En el parque natural de Sintra, la variedad paisajística es también impresionante: frondosos bosques, dunas, lagunas, encantadoras playas y salvajes acantilados.
No es de extrañar que escritores de referencia de la novela fantástica del siglo XIX como Lord Byron y Mary Shelley decidieran alojarse temporalmente en este enclave natural.
La niebla, que muy frecuentemente invade el bosque, le otorga un halo mágico y misterioso, que abruma por su belleza cuando sube y envuelve los bellos palacios que corona la Sierra de Sintra.
Palacio Nacional de Pena. En las cimas más altas de la sierra de Sintra, sobre las ruinas del monasterio de los Jerónimos del siglo XV, se alza uno de los lugares más emblemáticos y visitados de Sintra por su espectacularidad: el Palacio Nacional de Pena. Se trata de una de las más grandes fantasías románticas del siglo XIX, hecho construir por el rey consorte de Portugal, Fernando de Sajonia.
Palacio da Pena
El palacio respira el encanto de un castillo sacado de un cuento de hadas. Los ambientes han sido tan fielmente recuperados, que podría parecer que la Corte todavía habitase allí. Y es que la particular concepción de la belleza y el estilo de vida del rey Fernando se plasma en la naturaleza, en la arquitectura y en el arte del lugar, lo que convierte este enclave en una de las máximas expresiones del romanticismo en Portugal. Aquí se mezclan los estilos arquitectónicos gótico, renacentista, manuelino, mudéjar y oriental.
Tan bonito como el Palacio son sus jardines, que forman el Parque de Pena. Se trata de un auténtico bosque repleto de caminos sinuosos, bancos de piedra, árboles y plantas procedentes de todo el mundo.
Palacio de Queluz
Palacio de Queluz. La que fuese la antigua residencia de verano de la familia real portuguesa, es también conocida hoy como el “Versalles portugués” por sus espacios ajardinados, estatuas y fuentes. En su construcción participaron los mejores arquitectos, decoradores y jardineros de Europa, y, hoy en día, es un referente de la arquitectura palatina de siglo XVIII.
Palacio de Monserrate. Destaca por sus elementos arquitectónicos de rara belleza y su mezcla de estilos gótico, morisco y oriental. En él encontramos uno de los jardines románticos más destacados de Portugal.
Palacio de Monserrate
Quinta da Regaleira. Un palacio majestuoso, con rincones y pasajes secretos que esconden historias relacionadas con la alquimia y la masonería. Fue edificado a inicios del siglo pasado y es otro de los símbolos indudables del estilo romántico portugués. Construido en medio del bosque, reúne los estilos gótico, manuelino y renacentista.
Quinta da Regaleira
Palacio Nacional de Sintra. Su arquitectura refleja también estilos de varias épocas. Su interior alberga colecciones de mobiliario, pintura, escultura, cerámica, metales y textiles de los siglos XVI hasta el XIX, la mayoría procedentes de la Casa Real. Sus dos enormes chimeneas gemelas lo han convertido en el mayor símbolo de Sintra.
Palacio de Seteais. En la actualidad funciona como un hotel de 5 estrellas, aunque este palacio fue construido a finales del siglo XVIII y sufrió obras de ampliación a inicios del siglo XIX. Los interiores del palacio, proyectados por el cónsul holandés en Portugal, Daniel de Gildemeester, esconden una lujosa decoración con frescos pintados por discípulos de Jean Pillement.
Palacio de Mafra. Constituye un gran ejemplo de artesanía e ingeniería arquitectónica (cuenta 38.000 m2 y 1200 estancias). Fue construido en el siglo XVIII como regalo y muestra de gratitud del Rey Juan V de Portugal a su esposa, la archiduquesa María Ana de Austria, por darle descendencia. Y, hoy en día, es una de las edificaciones más suntuosas del barroco portugués. Actualmente es posible cazar venados, gamos y jabalíes y en la finca se pueden ver también lobos, raposas, jinetas, hurones y una gran variedad de aves.
Centro histórico de Sintra
Castelo dos Mouros. Construido sobre la escarpada sierra de Sintra y anexo al Palacio da Pena, este castillo fue totalmente recuperado en el siglo XIX. Erigido por los árabes durante los siglos VIII y IX como enclave defensivo -para vigilar los caminos de tierra que unían Sintra a Lisboa, Cascais y Mafra. Con casi 450 metros de perímetro y 12.000 m² de área, de él apenas quedan las murallas, pero se conserva un paso de ronda que podemos recorrer para contemplar una hermosa panorámica de Sintra y del Atlántico.