Ahora, en Santiago de Compostela, donde se utiliza el dicho “La lluvia es arte”, aprovechando que la ciudad se ha convertido en un destino turístico mundial que le ha quitado el protagonismo a su tradición universitaria, han inventado la lluvia embotellada. Sí, ahí la tienen, en forma de ampolla colgante. Y no se vende en un único establecimiento, sino en casi todos los especializados en recuerdos turísticos. Una anécdota simpática que no es barata, pero que resulta muy original.