Lleva harina de maíz entre sus ingredientes y esto le da un sabor muy especial. Cuenta la leyenda que fue la Virgen la que preparó esta receta en agradecimiento por acogerla en una noche de tormenta. Sea cual sea el origen, merece la pena rescatar y recuperar las recetas de nuestra tradición culinaria, para seguir disfrutándolas generación tras generación.
Ingredientes:
5 huevos (separadas yemas y claras).
200 g de mantequilla a temperatura ambiente.
150 g de harina de trigo.
130 g de harina de maíz (de la amarilla).
10 g de levadura química tipo Royal.
1 cucharadita de vainilla (opcional).
230 g de azúcar.
azúcar glas (para decorar).
Preparación:
Una vez que hemos separado las claras y las yemas, montamos las claras a punto de nieve bien firme y las reservamos.
Batimos la mantequilla con el azúcar, hasta obtener una crema suave, con textura como de helado. Vamos añadiendo las yemas una a una, esperando a que esté bien integrada antes de añadir la siguiente. Añadimos también la vainilla (si es que queremos usarla).
Añadimos poco a poco las dos harinas tamizadas junto con la levadura, en pequeñas tandas, y seguimos batiendo, con cuidado de que no se formen grumos.
Finalmente, incorporamos a la masa las claras montadas a punto de nieve, con ayuda de una espátula y con movimientos envolventes, para que no se bajen mucho y pierdan aire.
Precalentamos nuestro horno a 180ºC. Cubrimos el fondo de nuestro molde desmontable con papel de hornear y untamos las paredes con mantequilla. Vertemos la masa en el molde y la nivelamos dando un par de golpecitos sobre la encimera.
Horneamos unos 40-45 minutos a 180ºC, con calor arriba y abajo, hasta que al pinchar el bizcocho, la brocheta salga limpia.
Dejamos enfriar sobre una rejilla y espolvoreamos con azúcar glas cuando esté frío.