Cuentan que es originaria de Valencia, y ya a finales del siglo XVIII y principios del XIX era una de las bebidas más populares de Madrid. Un dulce tradicional que probablemente muchos hemos degustado en nuestra infancia, con ese regustito a canela y limón que nos transporta a la casa de las abuelas, a las cosas sencillas y hechas con cariño. Hoy transformamos ese recuerdo en una tarta mousse ¡¡que quita el sentido!!
Ingredientes para un molde de 15 cm:
150 g de galletas tipo Napolitanas (con canela).
50 g de mantequilla a temperatura ambiente.
2 claras de huevo.
3 hojas de gelatina.
150 g de leche condensada.
80 g de leche.
240 g de nata.
1/2 rama de canela.
1/2 cucharadita de canela molida.
1 cáscara de limón.
1 cucharadita de zumo de limón.
Preparación:
En primer lugar ponemos las hojas de gelatina en remojo con agua fría. Reservamos.
Trituramos las galletas hasta hacerlas polvo y las mezclamos con la mantequilla, que habremos derretido previamente. Cubrimos la base de un molde desmontable con papel de horno y extendemos las galletas. Presionamos muy bien con ayuda de un vaso (por ejemplo) y reservamos en la nevera o en el congelador.
Calentamos la leche junto con la rama de canela y la cáscara de limón. Cuando esté a punto de hervir, retiramos del fuego y dejamos reposar unos cinco minutos, así la leche tomará el aroma de la canela y el limón.
Retiramos la rama de canela y la cáscara de limón. Con ayuda de unas varillas desleímos las hojas de gelatina {muy bien escurridas} en la leche caliente, removiendo hasta que no haya ningún grumito. Entonces añadimos también la leche condensada y mezclamos bien. Reservamos, en un cuenco grande, en el que después nos quepa toda la mezcla. Dejamos que se temple.
Montamos las claras con unas arenitas de sal hasta que estén bien firmes. Cuando estén casi montadas, les añadimos la canela molida y el zumo de limón; terminamos de montar las claras y las añadimos cuidadosamente, con movimientos envolventes a la mezcla de leche que teníamos reservada.
Montamos la nata. También la añadimos al bol de la mezcla con cuidado.
Vertemos la mezcla sobre la base de galleta y alisamos la superficie con ayuda de una espátula. Llevamos al frigorífico un mínimo de 6 horas, aunque lo mejor es hacer la tarta por la tarde y que quede hasta el día siguiente, para que la gelatina tome firmeza.
Antes de servir, desmoldamos y decoramos con canela molida.
Nota: si os apetece servirla «helada» la metéis en el congelador sin decorar, dentro de su molde. El día que vayáis a servirla la sacáis del congelador unas por la mañana, la desmoldáis y la reserváis en la nevera. Así estará muy muy fría pero no congelada. Como si fuese una tarta helada. Decoráis con canela molida antes de servir, para que no se humedezca.