El Acuerdo Trasatlántico para la Comercio y la Inversión (TTIP, siglas en inglés), que comenzó a negociarse en 2013, aspira a crear la zona de libre comercio más importante del mundo, que afectará a unos 800 millones de consumidores. Con el desaparecerán las barreras comerciales entre EEUU y los países da UE pero también surgirán nuevos modos de funcionamiento que han despertado la crítica generalizada.
El TTIP, como el TTP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, aprobado esta semana) o el CETA (Acuerdo Comercial Canadá-UE), forma parte de una nueva generación de tratados de libre comercio e inversión que se caracterizan fundamentalmente por dos aspectos: dan un poder casi ilimitado a las empresas multinacionales a la hora de desarrollar su actividad. Y la privatización de la justicia, creando un marco legal paralelo. Así, se someterían todas las discrepancias sobre las inversiones exteriores a procedimientos arbitrales privados. Y solo podrían ser denunciados los estados pero no las multinacionales.
Otra gran incógnita será la harmonización normativa. Las exigencias europeas (seguridad, laborales o ambientales) son mucho más elevadas que en EEUU y por eso existe el temor real de que el TTIP comporte serias pérdidas para la ciudadanía europea. Los principales riesgos serían la pérdida de derechos laborales, ya que EEUU sólo ha suscrito dos de los ocho convenios fundamentales de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). La limitación de los derechos de representación colectiva de los trabajadores., la privatización de servicios públicos, y el riesgo de rebaja salarial. Las organización ecologistas y de defensa del medioambiente afirman que su aprobación afectará directamente a la agricultura sostenible, a la soberanía alimentaria y alerta de la eliminación de las garantías y controles farmacéuticos de los alimentos.
Con estos tratados se crea un marco donde los derechos de las personas y el medio ambiente no tienen por qué ser respetados si estos aspectos influyen en su beneficio económico.
Oscurantismo
Otro de los muchos aspectos que generan grandes dudas es el secretismo de las negociaciones entre Europa y Estados Unidos iniciadas hace más de dos años, al margen de los marcos de control democrático. Ante esta situación, buena parte de la ciudadanía en ambas orillas del Atlántico se ha organizando reclamando claridad y defensa de sus derechos. La Iniciativa Ciudadana Europea Autoorganizada ha reunido la firma de más de 3 millones de europeos e europeas diciendo “No al TTIP ni al CETA”. Y el pasado 18 de abril se organizaron movilizaciones en más de 700 localidades de todo o mundo en contra dos tratados de libre comercio.
Una lucha para impedir estos acuerdos secretos se une a la de los movimientos sociales contra la austeridad, a la lucha por el clima y la justicia social.
Y hoy en Vigo, la protesta será una marcha con salida en la Plaza de la Independencia, a las 20:00 h, y final en el Parque de Castrelos, donde se leerá un manifiesto. El lema de la misma: “Comercio en beneficio del pueblo, no de las multinacionales”.