El verano de 2015 acabé mis estudios en la Universidad de Lleida, estudié el grado en Derecho. Llevaba ya muchos meses con malestar porque no sabía qué hacer después. Había estado cinco años estudiando, y en vez de estar contenta e ilusionada, me sentía muy frustrada así que necesitaba hacer un cambio.
Me sentía que había hecho lo que tenía que hacer, lo que me decían en el instituto al terminar el bachillerato, estudiar una carrera. Y no lo tenía muy claro y por eso pedí plaza en Derecho, porque creía que tendría mucha más salida.
Hice lo que creía que era correcto sin pensar lo que realmente quería, porque a lo mejor sin tanta presión en intentar buscarme un buen futuro, habría decidido otra cosa.
El último año de grado fue cuando pagué las consecuencias. La inseguridad de no saber qué hacer me quitaba el sueño.
Así que decidí cambiar el rumbo de mi vida, decidí darme un tiempo para pensar, y sobre todo, conocerme a mí misma.
Podría culpar la situación laboral que hay en España, pero no es así, no decidí irme por eso, sino para conocerme a mí misma, porque sin conocerme a mí misma, ¿cómo podía ir a por todas, a por lo que quería?
El verano de 2015 decidí marcharme a Dinamarca, donde mi pareja ya vivía, así que tampoco me daba muchísimo miedo el hecho de estar sola, lejos de mi familia y amigos.
Con un dolor de barriga, por los nervios, y una maleta de 30kg, me fui a un pequeño pueblo danés, llamado Middelfart, en la isla de Fyn, a trabajar como au-pair.
Allí aprendí mucho de la cultura danesa y me empecé a soltar con el danés. Pasaba la mayor parte del tiempo con una niña de 7 años, con la que no podíamos tener una conversación muy larga, ella no entendía el inglés, y yo tenía un danés muy básico, así que tenía mucho tiempo para tener conversaciones conmigo misma.
Me gustó mucho la cultura danesa. Se levantan temprano para estar en el trabajo a las 7-7:30 y a las 16 ya están en casa. Saben diferenciar lo que es el trabajo de la vida personal, y tus superiores no te exigen nada más que lo establecido, 37,5 horas a la semana, y después olvídate.
Les encanta pasar tiempo en familia y con los amigos en casa, y yo desde bien pequeña soy más bien “casera” y esto de las multitudes nunca me ha gustado.
Me encanta comer, y la gastronomía danesa, no será como la española, pero tiene sus puntos y sus salsas que no va a ser difícil de que te enamore.
Así que decidí quedarme y empezar a estudiar una nueva carrera, esta vez Marketing en la VIA University College, en Horsens.
Algo con lo que llevaba soñando desde que era una adolescente rebelde, era en independizarme. Poder pagarme mis facturas y gastos, y así no tener que estar dependiendo siempre de mis padres. Desde que empecé a trabajar como au-pair, empecé a serlo.
Fue en mayo de 2016 cuando me mudé a Horsens. Así que tuve que empezar a moverme para encontrar trabajo y mentiría si dijera que es fácil, porque no lo es.
Cuando eres inmigrante tienes el inconveniente de la lengua, y ahora casi todas las empresas se han puesto muy serias con este tema. Así que tuve que recurrir a las ETT.
Las ETT son empresas de trabajo temporal, con las que no tienes un contrato, sino un acuerdo. ¿Y qué diferencia hay? Que no te aseguran que puedas trabajar cada día, ellos solo te llaman cuando hay un puesto a cubrir, y a lo mejor no es cada semana. Aun así tuve suerte y al ser durante las vacaciones de verano pude trabajar durante 2 meses enteros en un almacén encargándome de los pedidos para una tienda danesa.
Es un trabajo muy precario, porque nadie te asegura la continuidad, pero ayuda a salir adelante, ya que aquí es mucho más caro vivir, sobre todo en la comida, ya que casi toda la verdura y fruta es importada de España e Italia.
Ahora estoy en mi segundo semestre en el AP degree en Marketing Manager, y gracias a hablar un danés un poco más digno, también tengo un trabajo en prácticas en el departamento de Marketing de Trendhim. Y lo más importante, soy muy feliz.
Podría contar muchas cosas “malas” también, como lo que echo de menos a mi familia, a mis padres, mi hermana, pero ellos siempre están cuando los necesito, y haber tomado la decisión de emigrar lo hice porque ellos me apoyaban.
A veces soñamos con ser felices, y pensamos “cuando consiga esto lo seré” pero nos equivocamos, ya que no siempre se consigue lo que queremos, así que es mejor disfrutar del camino, que, aunque cambie y nos lleve a otras partes, habremos disfrutado igualmente.
No sé dónde estaré en un par de años, pero a partir de ahora, escucharé siempre la parte de mí que me dice que es lo quiere, aunque esto conlleve irme a vivir a más de 2.000 km de mi casa.