las mejores imágenes y las proyectan. Ahí es donde ves los sitios por los que has pasado. Durante la etapa, y en la moto, no te enteras de nada. Bastante tienes con no caerte, ver los instrumentos de navegación… Yo decía, anda, ¿y por ahí he pasado hoy?
¿Era consciente de los peligros que tenía correr una prueba así?
Es una carrera muy extrema y muy diferente a todas. Se permiten pilotos amateur, casi el 80% en mi época eran aficionados. Ahora ya no dan permiso a gente con un mínimo de experiencia. Con más de 500 participantes, y tras 15 días sin parar por el desierto, lo raro es que no haya más accidentes. Además, África se fue convirtiendo en un territorio más inseguro cada año por los extremismo integristas. Ahora en Sudamérica la seguridad, en ese sentido, es completa. Pero es una prueba a la que hay que tener el máximo de respeto.
Y curiosamente el accidente llegó en una prueba en España, no en el Dakar. Y dos años después (2009) de su parálisis, decidió correrlo en coche adaptado, ya en América.
En el hospital me avisaron mucho de la posibilidad de rozaduras en la zona de más apoyo, los glúteos. Les hice poco caso. Lo corrí entero. Quedé muy atrás en la clasificación pero mi objetivo era hacer los máximos kilómetros posibles y acabar. Pero después de tantas horas sentado aparecieron las úlceras. Pensé que en una semana estaría recuperado y tarde año y medio en volver a la normalidad. Fue un calvario. Y me dije, se acabó, no puedo volver a correr.
Pero sí volvió a correr y en sus planes está volver al Dakar en 2017. No hay quien le pare.
Hubo, de nuevo, gente al mi alrededor que me dijo que no me podía rendir, que teníamos que buscar una solución para que pudiese volver a competir. Y así nació el proyecto del Cojín Inteligente, una de las patas de la Fundación. Conseguimos un grupo de magníficos profesionales, de empresas, instituciones, que trabajasen en esto. Ahora lo tenemos listo. Yo lo utilizo y en breve será presentado al ministerio de Sanidad para iniciar ensayos clínicos con 40 personas. Si todo va bien, incluso podría ser recetado por la Seguridad Social. Tenemos cuatro modelos distintos, incluso uno que preparamos para la Federación Internacional de Automovilista para el uso de pilotos en general.
Y lleva colgador otro proyecto interesante, la creación de una empresa social. ¿En qué consiste?
En paralelo hemos decidido explotar ese cojín inteligente a nivel comercial y desde la Fundación crear una empresa social para su fabricación, con un taller de embalaje que sea un centro de trabajo para personas con discapacidad y que todos los beneficios se reinviertan. Puede ser una iniciativa muy bonita.
Y ya está preparando su vuelta al Dakar. ¿Será competitivo Isidre Esteve esta vez?
Estamos preparando el regreso al Dakar en 2017. Tenemos un plan: este año campeonato de España TT (llevo 3 años corriéndolo con un buggy). En 2016, la primera carrera será la Baja Aragón, la segunda la correré en Marruecos y la tercera será ya el Dakar. No podrá ser coche de los de primera línea, como un Mini o un Toyota oficial, pero sí podemos optar a una segunda línea de vehículos muy competitivos y asequibles a nivel presupuestario.
En su vida han sido clave las personas, las que tiran de uno cuando las cosas van mal. ¿A quién recuerda especialmente?
Sin nuestro entorno no haríamos lo que hacemos ni de la forma que lo hacemos. La gente de KTM, marca de motos con la que corrí los últimos 10 años, es como nuestra familia. Tras el accidente, estuvieron desde el primer día en el hospital, para todo lo que necesitásemos. César Rojo, responsable de KTM España es como nuestro padre. Incluso hace su aportación a la Fundación. Josep María Lloreda, presidente KH7, es el principal impulsor del cojín inteligente. Fue quien me animó a buscar una alternativa para volver a competir y me dijo que buscase a los mejores técnicos y especialistas para que se pongan a investigar para encontrar una solución. Médicos del CAR de San Cugat, con Joan Rodríguez aquí en Vigo. El Centro Puente no existiría si Lidia no lo plantease aquel día. Yo no iría al Dakar nunca si Josep Lluis González, este empresario de Lleida, no me hubiese apoyado. La vida está llena de personas fantásticas que te van ayudando por el camino.
Más información www.fundacioisidreesteve.org