La primer aparada es en Becerreá y como no tiene mucho que ver a mi parecer continuamos hasta la siguiente, en Navia de Suarna, donde paramos un poco más a dar un paseo descubriendo el Ponte Vello de Navia, del siglo XIV aunque tiene una bóveda construida un siglo antes.
Es uno pequeño municipio de Os Ancares y uno de mis pueblosgallegos preferidos, no sé decir el por qué pero ya en la época en la que trabajaba como repartidor era uno de los que más me gustaba. Es conocida además por la calidad de sus embutidos y de sus truchas. De hecho, tiene una fiesta de su embutido más popular, la de la Androlla.
En la orilla del río existe una playa y un paseo fluviales por los que pasear.
También un castillo, realizado en laja de pizarra y vinculado a los condes de Altamira. Está asentado sobre rocas y conserva parte de las primitivas murallas y torreones, con tres puertas a diferentes niveles. Se cree que fue creada para la defensa del Ponte Vello.
Y cuatro horas después, sí, cuatro, llegamos a nuestro destino en Piornedo, donde voy a completar mi proyecto de los cuatro techos de Galicia con la subida al Mustallar, el de la provincia de Lugo.
La ruta parte de Piornedo y se suele llegar a la cumbre en unas tres o cuatro horas parando a comer y descansando con cierta frecuencia. El desnivel es de casi 800 metros. Es recomendable hacerla en primavera o verano porque en invierno puede ser imposible llegar al final si no llevamos el equipo adecuado.
La ruta comienza en la parte más alta del pueblo, a 1.150 metros de altitud, justo tras la capilla de San Lorenzo. Aquí se encuentra un panel informativo que puede echar para atrás a alguno pero aseguro que es una ruta que se hace muy bien siempre que se tenga un mínimo de preparación. La distancia desde Piornedo es de 6 kilómetros por lo que son 12 entre la ida y la vuelta.
Paso la capilla junto a una valla que impide el paso de vehículos y empiezo a ascender por una suave pendiente que en otro tiempo fue pasto de montaña y que hoy está colonizada por piornos y matorrales.
Al poco tiempo paso al lado de un depósito de abastecimiento de agua y sigo ascendiendo por un camino más pedregoso, en el que ya comienzan a verse algunos ejemplares de bosque caduco a ambos lados del camino.
Echando la vista atrás puedo ver como el pueblo y el hotel en el que me alojo se va quedando pequeño. Dicen que Piornedo se llama así por los abundantes piornales que la rodean así que les saco una foto ya que están florecidos. En mi barrio les llamamos siestas o xestas así que no sabía que ese era su nombre.
A los 45 minutos el camino desciende suavemente para llegar a la Campa de Camporredondo (1.365 m.), que se asienta en un pequeño ensanchamiento del valle en el que nos encontramos ganado pastando.
En este lugar se atraviesa el río por un viejo puente de madera pero hay que tener cuidado al cruzarlo porque algunas de las tablas están sueltas. Ya me olvidaba de comentar que no hay ninguna marca que indique el camino al Mustallar pero es casi imposible perderse ya que el sendero está muy pisado y se aprecia fácilmente a simple vista.
Hago un pequeño descanso en el río de la Campa de Camporredondo ya que estamos a finales de junio y hace mucho calor. Al pasar el puente continuamos ascendiendo por la izquierda del río a través de un camino empedrado en el que sí hay que poner un poco de atención para no torcerse un tobillo.
En quince minutos después de la Campa llego a una de las zonas más espectaculares de la ruta: el circo glaciar que forma el pico Mustallar, el Penalonga, el Portillín y el pico Lanza: un sobrecogedor anfiteatro natural rodeado de picos y tapizado de arándanos y vegetación de alta montaña.
En el corazón de esta circo glaciar se encuentra la “Cabaña de los Extremeños”, una vieja construcción en la que se refugiaban los pastores que traían el ganado hasta esta braña.
Paso ahora junto a una estaca o baliza multicolor del nivel de nieve, con franjas de colores que varían cada 50 centímetros y alertan desde lejos del espesor.
Ahora llego al Collado Golada do Porto o Mallada del Mustallar (1.699 m.) donde una valla a lo largo de todo el cordal delimita la frontera entre las provincias de Lugo y León.
La Mallada del Mustallar es una verja metálica que además de delimitar las provincias protege al ganado para que no se despeñe por los impresionantes cortados de la vertiente leonesa.
En este punto paro un buen rato para reponer fuerzas y prepararme para la dura ascensión final hasta la cumbre. La zona recomendada para subir discurre paralela al vallado aunque en algunos puntos podemos apartarnos para salvar zonas de canchales de piedra que hacen más incómoda la ascensión.
Este último tramo está siendo lo más duro de la jornada, pero como nadie me obliga a que lo haga más rápido hago varias paradas antes de la cumbre para tomar aliento y la recompensa la tengo al darme la vuelta y disfrutar de las vistas a la vez que pienso que este tramo tampoco es muy recomendable para alguien con vértigo.
Tengo enfrente al Peñalonga (1.870 m.) y la cumbre del Cuíña (1.992 m.), techo de los Ancares y a mi izquierda el glaciar del Mustallar por el que he subido.
Tras 25 minutos de dura ascensión desde la Mallada, llego por fin a la cumbre del Mustallar (1.925 m.). La cima es amplia y había un buzón de montaña que algún “simpático” quitó y ahora solo queda el agujero.
En su punto más alto hay un montículo de piedras que los sucesivos montañeros han ido formando. El altímetro de mi teléfono, siempre marcando algo más como es habitual en él, marca 1.985 metros.
He tardado 1 hora y 50 minutos desde el hotel con varias paradas. Tengo unas vistas impresionantes en todo el entorno.
La primera imagen muestra el Peñalonga y la cumbre del Cuíña. La siguiente, el Pico de Lanza (1.876 m.), el Cuerno Maldito (1.848 m.) y Tres Bispos (1.792 m.), todos ellos con buenas rutas de senderismo de montaña.
Bajando me cruzo con dos montañeros que vienen del Peñalonga y aprovecho para rellenar las botellas de agua en la única fuente de la ruta ya que aunque me he encontrado convarios tramos de regatos de agua potable esta es la última oportunidad antes de O Piornedo, que enseguida tengo a mis pies.
Atravieso rápidamente el pueblo con dirección al hotel para después de darme una ducha y tomarme una cerveza (o dos) visitarlo con más tranquilidad y aque me parece un lugar muy bonito.
En Piornedo hay unas 23 construcciones tipo palloza y apenas unos 16 vecinos para hacerse cargo de ellas. Buena parte de ellos tiene una edad avanzada y a la mayoría le faltan los conocimientos y las herramientas para cuidarlas por lo que la opción que les queda es esperar a que las administraciones actúen y lo hagan rápido.
La palloza Casa Casoa es la más grande de los Ancares gallegos y leoneses, sin datar y perfectamente conservada con todos sus utensilios y aperos de labranza. Es atípica por su tamaño (300 metros cuadrados) ydisposición, con dos plantas y habitaciones separadas.
Propiedad de Roberto, es una de las mejor conservadas y permite la entrada a todos los visitantes por el precio de apenas un euro. «A temos tal cual estaba cando o meu pai vivía aquí», cuenta. En la planta superior, bajo la techumbre, los dormitorios encima de la cuadra para aprovechar el calor animal y el horno de piedra para hacer el pan.
Al día siguiente, después de pasar una tranquila noche en Piornedo, nos levantamos temprano para dirigirnos a las visitas programadas para hoy. Al bajar de Piornedo vemos al fondo el pueblo de Moreira por el que pasamos ayer pero hoy iremos por otra carretera. Las escarpadas laderas de estas montañas de los Ancares hacen que paremos el coche a cada rato para disfrutar de las vistas y hacer alguna foto.
Tenemos que ir con cuidado por esta carretera porque además de ser estrecha está frecuentada por muchas vacas. De hecho, tuvimos que detener el coche ya que estaban por el centro de la calzada. Aproveché para hacer una foto a un pequeño ternero tendido a un lado.
La primera parada del día va a ser en Fontemiña. Llevábamos tiempo queriendo ir a ver dónde nace el río Miño, que cruza Galicia entera y desemboca en A Guarda con 343 kilómetros de longitud, nada menos. Lo cierto es que todos estudiamos que nace en Fontemiña pero recientemente comencé a escuchar que eso no era del todo cierto. Al parecer el agua que brota en esta laguna viene de más arriba, de un lugar llamado el Pedregal de Irimia.
La mitología popular ha rodeado siempre a esta laguna, llegándose a creer que tenía una profundidad insondable y que en el fondo había un pueblo sumergido, cuyas campanas aún pueden oírse alguna vez, en días de niebla y noches de tormenta. La realidad es que en la mayor parte de la laguna se puede distinguir perfectamente el fondo e incluso apreciar las burbujas que produce el agua al filtrarse desde el subsuelo hasta la superficie.
Y ya que estamos, pues nos vamos a acercar hasta el Pedregal do Irimia.
A unos 700 metros de altitud, en la Sierra de Meira, nace el río Miño. Lo hace en un lugar con gran encanto ya que O Pedregal parece un río de piedras muy grandes organizadas de forma curiosa, como un embudo. Su extensión es de unos 700 metros y al final de este embudo natural se aprecia un pequeño riachuelo de agua, del que se puede dar conocimiento si uno sube asus piedras y escucha con atención el murmullo del agua, ya que no se ve correr debido al taponamiento de las piedras.
Esta agua de numerosas fuentes repartidas a lo largo de toda la sierra y en concreto una de ellas situada en lo alto del Pedregal, formando ya el comienzo del Miño que abastece de agua a Meira y toda Galicia.
Para despedirme, qué mejor que una foto del río Miño que al fin y al cabo es el culpable de que estemos aquí y que a su paso por Meira aún parece un pequeño regato como los cientos que tenemos en Galicia.