Salimos sobre las diez de la mañana de la playa de la Calzoa, en Coruxo, que es donde tiene Samuel su barco y vamos navegando cerca de las playas que desde aquí tienen un punto de vista distinto al que estoy acostumbrado. Bajo estas líneas, la playa de O Vao.
El siguiente punto por el que pasamos es la isla de Toralla, que vemos desde una perspectiva también diferente ya que cuando voy a Cíes con la naviera pasa mucho más lejos.
Antes de empezar a hablar del paseo quiero dar las gracias a Samu por invitarme a venir ya que además se encargó de pedir todos los permisos que hacen falta para visitar la isla, como por ejemplo el de fondeo. Y es que para navegar por la zona, fondear o hacer submarinismo hay que pedir permiso del parque nacional.
El barco de Samu es un viejo barco de pesca perfectamente restaurado pero conservando la estética tradicional aunque, eso sí, hoy en día está adaptado solo para el disfrute de la navegación.
En la proa del barco llevamos una pequeña barca de poliéster que es la que nos va a acercar a la playa cuando lleguemos a la isla. Y ya tengo a la vista mi objetivo de hoy, la isla de San Martiño o isla Sur que hace tiempo que tenía entre mis objetivos.
Tiene forma triangular y está separada de la costa por un estrecho conocido como Freu da Porta. Se orienta hacia el noreste y presenta un relieve abrupto, con acantilados de considerable altura en todo su perímetro a excepción de la ensenada donde se origina un sistema dunar y nace la playa que lleva su mismo nombre.
Conforme nos vamos acercando a las islas entra en mí la fiebre de apretar el botón de mi cámara de fotos y aunque las olas mueven bastante la embarcación no puedo dejar pasar la ocasión de fotografiar el Faro dos Bicos, al que nos aproximaremos después por tierra. También el faro de Monte Faro en la isla Norte, con su famosa rampa de ascenso.
Cuando llegamos a la isla soltamos el ancla y bajamos a tierra poco a poco en la pequeña barca de apoyo que traemos. Ya en la isla, hago la primera foto de las muchas que voy a hacer de la playa de San Martiño.
Con forma aconchada y en un entorno prácticamente virgen, permite la práctica del nudismo en sus 500 metros por 80 de ancho de extensión.
El nivel medio de ocupación es alto aunque hoy como se ve no hay casi nadie. Es una playa aislada y, en definitiva, un enclave espectacular ubicado en el isla sur del archipiélago de las Cíes.
Al final de la playa, cerca de la casa del vigilante, hay unas formaciones rocosas muy bonitas y que dejando volar un poco la imaginación ofrecen multitud de formas. A mi, la de debajo de estas líneas, me recuerda a la concha de una tortuga.
En la playa también nos encontramos con una zona dunar vallada para delimitar la zona del arenal con la de las dunas. Me encuentro, además, varios cardos marítimos, una planta vivaz que puede llegar a medir 60 centímetros de altura, muy espinosa y de un llamativo color verde azulado.
Siguiendo mi paseo por este arenal veo que hay mutitud de conchas sobre la fina arena y también desde la playa y cerca de la fábrica de salazón veo dos grandes pinos mansos que tapan la vista de una de las casas restauradas de la isla.
Antes de hacer el recorrido por la isla nos quedamos un rato en la orilla para darnos un buen baño en la regular tirando a fría agua de esta playa y esperar a que sea la hora de comer.
Y por fin vamos a intentar dar un paseo por la isla. Nos dirigimos a la parte sur de la playa, donde nos encontramos con un antiguo muelle embarcadero del cual ya no queda mucho. Como podéis ver, una de las fotos es con la pleamar y la otra con la marea baja.
Al pasar el embarcadero subimos unas rocas y vemos un casa que aunque antigua sigue en pie en perfecto estado y con un letrero en la entrada de la finca en el que se prohibe el paso.
La dejamos atrás y llegamos a los restos de una fábrica de salazón, una de las dos que se instalaron en las islas en 1840. Una estaba en la isla Norte, donde se ubica el actual restaurante de Rodas, y la otra en esta isla Sur.
Seguimos por un pequeño sendero sin marcar pero con ligeros rastros de pisadas y llegamos a unas escaleras que nos trasladan a una tupida zona de bosque hasta hacernos sentir en un lugar idílico tipo La Comarca, de donde parten los pequeños hobbit junto al mago Gandalf hacia miles de aventuras en “El Señor de los anillos”. Lo siento pero al llegar a sitios así no puedo evitar acordarme de la película.
Sigo delante abriendo paso y fijándome muy bien en donde piso en este sendero que posiblemente sea del servicio de vigilancia del parque. Llegamos a una vieja construcción casi totalmente cubierta por la maleza y que creemos que es el molino del que hemos leído en internet pero se trata de otro, el Muiño da Ferraría.
A los lados vemos un muro de piedras que suponemos era para separar las antiguas parcelas de la isla. Al llegar a casa en un mapa que encuentro en internet veo que pueden ser los restos del Eremitorio de San Martiño.
Y después de un largo tramo por una zona cubierta por altos helechos conseguimos atravesar la isla y llegar al que ahora sí que vemos que es el Muiño do Limpiño del que habíamos leído algo en la red. Tengo que deciros que para llegar hasta aquí hemos respetado toda la vegetación del camino sin romper ni siquiera una zarza.
El Muiño do Limpiño no queda casi ningún resto, solo se ve la torre de la levada que traía agua de una pequeña presa que pudimos ver al bajar, eso sí, con bastante dificultad y aque se encuentra tapada casi totalmente por la vegetación.
Entre otras, le falta la piedra volandera que es la que giraba sobre la de la foto, que es la piedra durmiente, y no se quién habrá podido llevársela porque para llegar hasta aquí hace falta un carro pero de combate.
Bajo un poco y llego a la orilla desde donde puedo ver una preciosa vista d ella Punta da Penela do Limpiño y las Enseadas de Limpiño e Lumbrigantes. En esta parte el océano suele romper con gran virulencia pero hoy se encuentra bastante calmado por lo que aprovecho para recorrer un rato la costa por las rocas.
Intento así llegar lo más cerca posible del Faro del islote Boeiro (también conocido como islote Agoeiro), situado en la entrada de la Ría de Vigo, al sur de las Cíes. La torre de esta baliza está pintada en blanco y rojo y ni está habitado ni es visitable. Según el plano de balizamiento del puerto de Vigo emite una luz roja con un grupo de dos destellos cada siete segundos y con un alcance de siete millas.
Veo que mis compañeros de excursión de hoy están aburridos y decido dar la vuelta para regresar a la playa.
Volvemos por el mismo sitio y siguen ahí las trampas para visones que nos encontramos en la ida. Son la principal amenaza para la fauna autóctona del parque nacional y que campan a sus anchas por la isla. Nosotros no vimos ninguno pero sí más de diez gaviotas muertas.
Pasamos por debajo de un viejo árbol que algún temporal tiró al suelo y pronto estamos de vuelta en la playa donde se deshace el grupo y mientras tres se quedan en la playa otros tres vamos a intentar llegar al faro.
Entramos en el monte por donde está el antiguo espigón, bordeando por la izquierda la casa antigua de la playa. Pronto encontramos un sendero o lo que pensamos que es un sendero ya que sube, baja y vuelve a subir pero siempre con unas impresionantes vistas, primero de la playa y luego de la zona de acantilados.
Después de un buen rato llegamos a un sendero que conozco (tras verlo en Google maps) y hacia abajo vemos el muelle de San Martiño por lo que suponemos que subiendo llegaremos al faro.
Al pasar la zona de árboles ya distinguimos a nuestras espaldas las otras islas y claramente la playa de Rodas. Pero como nuestro objetivo en estos momentos es subir no podemos entretenermos con lo que tenemos detrás aunque las vistas son maravillosas.
Sin salir del camino vemos como las gaviotas se molestan bastante con nuestra presencia y es que por aquí debe subir muy poca gente.
Seguimos subiendo pero lo que vemos nos hace detenermos de nuevo. Es una vista impresionante de las Enseadas de Limpiños y Lumbrigantes y la Punta da Penela do Limpiño donde ya estuvimos cuando visitamos el molino.
Ya se ve en las fotos que al final se quedó un día soleado, sin prácticamente oleaje a pesar de que esta isla suele recibir bastante solo con que se levante un poco de viento.
Llegamos a la cumbre del monte Pereira, de 175 metros sobre el nivel del mar y siguiendo un poco más llegamos al Faro dos Bicos, que se encuentra al final del estrecho camino junto al otro pico O Cabezo de Cabo de Bicos, de 131 metros.
Descansamos un poco y disfrutamos del paisaje, del acantilado y el Cabo dos Bicos, distinguiendo perfectamente Monteferro. Entre Cabo Home y Monteferro hay una distancia de diez kilómetros pero desde este faro es bastante menor.
Antes de bajar hago una foto del interior de la ría desde el faro pero con el objetivo 70-300 de la cámara y por eso se ve tan de cerca. Hago otra al faro del Islote Boeiro.
Mientras bajamos tenemos una agradable vista sobre las otras islas, la de Monteagudo o Isla Norte y la Illa do Medio o del Faro con la superfamosa playa de Rodas como separación o punto de unión, según se vea, de ambas.
El camino termina en el muelle de San Martiño o embarcadero de Fornos, que es solo para uso del mantenimiento del parque nacional y donde está prohibido el atraque sin autorización.
Esta zona es muy abrupta, rocosa y con acantilados donde el mar rompe con fuerza. Por ello son características de estas islas las cuevas excavadas por el mar, llamadas aquí Furnas. Como se ve en estas fotos, son pequeñas pero en la vertiente oeste, que mira hacia el océano Atlántico, son más profundas. En todo el parque nacional hay 56 cavidades con más de 1,7 kilómetros de galerías.
Tras un pequeño descanso en el muelle, donde volvemos a encontrarnos con gaviotas -algunas muertas-, regresamos a la playa donde nos espera la otra parte del grupo. Dos horas después de dejarlos llegamos y nos damos un chapuzón con la marea baja, que deja ver la vida que habita en las rocas.
Aunque muchos buscan lugares paradisíacos fuera de nuestras fronteras, lo cierto es que aquí se esconden rincones verdaderamente bellos. La playa de San Martiño es uno de ellos.
Ya es la hora de irnos y hago las últimas fotos al precioso arenal. Son las ocho de la tarde y Samu nos lleva uno a uno en la barca de apoyo hasta el barco, el Trafalgar.
Recogemos bien todo, atamos la barca de apoyo y ponemos rumbo a casa. Ha sido un día inolvidable, como casi todos en los que visito las islas de los Dioses.
La vuelta a casa fue un poco más movida ya que se levantó un poco de viento pero todo salió bien y llegamos a casa. Nada más por esta ocasión, solo dar las gracias de nuevo a Samu por esta invitación y pedirle que vuelva a contar conmigo para la próxima.