Vigo se ha acostumbrado a lamentar su patrimonio desaparecido (los seriales de la arquitectura perdida son interminables) y pocas veces disfruta de todas las joyas que todavía conserva. Esa tendencia de los vigueses a flagelarse les impide en muchas ocasiones defender, proteger y reclamar la recuperación de obras de arte todavía existentes, algunas de ellas abandonadas desde hace años y sin que nadie repare en la necesidad de resucitarlas.
Es el caso de la fachada del asilo de Pi y Margall, salvada por la campana en los trabajos del derribo del Barrio do Cura, y ahora a punto de relucir de nuevo junto a uno de los mejores miradores de la ciudad. «Estamos a punto de acabar y solo nos queda por restaurar la cruz que coronaba la capilla, obra de un auténtico artista», destaca la coordinadora de los trabajos.
Y es que la promotora inmobiliaria Gestilar se ha propuesta dar brillo a la única parte del edificio que queda en pie del viejo inmueble ya derribado y ha contratado a una empresa de restauración, Antema Restauracions S.L., para recuperar el esplendor que tenía cuando fue levantado a principios del siglo XX.
Obra del arquitecto Manuel Felipe Quintana y de estilo neogótico, su construcción se inició en 1892 y no terminó hasta 1910, cuando fue inaugurado. En el asilo de la calle Pi y Margall de Vigo residieron durante un siglo las Hermanitas de los Ancianos Desamparados antes de vender el edificio en 2001 y mudarse a un nuevo edificio en Alcabre. En los primeros años de ese siglo XXI el céntrico inmueble fue abandonado y acabó convertido en un estercolero en el medio de la ciudad más grande de Galicia. .
Desde hace tres semanas, tres técnicos trabajan a 20 metros de altura a las órdenes de una restauradora para devolver la obra a su estado original. En esta primera fase de recuperación se llevaron a cabo trabajos de limpieza de grafitis, retirada de plantas y reparación de juntas, muy dañadas por el paso de las décadas.
La colonización biológica se ha solucionado, según explica la restauradora, con un biocida y herbicida que se aplica con sulfatadora durante dos días. «Un aspecto a tener en cuenta es que nunca se pueden arrancar de forma violenta las plantas que se adhieren a la superficie. Es mucho mejor utilizar algunos procesos químicos que llegan hasta la raíz del problema», añade desde la empresa Antema que dirige Suso Barreiro.
Además, también se realizó una limpieza mecánica una vez que las plantas se secaron y se borraron los grafitis con productos químicos específicos para eliminación puntual de las pintadas. Igualmente, se realizó la limpieza con cepillo manual de cerdas blandas para piedra de sillería. Limpieza con agua nebulizada, picado de encintes y encintado de la fachada con mortero de cal hidráulica y arena, y reintegración de juntas con conchas de vieira completan las labores.
«Las juntas se repararon reponiendo las conchas de vieiras, una técnica tradicional que facilita el asentamiento de los muros», añade la restauradora. A principios de esta semana quedará limpia también la cruz de la capilla y se calcula que el miércoles comenzará la retirada de los andamios. Todo apunta a que el viernes, ya sin nada en la fachada, el edificio luzca de nuevo a ojos de los vigueses.