El último local de la antigua Abeleira Menéndez, la calle que hace una década era conocida como epicentro del barrio chino vigués, desaparecerá por completo del Casco Vello. El edificio en el que hasta hace apenas dos años se ubicaba el polémico Bohemia, en el número 22, acaba de recibir licencia de obra para transformarse en un bloque con un bajo comercial y tres viviendas.
La Gerencia de Urbanismo dará cuenta en su reunión del próximo martes de esta licencia, otorgada al propietario del inmueble que se hizo con él a través de una subasta judicial. Fue algo que no había logrado el Consorcio del Casco Vello, que realizó infructuosos intentos para lograr la propiedad del último reducto de la vieja Ferrería.
Así, mientras el barrio se transformaba a su alrededor, con la llegada de las primeras rehabilitaciones y establecimientos comerciales, el local de alterne seguía totalmente en activo, con el nombre en la fachada y un cartel que informaba de su amplio horario: de 6 de la mañana a 24 horas.
El final del Bohemia llegó a través de una subasta judicial, en la que el inmueble fue adquirido tras una puja de unos 214.000 euros. Así, cesó su actividad por la fuerza en 2022, tras varios intentos de desalojo promovidos por su nuevo propietario. El primero se paralizó, pero el segundo procedimiento tuvo lugar sin incidentes, más allá de la enorme expectación que supuso para el barrio asistir al final de un negocio que se resistió a desaparecer hasta el último momento con uñas y dientes.
Ahora, dos años después de su cierre y sin ya ninguna señal en el exterior que recuerde la actividad que se realizaba de puertas adentro, también su interior se transformará por completo. Los arquitectos José Antonio Comesaña García y Óscar Franco firman el proyecto de obra, que transformará 347 metros cuadrados en un bajo y tres viviendas completamente renovadas, en un enclave ahora privilegiado, en pleno corazón de la ciudad. En el edificio contiguo, en Abeleira Menéndez 24, se abrirá una sala para bodas civiles y a escasos metros están tanto el Concello como la Porta do Sol.
La licencia de obra, otorgada tras los obligados sondeos arqueológicos, permite la rehabilitación integral del inmueble, que respetará la fachada pero adaptará sus entrañas, con un ascensor que comunicará el bajo con las tres plantas y redistribuyendo el interior en tres viviendas, una por planta, con superficies que oscilan entre los 48,10 m2 de la planta superior a los 52,90 m2 de la primera. El bajo, por su parte, sumará 53 m2.
Las obras, presupuestadas en unos 150.000 euros, sí ejecutarán una nueva fachada en la parte posterior y mantendrán tanto las líneas de forjados como la tipología de la construcción, conservando por tanto la fachada de piedra, los balcones y las barandillas.