Hoy, os explico las cantidades para la thermomix, y así sacarle partido a ese electrodoméstico que cada vez está en más cocinas.
Ingredientes:
Para la masa:
50 g de aceite de oliva.
50 g de cebolla.
100 g de harina
250 ml de leche.
250 ml de caldo del cocido.
Nuez moscada.
Sal.
200 g de restos de carne del cocido, incluyendo garbanzos.
Para rebozar:
huevo batido.
pan rallado.
Preparación:
Ponemos los restos de carne del cocido y garbanzos en el vaso de la Thermomix y lo trituramos con unos segundos a velocidad turbo. Podemos picar más o menos dependiendo de cómo nos guste. En mi caso le pongo 4 segundos, así los niños no encuentran cositas en las croquetas. Retiramos del vaso y reservamos.
Sin lavar el vaso, ponemos a calentar el aceite de oliva 2 minutos, 100ºC, velocidad 1. Añadimos la cebolla ya picada en el vaso y programamos 4 minutos, Varoma, velocidad 2.
Transcurrido este tiempo, incorporamos la harina y programamos 2 minutos, 90ºC, velocidad 4.
Añadimos la leche y el caldo, una pizca de sal (cuidado, que la carne del cocido ya suele estar salada) y una pizca de nuez moscada. Lo mezclamos todo unos segundos a velocidad 6.
Programamos 15 minutos, 100ºC, velocidad 3 1/2. Este tiempo es orientativo, depende de la temperatura de los líquidos, del tipo de harina… Así que no nos queda más que ir vigilando para ver cuándo está lista la masa. Ayuda mucho el olor de la masa ya cocinada y el ruido que hace nuestra máquina, que será más sordo cuando la masa esté lista.
Cuando la masa esté lista, incorporamos los restos del cocido picados que habíamos reservado y mezclamos 1 minuto en velocidad 3 (sin temperatura).
Vertemos la masa en una fuente no demasiado honda, cubrimos con papel film para que no forme costra y dejamos enfriar completamente. A mí me gusta dejar la masa de un día para otro en la nevera, para que coja mejor textura y las croquetas se formen con más facilidad.
Para formar las croquetas, tomamos porciones con una cucharilla y le vamos dando su forma característica. Las pasamos por pan rallado, huevo batido y de nuevo por pan rallado. Las freímos en aceite bien caliente y las dejamos sobre un papel de cocina para que pierdan el exceso de grasa.
Si no las vamos a consumir todas, podemos congelarlas ya empanadas, colocándolas en una bandeja cubierta con papel y pan rallado bien separadas. Cuando estén congeladas ya podemos meterlas todas juntas en una bolsa, así siempre las tendremos listas para freír directamente.