Los responsables de Intu y Eurofund, empresas que impulsan el centro de ocio, han anunciado este jueves que han dado el paso después de mantener diversas reuniones –la última vez, hace tres meses- con la concejala de Urbanismo, María José Caride, y el gerente de este departamento.
El consejero de Eurofund y cabeza visible del proyecto, Salvador Arenere, ha dejado claro que no quiere hablar por terceras personas pero ha mostrado su confianza en recibir un “pronunciamiento favorable” por parte del Ayuntamiento de Vigo y de la Xunta de Galicia. “No he oído nunca al alcalde hablar en contra de Porto Cabral”, ha declarado.
La superficie incluida en la solicitud ronda los 580.000 metros cuadrados -incluyendo accesos, zonas verdes y otros servicios- para obtener 380.000 metros cuadrados netos de área de ocio que podrían albergar 300 operadores de restauración, ocio o comercio, con especial énfasis en aportar experiencias a los visitantes como sucede en Zaragoza y como está proyectado en Torremolinos, donde ya se ha conseguido el visto bueno. “No hacemos centros comerciales”, ha recalcado Arenere, que ha puesto en duda el futuro de las superficies convencionales a tenor del auge que está adquiriendo la venta online.
Intu, que habla de una inversión de unos 800 millones de euros y una creación de empleo de 4.000 puestos de trabajo en las diferentes fases de construcción y explotación, ha insistido en que la construcción de Porto Cabral se sometería a las más prestigiosas certificaciones medioambientales –como ha sucedido en otros de sus centros- y que los gestores pretenden ser “súper escrupulosos” con el medio ambiente y la accesibilidad.
Arenere ha asegurado que “existe ese hueco y esa necesidad” y que los vigueses “demandan” este tipo de oferta. Además, ha subrayado que han esperado a presentar esa solicitud ante el Concello de Vigo para ser “respetuosos” con los “momentos electorales” vividos este año.
Además, los responsables de Porto Cabral han dado a conocer un estudio que sostiene que Vigo está sufriendo una fuga de ventas a otras localidades y que sitúa a la ciudad por encima de la media española en compra a través de internet, a quien consideran “el verdadero enemigo del comercio local”.