Son malos tiempos para el turismo en una ciudad como Santiago de Compostela. Antaño eran los estudiantes universitarios los que le daban vida y negocio, así como el Año Santo Compostelano que se celebraba con el intervalo de varios años. Pero todo cambió con la promoción del Camino de Santiago llevada a cabo por el entonces conselleiro Víctor Vázquez Portomeñe, con la figura del Pelegrín como símbolo del Xacobeo del año 1993.
A partir de ese año, la ciudad compostelana comenzó a abrir las puertas a un turismo que ya no dependía exclusivamente del Año Santo, sino que llenaba las calles de la ciudad durante todo el año. Muchos establecimientos mudaron su oferta para sumarse al conjunto hostelero, que ofrecía al visitante una buena acogida tanto para pernoctar como para disfrutar de la buena mesa. Así, de aquellos años a esta parte, las históricas calles del Franco y de A Raiña, llenas de bares que ofrecían vinos y comidas y que eran frecuentados exclusivamente por los estudiantes, fueron transformándose para captar al turismo. De este modo, en esas calles sólo quedan contados negocios de aquella época: el Orense, La Cueva, Trafalgar, y algunos más que permanecen prácticamente igual que antaño. Sin embargo, otros que entonces eran típicos cambiaron su imagen con los nuevos tiempos, tal es el caso del histórico bar 42, en El Franco, que era un lugar de vinos servidos en taza —cunca— sobre unos barriles apoyados en un suelo de tierra batida, y que pasó a ser un local remodelado con muy buena cocina y acompañada de vinos de marca servidos en copa de vidrio y con mesas con mantel. Pero este no fue el único caso, porque, salvo excepciones, casi todos corrieron la misma suerte y ahora, a las calles del Franco y de A Raiña también se han sumado las calles adyacentes, tanto cercanas como lejanas, incluyendo muchas callejuelas por las que antes no pasaba nadie.
Se puede afirmar que el turismo ha transformado la ciudad de Santiago de Compostela y que Víctor Vázquez Portomeñe bien merece un reconocimiento. Incluso la lluvia no resulta impedimento para que las calles compostelanas se llenen de gente. Lo único que ha conseguido paralizar esta dinámica turística que genera riqueza y empleo para toda la ciudad es la amenaza del Covid19. En este mes de agosto de 2020 sólo se ha recuperado una parte del turismo y es preciso impedir que el Covid19 gane terreno y arruine el resultado del esfuerzo y el trabajo de muchas décadas. Esta fotografía, tomada en A Raiña en la tarde del domingo 16 de agosto, da buena cuenta de la situación, y no es precisamente la consecuencia de la lluvia, sino del virus. La responsabilidad de pararlo es de todos, no arruinemos la economía.