En el pleno kilómetro cero de Vigo, un ícono gastronómico cerraba sus puertas la pasada semana después de más de un siglo endulzando los paladares de la ciudad. La historia de la Pastelería El Buen Gusto se remonta a 1911, cuando Pedro Iturbe Sabroso, procedente de Haro, decidió traer consigo su pasión por los dulces a esta tierra. Desde entonces, este establecimiento se convirtió en un punto de referencia para los amantes de la repostería tradicional.
Durante décadas, la familia Iturbe mantuvo viva la esencia de El Buen Gusto, transmitiendo de generación en generación el arte de crear dulces exquisitos. Esta dinastía se prolongó hasta 1981 cuando El Buen Gusto pasó a manos de Vicente Gil Domínguez a quien dos años más tarde se le unirían su hermana Estrella y su marido, Manuel Cano Dragotti, reemplazando así en el negocio a los descendientes de su fundador, Pedro Iturbe.
Este primer cambio trajo consigo la inclusión de recetas traídas de América Latina por Estrella y Manuel, originario de Uruguay, añadiendo así un toque especial a la oferta gastronómica del lugar. Las empanadas, las pascualinas, el mate y el ají se convirtieron en parte de la identidad de este establecimiento, ofreciendo una experiencia culinaria única en la ciudad.
A pesar de los cambios de propietarios que siguieron en años posteriores, El Buen Gusto siguió siendo un punto de encuentro para los vigueses más golosos, un lugar donde los recuerdos se mezclaban con el aroma de los pasteles y las conversaciones sobre el tamaño de sus dulces, sobre las milhojas o sus merengues.
Sin embargo, como suele suceder en la vida comercial, los tiempos cambian y las manos que sostienen las riendas de un negocio también. En los últimos años, la dirección pasó a manos de Luigi Dutto, y con él El Buen Gusto se adaptó a los nuevos tiempos, incorporando servicios como la heladería y el café para llevar, sin perder de vista sus raíces y su compromiso con la tradición. Sin embargo, tras años de servicio y dedicación, llegó el momento del adiós. El cierre de El Buen Gusto marca el fin de una era, pero también el comienzo de una nueva etapa.
La próxima vez que El Buen Gusto levante su persiana será bajo el nombre de Dolce Differenza, el proyecto de Dimo Yankov, que abrirá su segundo espacio tras haber inaugurado el pasado año su primer local en la Calle Pi y Margall. Es el propio Dimo quien promete mantener viva la esencia de El Buen Gusto, «mantendremos los postres icónicos que han acompañado a El Buen Gusto durante tantos años» a los que se sumarán sus nuevas propuestas que reflejan la creatividad y la pasión por la repostería.
Aunque El Buen Gusto dejará de existir físicamente, su legado perdurará en la memoria y el paladar de quienes tuvieron el privilegio de disfrutar de sus delicias a lo largo de los años.