Ha fallecido en su casa en Vigo Jaime Corujo Morro, periodista de clase, apasionado de su oficio y firma inolvidable con un pseudónimo, ‘Lince’, que se convirtió en un clásico de las páginas de ‘Sucesos’.
Jaime Corujo era un periodista de raza, enamorado de su profesión, que presumió siempre de las mejores fuentes informativas, hasta el punto de que en cada noticia sus compañeros sospechaban que sabía incluso más que la propia policía. Meticuloso, trabajador, siempre atento al detalle como un auténtico detective, cada elemento en su mesa de trabajo en la redacción de Faro de Vigo estaba ordenado con la minuciosidad con que se clasifica la escena de un crimen. Escondido en un lateral, un escáner en las fronteras de la legalidad pero en el corazón del periodismo, le permitía escuchar las emisoras de los coches policiales mientras se comunicaban con la comisaría: “H 30 para central”, era una cantinela que sonaba a todas horas en aquella vieja redacción del ‘Decano de la prensa española’.
Había llegado al periodismo desde el taxi con el que transportaba los originales desde la delegación del Faro en la calle Colón hasta la redacción en Chapela. Así que empezó como chófer, pero tenía algo que ya le gustaría tener a cualquier periodista de ayer, de hoy de siempre: tenía noticias. Era el primero en enterarse de todo y por eso terminó triunfando en su profesión.
Jaime Corujo, el gran ‘Lince’, fue el autor de la crónica negra de Vigo durante más de cuatro décadas. Narró los grandes crímenes que conmocionaron a la ciudad pero también las pequeñas historias del día a día, con aquellos sencillos sueltos que comenzaban con frases como: “Los amigos de lo ajeno volvieron a hacer de las suyas ayer en el polígono de Coia”. Muchos vigueses recuerdan aquellas noticias, contadas con el lenguaje llano del periodismo de antaño, el mismo con el que, pasando un dedo por encima, aprendimos a leer en voz alta en el viejo diario de papel.
Pero quienes trataron a Jaime tienen además el privilegio de haber disfrutado de su enorme sentido del humor. Una simpatía que nacía de una generosidad total. Es imposible haber trabajado a su lado y no atesorar una colección de anécdotas tan divertidas como inolvidables. Porque se va para siempre hoy un periodista pero también una bellísima persona. Descanse en paz Jaime Corujo Morro, para la pequeña historia de nuestro periodismo, el gran ‘Lince’.