Así que mi heladera sigue dándolo todo, intentando refrescar las sobremesas y las meriendas. Esta receta de helado, os va a sorprender por lo original de sus ingredientes y os aseguro que por su sabor dulce y especiado no vais a parar de repetirla.
Ingredientes:
400 g de calabaza {pelada y sin pepitas}.
200 g de leche condensada.
80 g de azúcar.
1 cucharadita de extracto de vainilla.
1/2 cucharadita de canela.
1/2 cucharadita de jengibre molido.
200 ml de nata para montar {35% mínimo de materia grasa}.
Preparación:
Ponemos la calabaza pelada, sin pepitas y cortada en dados en un recipiente con tapa apto para el microondas. Van genial los recipientes de silicona tipo vaporera. Cocemos la calabaza durante 5 minutos a máxima potencia. Dejamos enfriar destapada y sobre un colador para que escurra todo el líquido que forme el vapor y no nos estropee el helado.
Ponemos en el vaso de la batidora todos los ingredientes a excepción de la nata y trituramos hasta obtener una mezcla fina y sin grumos. Reservamos durante media hora en la nevera, para que esté bien fría.
Montamos la nata con ayuda de unas varillas, hasta que esté firme. Le incorporamos despacio y con movimientos envolventes el puré que teníamos reservado en la nevera.
Si tenemos heladera: es importante que hayamos metido el recipiente de la heladera en el congelador al menos con 24 horas de antelación. También ayuda que la crema esté bien fría, así que podemos meter la mezcla durante una hora en la nevera, para asegurarnos de que la temperatura sea la adecuada. Después, sólo tendremos que poner en marcha la heladera con la crema dentro, hasta que tenga la textura adecuada. Reservar en el congelador.
Si no tenemos heladera: hemos de meter la crema en el congelador dentro de un recipiente hermético. Cada 30-40 minutos debemos remover el helado concienzudamente, para evitar que se formen cristales de hielo; este proceso ha de repetirse durante unas cinco horas, hasta que se haya formado el helado.
A la hora de servir, conviene retirar el helado del congelador con algo de antelación, para que se atempere y sea más fácil formar las bolas.