Estos usuarios viajaban desde la ciudad francesa de Carcasona hasta Oporto, de donde habían partido días antes tras desplazarse en su coche particular hasta el aeropuerto de Sá Carneiro. Cuando se disponían a completar el trayecto de vuelta, la aerolínea les avisó en un primer momento de que la salida se retrasaba. Horas después, acabó cancelando el trayecto, dejándoles sin opciones de coger otro avión con el mismo itinerario hasta el miércoles por la tarde.
Así pues, la compañía ofreció diferentes reubicaciones pero ante el gran número de pasajeros afectados la única alternativa que obtuvieron estos vigueses fue la de desplazarse hasta Barcelona para coger un vuelo desde El Prat hasta Oporto el martes siguiente por la mañana
“Desde Carcasona no salía ningún vuelo a Portugal y la única manera de llegar a Oporto con Ryanair era esperar dos días y siempre yendo hasta Barcelona. Si cogíamos un vuelo de otra compañía no nos lo pagaban y además estaban todos por las nubes”, relata María Gómez, una de las afectadas.
“En la misma situación que mi pareja y yo estaba un montón de gente de Vigo y alrededores. Habíamos ido todos a pasar la Semana Santa a Francia aprovechando las conexiones desde Oporto. Incluso vimos la opción de alquilar coches entre todos pero al cambiar de país y devolverlo en otra ciudad nos cobraban mil euros por vehículo”, añade.
Sin otra solución por parte de Ryanair, sacaron billetes para el martes desde El Prat, pero la aerolínea no les puso ningún medio para llegar hasta el aeropuerto catalán. “Queríamos ir en tren, las conexiones eran bastante buenas, pero ese domingo ya no salían más. El siguiente era el lunes y justo ese día empezaba una huelga de trenes en Francia. Tuvimos que buscar alternativas por carretera pero no había línea directa, así que primero fuimos a Perpiñán en un autobús y luego de allí a Barcelona en otro”, detalla.
La odisea se vio agravada por el hecho de que la compañía sólo se hizo cargo del coste de una de las dos noches que pasaron hasta poder coger el vuelo. Tras presentar la reclamación correspondiente para ser indemnizados, la empresa les ha respondido negativamente y sólo asume los gastos derivados de comida y desplazamientos hasta Barcelona.
Teóricamente, la cancelación de un vuelo o un retraso excesivo da derecho al consumidor a una indemnización de entre 250 y 600 euros, en función de la distancia que haya entre el origen y el destino, además del reintegro de los gastos de manutención y alojamiento que se generen. No obstante, en este caso Ryanair se escuda en que la huelga representa una “circunstancia excepcional”, por lo que la ley y sus condiciones generales les eximen de abonar cualquier compensación económica.
Sin embargo, según informa la OCU, las “huelgas legales del personal de vuelo o de los pilotos no pueden considerarse extraordinarias: su gestación es de dominio público y la compañía no puede hacerse la sorprendida ni dejar de tomar medidas para paliar las previsibles molestias a los viajeros”.
Acciones legales
Dadas las circunstancias, Gómez y su pareja han recurrido a una empresa especializada en reclamación de indemnizaciones a aerolíneas para obtener la compensación que creen que les corresponde.
Desde esta firma les aseguran que tienen pleno derecho a ella pero ya les han advertido de que el proceso puede demorarse meses o incluso más de un año, puesto que las compañías estiran los plazos de cada trámite todo lo posible.
“Volvíamos de viaje un domingo y llegamos un martes después de tener que buscarnos la vida para llegar a otra ciudad diferente y coger un vuelo. Además, tuvimos que avisar en el trabajo y tirar de días libres. Nosotros tuvimos suerte porque en nuestro trabajo hay cierta flexibilidad pero otras personas que viajaban con nosotros y también iban a Vigo estaban desesperadas. Lo mínimo es una compensación”, resume la afectada.