En algunos parques de Londres, por ejemplo, pueden leerse dedicatorias afectuosas hacia algún pariente o hacia alguna persona amiga que frecuentaba ese parque, alguna dedicatoria de recuerdo amoroso como las que antes se grababan en la corteza de los árboles, o simplemente el nombre de alguien que quiere inmortalizarse dejando constancia de su apoyo a la mencionada campaña. El funcionamiento es relativamente sencillo: las personas interesadas realizan la solicitud en el ayuntamiento de la ciudad eligiendo un banco de una lista de los que estén disponibles para ello, y una vez concedido deben pagar unas tasas razonables que les da derecho a que ese determinado banco que han elegido luzca una placa con el nombre y la dedicatoria, con una extensión máxima limitada. Es algo bastante romántico y un modo de personalizar una parte del mobiliario urbano y, por supuesto, de incrementar los ingresos del erario público. No sería mala idea que la ciudad de Vigo tomara la misma iniciativa.