Cualquier disculpa es buena para pasear por las calles empinadas de una de las ciudades más importantes de Portugal y más bonitas del mundo. Muchos vigueses que visitan Oporto suelen ceñir su visita a algunas calles y rincones del centro de la ciudad, entre las que destaca Rúa Santa Catarina, la zona más comercial y más conocida. Sin embargo, esas visitas deberían ampliarse para conocer otros rincones llenos de interés, como las partes bajas de la urbe portuguesa, tanto a un lado como al otro del río, por ejemplo, cruzando a pie por uno de los puentes, utilizando luego el teleférico para descender hasta la zona donde están las bodegas, y regresar cruzando el río en un pequeño barco de pasajeros. Así mismo, destacar que existen numerosas plazas, calles y centros comerciales alejados del turismo, donde el único bullicio que se percibe es el de los propios residentes, con restaurantes y comercios típicos. Se podría concluir, por lo tanto, que Oporto es una ciudad que para muchos gallegos aún está por descubrir, donde se puede disfrutar de una visita romántica.