La invasión de Rusia a Ucrania sigue percibiéndose como un conflicto más bien distante en España, pero nos ha causado más problemas de lo que podría parecer. El primero de ellos fue el encarecimiento de los precios del gas, que fue mucho más pronunciado en países como Alemania, pero que también se dejó sentir en España. Después tuvimos que afrontar el encarecimiento del petróleo. Y ahora nos enfrentamos a problemas con los fertilizantes.
Rusia es el principal exportador de fertilizantes del mundo, con lo que el flujo de estas exportaciones resulta fundamental para garantizar la productividad agrícola en buena parte del globo. Esto incluye no solo los cultivos de vegetales o cereales, sino también de heno para alimentar el ganado. La UE no ha establecido sanciones a los fertilizantes rusos, pero sí a métodos de pago como el sistema SWIFT, lo que dificulta las transacciones.
Asimismo, Rusia está priorizando de forma considerable a sus socios y aliados, mientras que la UE pasa a ser considerada como un territorio enemigo. Todo esto dificulta el acceso de las granjas gallegas al mercado de los fertilizantes, donde cualquier fertilizante presenta precios encarecidos o, sencillamente, no está disponible con el mismo volumen que antes de la invasión. Y eso, claro, se traduce en mayores costos para los consumidores.
Especialistas ya alertaban sobre el problema de los fertilizantes
El gran ‘boom’ poblacional que ha experimentado el mundo durante el último siglo responde en buena medida al uso extensivo de fertilizantes, que han permitido multiplicar la producción alimentaria en todo el globo. Mientras que algunas regiones son naturalmente fértiles gracias a los nutrientes que arrastran los ríos –casos de Bangladesh o el delta del Nilo–, la dependencia de los fertilizantes es la norma en el resto del mundo, y Galicia no es una excepción.
Entre los nutrientes críticos de los principales fertilizantes se encuentra el fósforo, que resulta cada vez más difícil de encontrar en el sustrato rural, sobre todo en campos que llevan décadas en uso. Los campos pobres en fósforo producen vegetales, cereales o legumbres muy pobres en nutrientes, y además son mucho más vulnerables a las inclemencias del tiempo: algo que se agrava por culpa del calentamiento global.
Los análisis de valoración química llevados a cabo en los campos gallegos subrayan una y otra vez la necesidad de importar fertilizantes ricos en fósforo, lo que añade presión a los productores. Por una parte, resulta casi ineludible gastar de más para poder hacer uso de estos fertilizantes. Por otra, el encarecimiento de los costos agrícolas se traslada a los precios y reduce las ventas o castiga a los consumidores.
La tecnología puede contribuir a reducir costos
Los fertilizantes ricos en fósforo se producen de forma localizada en relativamente pocos lugares del mundo. Las tierras que habían estado sumergidas previamente en el océano son particularmente ricas en este elemento, así que tanto Rusia como China y Marruecos son grandes exportadores. En España, en cambio, apenas contamos con fósforo en nuestro suelo, con lo que no nos queda más remedio que importar.
Esto implica que los granjeros no tienen forma de escapar a las fluctuaciones de los precios del mercado, porque no existen alternativas al fósforo. Sin embargo, la tecnología sí que puede ayudarles a reducir costos en otros ámbitos, entre los que destaca la importación de fertilizantes ricos en otros nutrientes.
El mismo análisis químico que desvela carencias fosfóricas en el sustrato de un campo puede mostrar también la composición de sus otros nutrientes, lo que podría poner de relieve su riqueza en otros elementos como el nitrógeno o el potasio. Si estos elementos abundan en el sustrato, los productores agrícolas pueden prescindir de ellos en sus importaciones y encargar fertilizantes que solo sean ricos en fósforo, reduciendo así el gasto.
La reducción de gastos energéticos ayuda a contener los precios
Asimismo, la fuerte inversión en energías renovables que está teniendo lugar en todo el país también se traduce en una considerable reducción de costos por parte de las producciones agrícolas. Los campos españoles son especialmente idóneos para aprovechar la energía solar, lo que permite a muchos agricultores rediseñar sus instalaciones para dotarlas de paneles solares que suministren energía eléctrica a coste cero.
Las dificultades para acceder al mercado de los fertilizantes no pueden resolverse fácilmente, porque los yacimientos sencillamente son los que son, y los proveedores llevan la voz cantante a la hora de establecer sus precios. En cambio, las granjas gallegas sí que pueden invertir en otros ámbitos para tratar de compensar esas fluctuaciones del mercado y contribuir a mantener los precios dentro de lo razonable. ¡Todo es cuestión de ingenio!