Mientras navegamos nos van informando de cómo se formó la ciudad y un poco de su historia pero sobre todo lo que tiene que ver con el puerto. El guía nos dice que de aquí salieron miles de almas buscando fortuna y llegron piratas normandos, berberiscos, vikingos, romanos… todos buscando riquezas.
Un figurante vestido con las ropas de la época y haciéndose pasar por Don José Sarmiento y Valladares nos cuenta cómo fue la batalla de Rande.
Los galeones españoles cargados con el mayor envío que se conocia de tesoros procedentes de América iban al mando del almirante y general Manuel de Velasco y Tejada y estaban protegidos por los navíos franceses a las órdenes de François Loius de Rousselet, conde de Châteaurenault. Entraron en Vigo el 22 de septiembre de 1702 y se refugiaron en la ensenada de San Simón tras pasar el estrecho de Rande, protegido por el castillo de Corbeiro al norte y el de Rande al sur.
Os muestro dos grabados de la época que nos ayudan a imaginar cómo fue la batalla.
El total de las fuerzas fue de 13.587 hombres por la parte atacante, de los cuales 9.663 eran ingleses al mando del general Duque de Ormond y otros 3.924 holandeses bajo las órdenes del barón Sparr y del brigadier Pallandt. En la defensa, en el castillo de Rande había 350 marineros, 200 franceses y 150 españoles y en el de Cordeiro se puso al mando de don Manuel de Velasco dos compañías de soldados de su capitanía reforzados por 200 milicianos. A Vigo se destinaron 1.000 hombres de esta tropa. 500 a la ciudadela de El Castro y 300 al fuerte de San Sebastián. Mil más se situaron en la ensenada de Teis y 3.000 se mantuvieron en la reserva.
El precioso cargamento no fue descargado ya que los de Sevilla se oponían alegando que solo en su puerto se podía llevar a cabo tal maniobra. En esa espera, los angloholandeses descubrieron el escondite del preciado cargamento. Cuatro semanas después de la llegada de los galeones a Vigo, estos mantenían su preciosa carga.
Otras versiones dicen que el Consejo de Indias ordenó la descarga de las riquezas y que había dado instrucciones precisas sobre la forma en la que se debería realizar el desembarco, así como las estrictas comprobaciones que deberían hacer. El Consejo había comisionado a don Juan de Larrea esta labor y el 27 de septiembre ya se estaba procediendo al desembarco: por ello se estima que cuando se produjo el ataque no quedaba ya mucho en los buques salvo productos de menor valor (cochinilla, especias, telas, etc.).
Tras casi una hora, volviendo al presente, llegamos a la isla de San Simón, que estuvo ocupada por los templarios en los siglos XII y XIII hasta que la excomunión y disolución de esta orden deja la isla en manos de la Corona de Aragón, que la donó al Obispado de Tuy en 1370 en agradecimiento a su fidelidad.
En estos últimos siglos de la Edad Media se realizan numerosas romerías en la isla, y en este contexto se enmarca la conocida canción del trovador Mendinho ambientada en la isla de San Simón.
A día de hoy hay un busto de este autor en la isla, así como de los otros dos grandes trovadores medievales de la Ría: Johan de Cangas y, cómo no, Martín Códax. Así, lo primero que veo al entrar en la isla es la escultura de los Poetas del Mar, donde se alzan las esculturas de los trovadores. Esta obra es de Manuel Ferreiro Badía, en 1988.
Después, las escaleras por las que se accede al interior de la isla. La guía nos espera aquí caracterizada de monje en recuerdo a cuando se asentaba aquí la Orden del Temple. Es en este periodo cuando se construye la primera ermita de San Simón.
La capilla de San Pedro fue monasterio de templarios, posteriormente por franciscanos de la Orden de San Simón, en 1370 excomulgaron a esta orden ocupando el monasterio la diócesis de Tuy, un año después se la cedieron a Isabel la Católica cormo ofrenda. Fue víctima de saqueos y devastadores destrozos por parte de piratas y ejércitos.
Diseñada por Alejandro Andrade Yáñez, destaca su fachada de cantería de estilo neoclásico con puerta de acceso rematada en arco de medio punto. En su restauración se eliminó la falsa bóveda y se recuperó la cubierta original. Se construyó un soportal nuevo en la fachada este para permitir su uso como refugio a los visitantes. En el siglo XIX, además, restauraron la iglesia aunque todos los objetos de valor que pudieran encontrarse allí se dieron por inexistentes.
En el año 1999 las islas de San Simón y San Antón fueron declaradas Bien de Interés Cultural y comenzó la reconstrucción, tratando de alcanzar una armonía entre la naturaleza (rescatando los jardines o el centenario Paseo dos Buxos) y la remodelación de los edificios ya existentes sin deteriorar el entorno.
En la cercana playa de Cesantes, con la marea baja se puede ver la escultura en homenaje a Julio Verne y su obra «Veinte mil leguas de viaje submarino». El municipio de Redondela ha sido agradecido con el escritor francés y en el lado que mira a la parroquia de Cesantes emergen del mar las figuras de un buzo y del capitán Nemo, que llegó aquí en el «Nautilus» para aprovisionarse de los tesoros de América de los galeones hundidos en la batalla de Rande de 1702 y para poder financiar con ellos sus secretas causas políticas.
La escultura Ventá ao futuro de Manolo Paz, de 1999, se encuentra al lado de la residencia Stella Maris.
Es el edificio de mayor altura de la isla, con sótano, planta baja y dos pisos. Se destinaba a uso residencial de primera categoría para el pasaje de la época del lazareto y también acogía oficinas y la vivienda del director en la época de la colonia penitenciaria. Un uso residencial que se conservó en la rehabilitación, respetando las fachadas, la estructura interior, lo pasillos y las escaleras.
Otra escultura llamada Carballo Queimado, de Manuel Cola en 1988.
Bajo estas líneas, una bonita fuente que hoy no funcionaba de una aguadora pero no sé su nombre ya que no le hice foto al letrero del autor.
Lo que llamamos isla de San Simón son en realidad dos islotes –San Simón y San Antón- unidos por un puente de piedra.
Se encuentra muy próxima a la playa de Cesantes, a casi un paso con la marea baja.
La isla de San Simón, junto a las de San Bartolomé, San Norberto y San Antonio forman un archipiélago en el corazón de la ensenada a la que da nombre, encerrando tras de sí una amplia combinación de leyendas e historia.
Ambas islas se comunicaron por un puente de cuatro pilares del siglo XIX de Alejo Menéndez que mediante un sistema de portones de madera accionado por poleas que impedía el contacto directo entre enfermos y sanos en épocas de epidemia y servía para la entrega de alimentos y enseres (funcionaba como las puertas de los bancos ya que no se abría la segunda mientras no se cerraba la primera).
Llegamos a un centro de interpretación para explicar la larga historia y los diferentes usos desde lazareto a campo de concentración de presos políticos entre 1936 y 1943.
Se calcula que murieron asesinadas más de 6.000 personas contrarias a la dictadura de Franco. A su lado, la escultura Sen Medo de Francisco Remiseiro, obra de 2002.
Merece la pena recorrer los dos islotes para descubrir rincones y, por supuesto, detenerse en sus miradores acristalados. A este le llaman Mirador do Fondo da Ría. Desde ahí le quito una foto a este embacadero que se llama Peirao do Cagarrón.
Hubo varios fusilamentos en el paredón del cementerio de la isla de San Antón. Se cree que miles de personas murieron ya que era uno de los centros penitenciarios más temibles. Aún hoy se puede ver en las paredes nombres de personas que estuvieron allí y que quizás nunca salieron.
Allí está la escultura Ulises, de Sergio Portela, de 2004.
Una vista más desde la isla de San Antón en la que se puede ver el puente y los peiraos de As Monxas en San Antón y el embarcadero de O Leste, de San Simón.
Ademñas de las dos islas de San Simón y San Antón hay otros dos pequeños islotes, San Bartolomé y San Norberto, aunque no sé cuál de los dos es el de la foto bajo estas líneas.
La cafetería restaurante que solo se abre para cenas programadas y cuando hay alguna reunión en la isla.
Otra escultura, de Leiro, llamada San Ero, de 1984.
Nos acercamos hasta la Casa de la Cultura y de los deportes de mar, un edificio que estuvo destinado a alojamiento del pasaje de segunda categoría durante la época del lazareto y como zona de dormitorios de la colonia y del hogar para niños huérfanos, se encontraba en pésimo estado de conservación. Su remodelación respetó su fisonomía.
Dos pequeñas esculturas más que no tenían nombre y que se encuentran en una de las escaleras de acceso al paseo dos Buxos.
Otro mirador acristalado en el extremo norte llamado Boca da Ría. Tras el mirador, llego a esta escultura de Manuel Cola llamada Contacto violento de parella, y que es del año 1989.
Casi con la visita terminada llego al edificio de cursos y seminarios que era el antiguo pabellón de presos en el que llegaron a pernoctar más de 600 presos en ocho salas.
Después el Auditorio multiusos que en los tiempos de la Guerra Civil era la enfermería y que estaba atendido por los propios presos ya que entre ellos también había médicos.
Los dos edificios situados a los lados de la puerta de acceso a la isla, ambos de planta baja, fueron recuperados disponiendo un espacio a modo de soportal con cubrición de vidrio soportado por una estructura metálica. En tiempos del lazareto y de la colonia penitenciaria alojaban la caseta del guarda y el locutorio.
Llegó la hora de abandonar la isla y tras embarcar emprendemos de nuevo regreso a Vigo. Yo aprovecho para quitar más fotos desde varios ángulos de la isla.
Como llevamos una excursión de mayores nos dirigimos primero al puerto de San Adrián de Cobres para dejarlos allí ya que van a visitar O Morrazo en autobús. El fondeadero está diseñado para las familias que buscan un lugar tranquilo donde dejar sus embarcaciones, en plena Ensenada de San Simón.
Tras salir de San Adrián pasamos entre bateas, el método tradicional del cultivo del mejillón en Galicia.
Y pronto pasamos por debajo del puente de Rande, que durante casi dos años pudo presumir de ser el de mayor longitud del mundo. Fue inagurado el 7 de febrero de 1981 tras una inversión que rondó los 4.000 millones de pesetas, una cifra bastante por encima de lo que se calculaba cuando se puso la primera piedra, en 1973.
Para terminar, pongo dos fotos del barco en el que he disfrutado de esta bonita travesía mañanera. Una de ellas es en medio de la Ría y la otra ya en el puerto de Vigo. Llegamos a la hora establecida y por hoy nada más, me despido pensando ya en mi próxima salida.