Pero también existían otras marcas analógicas de calidad y asequibles para la mayoría de los bolsillos, como Festina, Duward, Radiant… Y más alejados de las posibilidades quedaba Omega, Rolex, Longines, Breitling, Hublot, Cartier…, sin olvidar el legendario Patek Philippe. Todos los relojes de pulsera eran mecánicos, ya fueran de cuerda manual, automática o semiautomática. Mientras tanto, la conquista espacial aportó innovaciones en muchos campos científicos y técnicos, y el reloj tampoco se quedó al margen. Los primeros relojes digitales aparecieron a principios de los años setenta, aun cuando habían sido inventados a mediados de los años cincuenta. Eran relojes cuadrados con una pequeña pantalla rectangular donde se apreciaba la hora en formato digital. Funcionaban con una pequeña pila y eran toda una revolución. Ya nadie quería un reloj que no fuera digital. Hoy, curiosamente, al cabo de varias décadas, los relojes mecánicos vuelven a revivir como complementos de moda. En esta era digital sobran las descripciones de los actuales relojes, que son, en realidad mecanismos complejos capaces de englobar, además, sistemas de telefonía, televisión e informática. Pero los relojes mecánicos no han perdido la batalla, siguen de moda y son cada vez más actuales. Sin embargo, muchas personas los imaginan con precios inalcanzables. Es algo cierto si hablamos de las marcas de mayor calidad y prestigio. Pero todavía existen relojerías antiguas donde ofertan pequeñas joyas totalmente mecánicas llenas de belleza y romanticismo, y asequibles para casi todos los bolsillos. Por ejemplo, cuando le coincida pasar por la Rúa Pintor Laxeiro, en Vigo, observe el escaparate de la relojería “Gerardo” —a la que corresponde la fotografía—, y descubrirá la belleza de los relojes mecánicos.