Este fin de semana toca descubrir algunas de las muchas bellezas incomparables que tiene la vecina Asturias. El plan incluye la ruta del Desfiladero de las Xanas, el ascenso a Peña Castil y el Camín Encantau.
En el corazón de Asturias se encuentra el espectacular Desfiladero de las Xanas, cuya ruta es considerada como la hermana pequeña de la famosa Garganta del Cares, pero con una peculiar belleza encajonada y menor afluencia de senderistas. Desde el área recreativa Las Xanas, un sendero peatonal nos sube paralelos a la carretera que lleva a Tenebreo, hasta que en poco menos de 400 metros, llegamos al acceso a la senda que se encuentra a nuestra derecha, bien balizada y señalizada con una losa de piedra labrada que indica el comienzo del desfiladero.
Unos metros más arriba, y tras pasar un pequeño túnel, nos adentramos de lleno en el desfiladero, la zona más abrupta, con numerosos túneles tallados en la roca caliza. El desfiladero llega a alcanzar en este punto una profundidad de más de ochenta metros. La longitud total de la garganta fluvial es de unos dos kilómetros.
La ruta es ideal en cualquier época del año y apta para todas las edades. La senda fue cincelada en la roca en un malogrado proyecto de carretera en el primer tercio del siglo XX, para conectar las poblaciones de Pedroveya, Rebollá y Dosango con el valle del Trubia.
Con el río a nuestros pies, vamos contemplando impresionantes precipicios. De hecho varias zonas están equipadas con pasamanos de cuerda para transmitir sensaciones de seguridad a posibles senderistas con vértigo, aunque son innecesarios.
En nuestro caminar hacia Pedroveya, vamos atravesando varios túneles esculpidos en la roca caliza a media ladera. El nombre del desfiladero hace honor a las Xanas, hadas de la mitología astur, que habitan en los ríos y fuentes de esta hermosa región.
Poco a poco el desfiladero va ganando altura hasta llegar a una profundidad de unos 90 m. En esta zona, sobre todo en época de lluvias o deshielo, mirando al fondo veremos las cascadas que forma el Río Viescas antes de confluir con el Río Trubia.
En parte de la subida han puesto unas cuerdas de protección aunque el camino es suficientemente ancho como para hacerla sin peligro. Siempre y cuando estemos atentos.
Aquí debemos tener cuidado de “pegarnos” bien a las paredes y, si es posible, sujetarnos a las cuerdas de seguridad ancladas en la piedra, pues las cornisas dejan ver precipicios de más de 80 metros de profundidad.
Por su belleza y singularidad geológica fue declarado Monumento Natural en el año 2002 y podemos recorrerlo por este camino que discurre en buena parte colgado en las paredes rocosas y atravesando varios túneles excavados en la piedra. Disfrutamos de la belleza de este paisaje y tratamos también de avistar algún buitre sobrevolando la zona.
La senda tallada en la roca fue construida en los años cincuenta con la intención de comunicar pueblos pertenecientes a tres municipios: Santo Adriano, Quirós y Proaza; pero las obras no llegaron nunca a finalizarse, quedando hasta la fecha como un camino que viene a las mil maravillas para los intereses del senderista.
El desfiladero, de dos kilómetros de longitud, cuenta con desplomes verticales espectaculares de casi quinientos metros, resultado de la paciente excavación de la montaña por el río Viescas en su descenso para confluir con el Trubia.
Yo hago alguna de las mías y me subo a unas piedras pero con cuidado que ya no tengo 20 años, ni 30, ni 40, ni 50… Al poco de dejar atrás el último túnel del desfiladero entramos en la zona boscosa.
Tras acariciar los saltos de agua del Arroyo de las Xanas, también llamado Viscas, la senda va saliendo poco a poco del estrecho desfiladero, y se interna en un bosque de hayas y castaños.
Seguimos avanzando y atravesamos el arroyo por un pequeño puente de madera que nos dejará en un espectacular entorno, donde nos encontraremos por nuestra izquierda primero una mina abandonada y después las ruinas de un molino de agua.
Después de esto, el sendero gira a la derecha, ascendiendo a través de unas escaleras muy empinadas con escalones realizados en madera. Este trozo de sendero transcurre paralelo a distintas fincas y prados. Tras la subida, llegamos a un cruce de caminos. A la derecha la Rebollá y a la izquierda Restaurante de Pedroveya, camino que tomaremos nosotros.
Avanzamos en ascenso un poco más y salimos a campo abierto, rodeados de prados y con panorámicas majestuosas, donde se encuentra la Ermita de San Antonio de Pedroveya, en cuya entrada destaca un tejo centenario. Este mágico lugar es el final de la Ruta de las Xanas, con excepcionales vistas de los prados, montañas y bosques que nos rodean.
Después de terminar la ruta nos dirigimos a Proaza para ver si encontramos dónde comer o una tienda para comprar un bocata. Nos aproximamos al Área Recreativa de Tuñón donde sobresale una enorme escultura de un oso que recuerda a los viajeros la seña de identidad de esta Vía Verde. Cuando llegamos a Proaza entramos en una tienda y nos encontramos con este oso que da la bienvenida a los clientes.
Comemos el bocata en el área recreativa de Buyera que se sitúa en el kilómetro 12,3 de la carretera de Trubia-Proaza. Por encima de ella pasa la Senda del Oso y cerca de allí se puede ver el cercado de las osas Paca y Molina.
Paca y Tola (Tola falleció el 19 de enero de 2018) se hicieron famosas al quedarse huérfanas en 1989, cuando un cazador furtivo mató a su madre en Tineo (Asturias). El día 19 de septiembre de 2013, técnicos y guardas del Principado de Asturias rescataron una osezna de 8 meses de edad que se había despeñado en una zona muy escarpada próxima al puerto de Leitariegos, que se llama Molina y es la que vive ahora con Paca. Yo no sé cuál es la de la foto y la encontré de casualidad en el cercado ya que había más gente viéndola.
Hoy elegimos el hotel Villa de Cabrales. El Hotel Villa de Cabrales, en Arena de Cabrales, es una antigua casona restaurada en 1996, respetando el estilo de las construcciones tradicionales de la zona. Con fachada de piedra, el interior combina decoración rústica con un equipamiento más moderno. Nos cuesta 50 euros por noche más otros cinco el desayuno por persona y día.
Después de una buena ducha vamos a tomar algo por el centro de Arenas de Cabrales. Estamos callejeando hasta llegar al viejo puente que atraviesa el Arroyo Ribeles que ya conocemos de las anteriores veces que hemos estado aquí.
Arenas de Cabrales tiene un divertido reclamo para los visitantes. Una escultura de piedra y hierro en forma de bicicleta antigua y más de 3.000 kilos de peso, elaborada por Silfredo Torrado y Carlos Cardín. La rueda emula a un queso cabrales y en la base de la escultura puede leerse la frase «Cabrales… Súbeme». La otra foto es por la noche con las señales de mis direcciones favoritas.
Después de cenar y antes de irnos para el hotel, que mañana hay que madrugar, damos un paseo por Arenas de Cabrales por la parte del río Casaño, cruzando un bonito puente peatonal.
Segundo día. Peña Castil
Hoy madrugo para ir a Vegas del Toro, a ver si por fin consigo subir a Peña Castil. Sobre las nueve de la mañana llego a Vegas del Toro (1060m) con el coche un poco sucio para iniciar la ascensión. Voy a empezar por debajo de las paredes de una bonita mole, el pico Escamellau (2072m).
Tomo el sendero que pasa entre las cabañas y se interna en la llanura que da entrada al Valle de Las Moñetas y a la Canal de Fresnedal, siendo esta última la ruta que seguiré con la intención de alcanzar la Horcada de Camburero, situada 1.000 metros por encima del punto en el que me encuentro ahora mismo. El Canal del Fresnedal es el nevero más largo que se ve en las fotos.
Pronto empiezan los problemas. Tengo que ponerle los discos grandes de nieve a los bastones y también los crampones a las botas. Me parece que no va a ser fácil llegar a la cumbre
Hace un día espléndido. Cuando empecé la subida entraban algunas nubes, pero ahora está todo despejado. Es difícil tener días así en estas montañas.
Viendo para atrás veo la cantidad de metros que he subido y el camino donde tengo el coche aparcado parece minúsculo. En cambio viendo de frente veo la cantidad de metros que aún me faltan por subir y cada vez con más nieve.
Voy haciendo alguna parada ya que me entierro mucho en la nieve y me cuesta mucho esfuerzo avanzar. Poco a poco voy cogiendo altura pero cada vez me cuesta más. Veo que otros montañeros vienen por atrás y decido ir más despacito para que me alcancen.
Los otros montañeros son una pareja que pronto llega a mi altura. Vienen preparados con piolet y unos buenos crampones. Se paran un poco a hablar conmigo y como no saben dónde es la Cueva del hielo, les doy mis planos ya que yo decido no seguir. Cada vez hay más nieve e incluso me colé en una pequeña sima de pequeña profundidad. Descanso un poco y doy la vuelta.
En la gestión de riesgos en la montaña es muy importante afinar la toma de decisiones para interpretar correctamente cuando es el momento de darse la vuelta. Porque ya se sabe: una retirada a tiempo…
Precisamente, entre los montañeros de nivel medio uno de los problemas más frecuentes es no saber darse la vuelta cuando se encuentra un terreno peligroso para el que no se tiene el material adecuado. Peña Castil, otra vez será.
Camín Encantau
Ya estoy otra vez en Vegas del Toro o de Sotres, que es una extensa majada con núcleo de cuadras y cabañas, al abrigo del P. Juandfría (1.614m), donde tengo aparcado el coche. La última foto de esta mañana es al río Duje, afluente del Cares que separa los macizos central y oriental de los Picos de Europa, para alcanzar los elevados puertos de Áliva.
Para comer, como no hay mucha hambre, pedimos una tabla de embutidos ibéricos que estaban buenísimos en el café bar La Plazuela, que está en la Plaza Castañeo, una plaza peatonal en el centro antiguo de Ares de Cabrales.
Después de comer me dirijo a una ruta que tenía planeada por si fallaba algo. La del Camín Encantau no es una ruta como las otras, sino que se trata de una muy especial, envuelta por un halo misterioso, un camino lleno de fantasía y de magia. Durante el recorrido iremos viendo las diferentes tallas, junto a carteles explicativos, siendo la primera de ellas la conocida como Reunión de Trasgos, junto a la cual podemos leer: “Los trasgos os dan la bienvenida a la ruta encantada. No la llaman así por nada. Está repleta de sorpresas, unas más agradables que otras. Así que tened los ojos bien abiertos y no os salgáis del camino”.
Muy cerca podremos observar un jugador de bolos, que nos hace la siguiente advertencia: “Los bolos son como la vida. Hay que tener paciencia, serenidad, decisión, y al final, algo de suerte… que está, cómo no, en una buena bolera”. La longitud de la ruta es de unos 10 kilómetros, y la duración se estima de unas tres horas, durante las cuales podremos ver atractivos pueblos y maravillosos parajes. La ruta se encuentra muy bien señalizada, y es circular.
Después de subir un poquito más llegamos a un pueblo pequeñito llamado Gomezán donde nos esperaba el “Sumiciu”. Su cartel decía: “Dicen que no existo. Pero cuando desaparece algo se acuerdan de mí. Mira bien en tus bolsillos antes de seguir el camino, no acepto reclamaciones. Además no existo… ¿O sí?”. Un caballo viene a darme las buenas tardes.
Empezamos ya a ver las primeras viviendas de la parroquia de La Maletería cuando nos encontramos con El Hombre del Sacu, cuya advertencia nos suena más bien a amenaza: “¿Te asusté? No, claro que no. De día sois todos muy valientes. Ni al hombre del saco le teméis. Pero en estos bosques es fácil perderse, y no soy lo más temible que vas a encontrarte”.
Una vez nos alejamos de La Maletería sale a nuestro encuentro El Pataricu, un gigante con un solo ojo, un cíclope con un gran sentido del olfato y del cual se dice se come a los náufragos y otros mortales. Su cartel no es que sea muy tranquilizador: “Soy el Pataricu. Puede que sólo tenga un ojo, pero te llevo vigilando desde que llegaste. Dicen que me alimento de niños pero es mentira, sólo el día de mi cumpleaños. ¿Adivinas que día es hoy?”.
Muy cerca de él encontramos el Diañu Burlón, el cual nos comenta: “Soy el Diañu Burlón y nunca podrás atraparme. Ni los romanos pudieron, y esos sí que eran listos, no como tú. Puedo cambiar de forma y engañarte para que hagas lo que yo quiera. ¡Ay!, qué tontos sois los humanos”.
Seguimos nuestro camino y, ya casi llegando a la localidad de Villanueva nos espera el Nuberu, un personaje que se divierte provocando tempestades y tormentas, ya que controla el tiempo a su voluntad. Nos advierte sobre ello de esta manera: “Soy el Nuberu. Yo mando sobre la lluvia y los vientos. El relámpago es mi látigo y el trueno mi voz. ¿Quieres llegar seco al final de tu camino? Pues respeta la naturaleza o tendré que enfadarme”. Continuamos un rato por carretera y vemos el “Segador” sentado “cabruñando (afilando) su guadaña al lado de una bonita fuente). “Aquí hasta las guadañas están vivas. Y si no cuidas de ellas, ellas dejan de ayudarte”.
Lo siguiente que me encuentro es el Tío Pachu. Supongo que Tío Pachu es particular de la casa rural y no pertenece a la ruta, pero lo saco aquí porque me cae simpático, y la boina mola.Por cierto, y ahora que lo pienso… Ya casi no se ven abuelotes con boina o boína, que también se dice.
El próximo pueblo que hallaremos es Ardisana, también de una gran belleza, donde encontremos el Cuélebre, una criatura en forma de serpiente alada, cuya misión principal es vigilar tesoros. Parece que se alimenta de seres humanos, no teniendo muchas manías, ya que le da igual que estén vivos o muertos. En su cartel podemos leer: “Soy el cuélebre. La serpiente alada que cuida tesoros y princesas. ¿Quieres llevarte el tesoro o a la princesa? Puedes intentarlo, pero ya me he comido a muchos valientes como tú en los últimos tres mil años”. Descendemos ahora por el camino que une Ardisana y Ricaliente. Antiguamente era la vía de comunicación de los pueblos y se subían por esa cuesta a los muertos hasta el cementerio de Villanueva. En este lugar hay una cruz denominada “La Cruz de los Garabiales” que data del 1761 y era el lugar donde la comitiva fúnebre se paraba a rezar y descansar.
La ruta nos hace recorrer parte del pueblo y vuelta a la carretera hasta volver a adentrarnos al bosque. Lavando ropa está “La Lavandera” en la orilla de un riachuelo y nos dice que “Si me ves es que las malas noticias no tardarán en llegar. Hoy seré buena contigo, pero si otra vez me oyes cantar mientras lavo la ropa mejor echa a correr”. Aunque hay un banquito para sentarse a descansar, preferimos seguir con el camino.
Poco más abajo damos con el simpático “Busgosu”, y su cartel dice así: “Soy el Busgosu. Amo y señor de los bosques. Soy tan viejo como el musgo y tan astuto como el zorro. Espanto a los cazadores que quieren matar a las criaturas que aquí habitan y si te pierdes te ayudaré a salir del bosque. Eso si te has portado bien con él. ¿Lo has hecho?”. Me cae bien este personaje.
Al final de la bajada ya en el pueblo de “Ricaliente” está “La Manona” con un mensaje que bien podía ser para el comienzo de la ruta y no para casi el final: “Que se detengan los que no respetan la naturaleza ni sus leyes. Que continúen su camino los que aún creen en mundos ocultos y seres mágicos”.
En Ricaliente, donde tenemos que aprovechar para visitar su conjunto de hórreos, encontramos nuestro último personaje, La Castañera, que nos hace el siguiente comentario: “¿Habéis disfrutado de la ruta? Os vendrían bien unas reconfortantes castañas, ¿verdad? Y a mí de no ser de madera, no te digo”.
Y después de 2h 15m termino esta bonita ruta y regreso a Arenas de Cabrales.