Empiezo sacando una foto al indicador de la ruta, que está pegado a un tráiler y no me sale demasiado bien. Enseguida me encuentro con un peto de ánimas, el primero de los que me encontré a lo largo del día.
Entro en la plaza, siguiendo la dirección que me indica una flecha hasta alcanzar un cruce. A la derecha a poco más de 50 metros hay un lagar y una «eira» de los antiguos «cereiros». Es la «Eira da cera de tío Bernardo». En el lagar, recientemente restaurado, podemos ver los medios que utilizaban estos trabajadores para realizar velas.
Al llegar a un hermoso «cruceiro» que hace las veces de rotonda, entro en el barrio de Margarida y hay también una fuente donde puedo llenar la cantimplora. El camino sigue a la derecha. Aún acabo de empezar pero de momento todo está perfectamente señalizado y con placas informativas.
La iglesia de Santa María de Paraños es lo siguiente que veo. Es una interesante construcción del siglo XVIII y es lo único que puedo decir de ella ya que no encuentro ninguna información en internet. Me salen muchos perros al camino aunque son pequeños y no me asustan.
A medida que camino por la estrecha calle, dejo a mi derecha la iglesia, más adelante un palomar y a ambos lados casas de estilo tradicional y muy bien rehabilitadas. Al final del lugar, dejo a la derecha una plazoleta y entro en un camino de carro fuera del asfalto y que me pone en contacto con el protagonista de este sendero, el río Xabriña.
Es un afluente del Tea y esta ruta lo que busca es su nacimiento pero sin llegar a él. Durante el recorrido hay molinos, levadas de agua y pontellas de viejas losas gastadas por el paso del tiempo.
Todos los bosques avivan mi imaginación e intullo la presencia de trasnos, xanas y bruxas mientras camino, entre la frondosidad de los carballos, los pinos y los acebos. Me viene a la mente el conxuro más famoso de todos, el de la Queimada.
Al alcanzar el puente de madera paso a la otra orilla y sigo el río arriba caminando por un estrecho sendero de pescadores. Paso junto al molino de Recoucón, que casi no se distingue entre la maleza y en el interior la muela de moler también se encuentra cubierta por completo de musgo.
Tras ascender por unas escaleras de madera me sitúo en un plano superior, en una «levada» por donde discurrían las aguas para poder mover las maquinarias de varios molinos. En la otra orilla del río veo más molinos «camuflados» y también con su nombre pero esta vez no tomé nota de ellos.
Una escalera de madera desciende a orillas del río en donde me encuentro una fuente cuya virtud es que sus aguas estimulan el apetito, de ahí su nombre de «Fonte da fame» (no tengo foto). Continúo disfrutando del espectáculo que me ofrece este tramo del Xabriña y llego al molino de Las Medelas, con doble muela, y cuyo interior atraviesa el sendero.
El siguiente molino es el de Paquito, rehabilitado y en funcionamiento aunque hay que llamar a un número de teléfono que pone en la puerta si lo quieres ver en marcha.
Alcanzo el puente peatonal de Outeiro por el que paso a la otra orilla. Sigue todo muy bien indicado y con todos los molinos, puentes o fuentes con sus nombres para no perderse nada.
Mi siguiente parada es el molino de Outeiro y aprovechando que la levada no lleva agua entro por debajo y le saco una foto a la rueda, que se llama rodezno y que es la que se movía con el agua. En esta ruta casi todos los molinos la conservan y es raro, ya que las suelen robar.
La otra foto es del agujero por donde entra el árbol del molino, que es el que hace girar las muelas.
El siguiente molino es el de Rita, también con doble muela. La de arriba se llama volandera y la de abajo es la durmiente.
Llego al área recreativa de Roupeiro. En este rincón del itinerario podemos hacer un descanso y ahí está el muiño da Ponte, con doble muela y rehabilitado. Como está abierto entro y veo que tiene todos los aparejos para moler.
Una fuente sale del tronco de un árbol y aprovecho para beber un poco.
Dominando la otra orilla tenemos tres molinos más, de Peso, de los Durán y de Xirondo. Y a continuación la poza de Brea que invita al chapuzón en los meses de verano.
Un molino más y ya voy pensando en dejar de sacarles fotos porque aún me quedan muchos. El Xabriña serpentea y sus cristalinas aguas reflejan toda la cúpula vegetal que nos ampara de los rayos solares. Pasamos junto a un conjunto de tres molinos más, das Tapadas, y a un puente de losas de piedra que se llama Pontella das Tapadas.
Pronto alcanzamos otro de los atractivos de este sendero, el Pozo do Demo, con un corto cañón fluvial y cascadas, pozas y toboganes que cambian en función del caudal del río. En las fotos no se aprecia lo bonito que es.
A continuación, otro de los lugares en que merece la pena detenerse para contemplar la cascada del río Azal y disfrutar del entorno de este bosque de especies autóctonas, un lugar óptimo para situar cualquier leyenda de las que nunca faltan en nuestras aldeas.
Para continuar, cruzamos los dos brazos del río por dos sendos puentes de madera y encontramos un camino que seguimos en sentido descendente.
Cruce de caminos entre A Lamosa, Prado y Paraños. Aquí arranca el llamado Camino Real que nos llevará a Prado. Este lugar es como un «punto cero» del Roteiro, donde se juntan dos grandes anillos en los que podemos dividir nuestra ruta. Las posibilidades y combinaciones son varias y la ruta se adapta a las necesidades o gustos del senderista.
Pasado el puente no debemos perder un pequeño desvío, por un camino a la orilla del río para visitar los molinos de A Ponte y de Parauta, este último hoy derruido tras caerle encima un carballo. También podemos ver una pequeña cascada de un regato cuyas aguas movían las muelas de estos molinos.
Llego al lugar de Arigua, en Prado de Canda. Encuentro un cruce con un peto de ánimas restaurado pero tres perros salen a mi encuentro y tengo que seguir con mi bastón de andar en alto para que sepan quién manda pero al mismo tiempo no puedo sacar la foto. Vuelvo a encontrar el río Xabriña aguas arriba del puente Folón y lo cruzo por una pontella de hormigón. Me quito un par de fotos en automático y sigo la ruta sin perder tiempo.
En el molino de As Ovellas puedo detenerme un poco. Por mi derecha marcha un camino hacia Corzós y por la izquieda sube un curioso camino hacia la Lamosa, que es el que voy a seguir y allí me encuentro otro peto de ánimas, ya cerca de la antigua carretera N120.
Llego a ésta, la atravieso y cojo el camino con tendencia a la derecha que veo de frente al otro lado de la carretera. Camino por él, entre casas, admirando la hermosa arquitectura rural de A Lamosa y ya encuentro la iglesia de San Bartolomé.
Paro a comer un bocata en el molino de A Grifa. ¿Cuántos de vosotros habéis comido en un molino mirando al río?
Llego a la última carballeira del día antes de llegar de nuevo al pueblo de Cotarel y ahí termino la ruta. Son las 14:51, es decir, 5 horas y 14 minutos de andaina y con un frío que pela pese a estar ya a finales de marzo. Con una altitud mínima de 345 y una máxima de 686 termino el paseo de hoy. De las rutas que he hecho es la mejor señalizada.