Llego a una rotonda de Cans donde veo una escultura en homenaje al festival de cine que se celebra aquí todos los años. Desde la rotonda le saco también una foto al Castelo de Cans, que es uno de los sitios que visitaré durante la jornada.
El sendero de hoy comienza en el Alto do Confurco, situado en la parroquia de Cans y al lado del club Vitiza.
El sendero se llama PR-G 132 Ruta dos Montes de San Cibrán y la primera zona que me encuentro se llama Senderos de los molinos de Couso y lo que encuentro antes son los Muiños da Laxe. Ya se ve que tengo que subir la bici a hombros con bastantes dificultades.
En el inicio varias escaleras y pasarelas de madera ayudan a salvar un gran desnivel, mientras que se rodea el regato del Couso que antaño alimentaba a los siete molinos da Laxe. La escalera está muy resbaladiza y casi al empezar ya rodé con la bici por encima de cuatro peldaños. Voy a seguir con mucho cuidado ya que hoy por aquí no hay nadie.
Unos pequeños saltos de agua forman fervenzas ya que estos días atrás llovió mucho y el río baja con bastante agua. Las pasarelas y escaleras continúan y no tengo más remedio que seguir con la bici encima aunque tengo que decir que ya lo sabía porque me informé antes en internet y sabía que el camino era solo parcialmente accesible para bicicletas.
El siguiente que encuentro es el Muiño Novo, dotado de un pozo para que el agua entre con fuerza para mover las aspas que a su vez mueven las muelas.
El Muiño de Pontillón es el que sigue a continuación. Aún está dotado de las aspas que el agua hace girar y tiene unas varillas de hierro en la salida del agua para que no roben las aspas ya que estas cosas antiguas son muy codiciadas para adornar jardines particulares.
O Muiño Vello es el siguiente que me encuentro en esta dura subida. También está completamente reformado aunque no tiene las aspas. El último que me encuentro es el Muiño de Arriba, ya que al llegar a él tomo un desvío y me pierdo el siguiente porque no sabía que había más y parece ser que era el más bonito. Para la siguiente ocasión.
Cuando llego a este cruce dejo el PR-G 132 y sigo por el GR-58 para poder subir a los altos de Cans y de Budiño. Por el camino me encuentro con muchas formaciones de grandes rocas graníticas y desde la parte de atrás no se sabe realmente cuál es “El Pianista” o “El Beethoven”. Busco monte a través y por fin llego a O Castelo de Cans.
Hago cumbre con la bici a hombros después de pasar entre un montón de tojos y “silvas”. Ya se ve en la foto que aunque fue un tramo pequeño las piernas me quedaron bastante marcadas.
En lo alto de estos “penedos”, a una altura de 358 metros, se levantaba una fortaleza en la época medieval, que vigilaba el paso por entre este valle desde su privilegiada localización. Se le conocía con el nombre de Castillo de Miravel o Mirabel. Hoy en día, el alto donde se ubicó la fortaleza se denomina O Castelo de Cans, y ya allí nos encontramos la entrada que forma un pasadizo de roca por el que se accedía al patio de armas. Aquí la roca sirve de base y podremos apreciar los rebajes realizados sobre ella para asentar los sillares de las murallas, que medían entre 1,30 y 1,80 de ancho.
Ahora me acerco al borde para intentar sacar una foto a lo que se lee desde abajo.
Es muy poca la información que encontré sobre la historia de este castillo. Gracias a Ávila y La Cueva y mediante unos archivos de la catedral de Tui se sabe que la fortaleza fue ocupada por Paio Gómez, Tui Taján y otros compañeros, a los cuales posteriormente fue confiscada por el Rey Enrique III y donada a Álvaro Fernández de Valladares. Todo esto transcurrió durante el siglo XIV.
Después de ahí nada se sabe. Es posible que fuese destruido como otras fortalezas por la revuelta irmandiña (s.XV) y otra de las posibles causas de su desaparición podría haber sido la ordende los Reyes Católicos de destruir todos los castillso que no fueran cabeza de merindad. Sus piedras fueron arrojadas por el acantilado y aprovechadas posteriormente para otros fines.
En la cima me hago una foto tumbado y otra a O Porriño pero con cuidado de no resbalar ya que la altura es considerable.
Dejo atrás O Castelo de Cans y paso entre estas dos rocas que parecen la entrada al antiguo castillo. Estos lugares se caracterizan por sus enormes piedras, rotas, despedazadas pero todas formando parte de un gran conjunto. Parece que hubiesen caído directamente del cielo y al impactar se desfragmentaran en mil pedazos, cada cual más grande, más enigmático. Por ello, no es de extrañar que también hace miles de años llamasen la atención de nuestros antepasados.
Hago cumbre con la bici en una formación que sobresale de una forma espectacular de la montaña, formando enormes paredes verticales. Es el conocido como Faro de Budiño, una denominación muy común en Galicia ya que estos montes, debido a su orografía, servían de guía para caminantes desde tiempos lejanos. También es probable que sobre su cima se encendieran “fachos” o hogueras para alertar a las poblaciones interiores de cualquier incursión enemiga.
Sus grandes rocas forman enormes y caprichosas formas que servían de infranqueable defensa por lo que la zona era inmejorable para cualquier tipo de asentamiento humano y así lo fue durante siglos.
En lo más alto, a 399 metros, podemos adivinar los restos de un castro. Únicamente se puede ver una pared de un tramo circular de una vivienda y los restos de una gran cantidad de piedras que formaban parte del poblado y de las murallas, así como los restos de varias viviendas rectangulares. Junto los restos de la vivienda circular se puede apreciar lo que parece una pequeña piedra de los sacrificios.
Una de las cavidades que se encuentran en lo más alto, una especie de “furna” se abre en forma de grieta y acaba en un fantástico mirador. Lo más sorprendente es que en la brecha se encuentra una gran piedra vertical en el medio que supuestamente servía para golpear las paredes de la brecha y así crear un sonido grave, a modo de campana, que se escuchaba en gran parte de O Val do Louro. Esta piedra es conocida como O Catabún.
Más adelante, el lugar serviría como puesto de vigilancia de uno de los valles mas grandes de Galicia y de una de las principales vías de comunicación del sur de la región, pues era necesario cruzarlo para todo aquel que viajara a tierras de la histórica Tui o a las tierras de la vecina Portugal.
Intento ahora escalar un poco para que podáis ver la verticalidad de la roca pero no puedo sacar bien la foto.
El Faro de Budiño es el punto más alto de la zona y se divisa desde O Porriño,Mos, Tui, Salceda de Caselas… Tiene 400 metros y se supone que el lugar fue una de las zonas sagradas para los pueblos prerromanos (cosa nada de extrañar). Se supone que hacían sonas una piedra cuyo retumbar podía oirse en todo el valle para comunicarse con sus vecinos (yo nunca había escuchado tal cosa pero eso es lo que dicen los carteles).
La foto es la del bar del merendero, en el área recreativa de As Conforcadas, situada en la parroquia de San Xurxo (Vendanova). Tiene mesas y bancos, asadores y una fuente bajo unos enormes castaños, robles y acacias negras. También hay un molino aerogenerador.
Llegamos a este parque siguiendo la variante 3 del GR 58 Sendero das Greas, desde el camino que lleva al Faro de Budiño. Desde aquí parten la mencionada ruta GR 58 y la PR-G 132 Ruta dos Montes de San Cibrán.
Esta mole granítica es uno de los monumentos naturales más fácilmente reconocibles del sur de la provincia. El Faro do Budiño o Monte Faro es un lugar de peregrinación para los aficionados a la escalada y referencia indiscutible del Valle del Louro, que domina desde las alturas. Si pasáis cerca os recomiendo la visita. La última foto es del Faro desde cerca de Budiño, bajando ya hacia Salceda de Caselas.
Ahora me pierdo un poco y busco el camino que me lleva hasta el río Caselas. La “Senda dos Muiños” discurre por las orillas del río Caselas, desde la parroquia de Santa María hasta la de A Picoña, bordeando la de San Jorge.
Tiene dos kilómetros de longitud y su dificultad es completamente nula ya que no existen peldaños ni desniveles. El área recreativa O Rubal, justo al lado del río, y a la que se accede desde un precioso puente de madera.
Sigo avanzando y diviso a mano derecha las viviendas y el Pazo da Picoña, una propiedad privada no visitable del año 1603.
Vuelvo a cruzar el río y paso por una zona más frondosa que nos lleva al siguiente punto de interés, los molinos de Figueiras, que son dos unidades adosadas a las que se accede por una pasarela de piedra. Conservan su murete perimetral y sus canalizaciones de agua.
Llego al espectacular Muiño da Laxe o Dos Cregos, que como todos dispone de su propia placa informativa y es el centro de interpretación por lo que se abre con solicitud previa (en el teléfono 986 349 003) e incluso se pone en marcha para comprender su uso en el pasado.
La siguiente parada es en el área recreativa As Covas, que es un posible acceso en coche a los más perezosos. A su lado, el molino con el mismo nombre, Muiño das Covas, restaurado y de aspecto impecable.
Tras cuatro horas y media, termino la senda en la iglesia de Santa María de Salceda, reedificada en el año 1769 sobre la fábrica del antiguo monasterio fundado en el año 914. Es una obra artística de estilo toscano en la que destaca la portada norte de acceso al interior del templo, también conocida como Puerta de la Reina, en memoria de la reina Aragonta, esposa de Ordoño II que, ligada a una dramática historia de amor hallaría refugio en este monasterio.