Esta técnica ya era utilizada por los romanos y, aunque en la actualidad tenemos otros sistemas de conservación más modernos, sigue siendo muy popular consumir diversos alimentos en escabeche. Los mejillones, preparados de este modo, adquieren un sabor inigualable y son ideales como tapa o pincho.
Ingredientes:
1 kg de mejillones.
50 g de cebolla en juliana.
1 diente de ajo.
100 ml de aceite de oliva.
50 ml de vino blanco.
50-75 ml de vinagre blanco.
5-8 granos de pimienta negra.
2 hojas de laurel
1 cucharadita de pimentón dulce.
un poco de pimentón picante {si nos gusta}.
Preparación:
Limpiamos bien el exterior de los mejillones. Los ponemos en una cazuela con el vino blanco y llevamos a ebullición, dejamos cocer 3-5 minutos, hasta que los mejillones se hayan abierto. Retiramos los mejillones y dejamos templar. Colamos y reservamos el líquido de la cocción.
Ponemos en un cazo el aceite de oliva y lo calentamos a fuego suave. Cuando esté caliente, añadimos el diente de ajo en láminas y la cebolla en juliana. Sofreímos muy suavemente, sin que se dore, unos 7 minutos. A media cocción, añadimos la pimienta negra en grano y las hojas de laurel.
Mientras, sacamos los mejillones de las conchas, les retiramos las barbas que hayan quedado y los ponemos en un recipiente con tapa.
Retiramos del fuego y añadimos el pimentón dulce y el picante {si lo ponemos}, mezclamos bien. Añadimos enseguida unos 50 ml del agua de abrir los mejillones, para cortar el hervor. Añadimos también el vinagre blanco.
Llevamos de nuevo al fuego, dejamos que recupere el hervor y cocemos 2-3 minutos. Retiramos del fuego. Dejamos templar un poco y vertemos sobre los mejillones.
Lo mejor es reservar en la nevera hasta el día siguiente, antes de consumirlos, para que los mejillones tomen todo el sabor del escabeche. Se conservan varios días en la nevera, siempre que estén bien cubiertos de escabeche.