El Gobierno francés ha lanzado un aviso a los principales grupos automovilísticos nacionales. Si PSA y Renault quieren más ayudas públicas para superar la crisis del Covid-19 tendrán que dar algo a cambio. Y esa contrapartida, según declaró a BFM Business el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, sería llevar parte de su producción de vuelta al país galo.
“Estamos dispuestos a ayudaros, estamos dispuestos a mejorar, por ejemplo, las primas de conversión [unas ayudas para comprar coches eléctricos], estamos dispuestos a mirar qué puede mejorar vuestra competitividad en la producción en Francia, la contrapartida debe ser qué relocalización tienen prevista”, expuso Le Maire.
Estas palabras fueron interpretadas por algunos como la exigencia de repatriar la producción, pero en realidad sólo afectaría a una parte. Además, se trataría de una medida muy compleja, puesto que empresas como PSA están obsesionadas con la rebaja de costes y todos sus movimientos van encaminados en esa dirección. Por tanto, asumir los salarios franceses resultaría muy perjudicial para sus intereses. Asimismo, aunque la decisión se pudiera tomar, su ejecución requeriría de mucho tiempo.
Desde PSA, su director general, Jean-Philippe Imparato, se ha mostrado contrario a esta propuesta y ha puesto en duda su viabilidad. De hecho, recordó lo sucedido con la fábrica de Aulnay sous Bois, donde el Gobierno de Nicolas Sarkozy concedió en 2008 préstamos a los fabricantes a cambio de no cerrar plantas. Sin embargo, cinco años después arde, PSA tuvo que clausurar esa factoría y necesitó la ayuda del grupo chino Dongfeng y del Estado francés.