Cuando el asturiano Manuel Bóbez visitó Vigo comió en el antiguo restaurante Kastami’s (Marqués de Valladares, 19). Se originó entonces una tormenta de ideas: una ciudad con potencial extraordinario y un concepto de restauración apetecible: comida orgánica. En ese momento se plantó la simiente de Saviamadre, el nuevo restaurante de comida “artesana” del centro de la ciudad olívica.
“Nos gusta llamarla artesana porque no compramos nada hecho. Lo hacemos aquí, desde la receta a la elaboración del plato e intentamos hacerlo con arte y cuidar la presentación”, aclara Éric Orejuela, responsable del restaurante en la ausencia de Bóbez. El local conserva la estructura del anterior, pero en la fachada principal falta el sonriente oso panda que daba la bienvenida a los comensales.
En cuanto los visitantes traspasan la puerta, en el rincón derecho, se observa una suerte de “supermercado” con cestas de la compra que no es otra cosa que un almacén abierto en el que los clientes pueden comprar y comprobar la calidad de la materia prima mientras los cocineros entran y salen a coger los ingredientes que necesitan.
En sus estanterías se venden desde verduras, legumbres y hortalizas a quesos y otros comestibles que se pesan y se pagan en la misma barra del restaurante. “Todo lo que vendemos y cocinamos es de kilómetro cero. Los productores son gallegos, la mayoría de Vigo o la provincia de Pontevedra”, explica Orejuela.
Una sociedad cada vez más consciente de las repercusiones en la salud de los alimentos procesados, pero con un apetito acostumbrado a la comida rápida, reclama un establecimiento hostelero de este tipo. “Este es su lugar”, exclama Orejuela.
Orejuela recalca que “no hacen comida de hospital” sino platos dirigidos a las grandes masas que empiezan a cuidarse. Un lugar en el que pueden comer desde celíacos a vegetarianos, veganos y crudiveganos: “Saviamadre es un restaurante familiar en el que una madre confía para darle una crema de comer a su bebé”.
Saviamadre: un restaurante de ‘fast food’ saludable
Saviamadre abre de 08:30 a 22:30 horas y solo cierra los domingos. Se sirven comidas desde la hora del desayuno a la cena y el precio del menú es de 12 euros, aunque el precio de los platos oscila entre los 6 y los 15 euros.
Las recetas están diseñadas por los responsables del establecimiento con el único objetivo de “ser sanas”, replica el joven: “Además de hacer nuestras propias recetas toda la comida nace en nuestra cocina, no compramos nada salvo las bebidas”.
En el restaurante se sirven hamburguesas y pizzas, pero también wraps, comida mexicana, sopas y cremas, platos caseros como el pollo o las costillas de cerdo y tostas para comer a cualquier hora del día. También hay carta de postres: todos sin azúcar, pero igual de sabrosos y dulces.
Para desayunar hay café, pero no azúcar blanco sino alternativas de edulcorantes saludables como el azúcar moreno o el cacao. Los ‘smoothies’ de diferentes variedades de frutas son frescos y tienen pulpa: “A algunos clientes les choca encontrarse alguna pepita, pero esta es la forma más saludable de beber el zumo”.
Los ingredientes, según indica Orejuela, se cuidan: “los que no llevan el sello ‘eco’ o ‘bio’ llegan al restaurante de la mano de pequeños productores”. Ocurre lo mismo con algunos de los productos a la venta, como la kombucha, cuya productora es una vecina de Vigo y clienta habitual del establecimiento.
De entre los productos cárnicos, Orejuela, destaca la calidad del cerdo alimentado con castañas y de las aves de corral aunque una clienta alaba el sabor de la carne de ternera de la hamburguesa. Todo es, según informan a VIGOÉ, de kilómetro cero y fiel al nombre del local, una declaración intenciones dado que: “La savia de las plantas es el orígen de todo natural, su alma”.