Decenas de empleados de la antigua filial de Faurecia en la localidad pontevedresa de O Porriño, que en la actualidad se encuentra en concurso de acreedores, se han vuelto a manifestar este jueves en Vigo para pedir una solución a su situación.
En esta ocasión, los trabajadores han partido sobre las 10.30 horas de la plaza de América de la ciudad olívica y han recorrido las calles hasta llegar a las instalaciones del Clúster de Empresas de Automoción de Galicia (Ceaga), ubicadas en las cercanías de la planta de Stellantis Vigo, según fuentes sindicales consultadas por Europa Press.
Los empleados de Madera Fiber, nombre actual de la empresa, han vuelto a quejarse de la “ética” que, a su juicio, lleva a cabo Faurecia, que primero cobró subvenciones, después cerró la planta y ahora pretende que el personal cobre de la administración, según rezaba la pancarta que encabezaba la concentración.
Pese a que terminaron su manifestación en el Ceaga, no fueron recibidos por ningún representante de la organización, según confirman las mismas fuentes.
Hechos
La situación, según explicaron los trabajadores, viene dada después de que en julio de 2021 Faurecia comunicó a los empleados la venta de la unidad productiva al grupo Callista Private Equity, tratándose de un fondo buitre alemán.
En enero de 2022 esta compañía tomó el control de la planta de O Porriño tras el pago de un euro, pese a que Faurecia además inyectó capital por valor de tres millones, según denuncian los empleados.
En ese momento, los responsables del comprador se reunieron con el comité informando de que traían un plan industrial para dar viabilidad a las instalaciones. “La realidad que pudimos comprobar fue que nunca tuvieron un plan industrial, ni invirtieron nada para tenerlo, sino todo lo contrario, se dedicaron a descapitalizar la planta, llegando incluso a vender los terrenos en julio de 2022 por un precio muy inferior al valor de mercado de 2,4 millones”, criticó el presidente del comité de empresa, Leonardo Suárez.
“En febrero de este año el fondo buitre alemán, siguiendo su modus operandi habitual, abandona la antigua planta de Faurecia cediendo los activos por 3.600 euros a una empresa rumana gestionada por Rüdiger Wisser, personaje que se define a sí mismo como ‘el enterrador”, añadió el presidente del comité.
Según él, el nuevo propietario dejó claro que pretendía buscar un nuevo comprador o cerrar la planta y el pasado jueves, 14 de septiembre, presentó el concurso de acreedores.