Algo absurdo en unos días en los que ese tipo de negocio se beneficia de la afluencia de visitantes. Y no nos referimos a los que están ubicados en zonas alejadas del centro y poco frecuentadas por el turismo, sino en el propio Casco Vello de la ciudad de Vigo. Esto demuestra una desastrosa planificación de este tipo de negocios por parte de sus dueños y de sus gestores. En otras localidades, en cambio, cualquier fecha en la que los forasteros hacen acto de presencia, los negocios permanecen abiertos como un cebo tentador ante la posible pesca de clientes. En Vigo ya existe una afluencia turística suficiente para que los locales hosteleros y comerciales, siquiera los del centro urbano y los del Casco Vello, permanezcan abiertos y eviten esa imagen penosa de grupos y de familias enteras de forasteros deambulando de un lado para otro buscando donde realizar unas compras o donde poder comer o tomarse un café o un refresco.