Eva, 36 años, es psicóloga. Canina. Lleva más de 15 años desentrañando la mente de quienes «no tienen voz». No vive en Vigo sino en una zona rural, entre otras razones, porque necesita un terreno lo suficientemente grande como para que convivan en paz y con la calidad de vida que se merecen los 9 gatos, 22 perros y 2 cerdas que la acompañan. Todos rescatados.
Aunque no viva en la ciudad olívica «hace su vida aquí». Sus clientes la llaman para tratar trastornos de la conducta de perros, esta semana asegura haber curado un trastorno de ansiedad por separación en dos horas: «La pandemia acentuó este problema en los animales de compañía, la culpa no es de ellos sino nuestro, que les exigimos que sean como no pueden ser».
Los principales trastornos y confusiones entre humanos y perros en Vigo
En Vigo abundan los problemas de ansiedad en los animales gregarios que viven en manada y se ven abocados a estar solos y en pisos pequeños. Considera que no es un problema exclusivo de esta región sino de cualquier entorno urbano, aunque la geografía y estilo de vida determinan las necesidades de los animales, segadas por el capricho de quien los adopta. Y ahí empieza todo.
«Los animales son más fáciles que psicoanalizar que las personas, los trastornos se los causamos nosotros», asegura: «El desencadenante suelen ser los maltratos conscientes o inconscientes, una mala educación, malos hábitos y un profundo desconocimiento».
Un animal de manada, cuenta, necesita un líder de la manada, si no debe coger las riendas él. El ‘quid’ suele ser saber cómo invertir los roles: «Esto tiene mucho que ver cuando un perro te gruñe cuando le tocas la comida, cuando te pasea él a ti en vez de tú a él, etcétera».
Cuando un perro es el que manda en casa suele haber problemas, un humano tiene que aprender muchísimo: «Los trastornos de conducta, agresividad, ansiedad en perros se solucionan con una facilidad pasmosa: se tardan horas, días… con muy pequeños cambios en los hábitos. Lo que a los humanos nos cuesta años resolver para ellos es muy sencillo porque viven al día, no tienen problemas crónicos», asegura.
Cuando un animal tiene un problema de conducta, sobre todo un perro, suele solucionarse cambiando pequeños hábitos del día a día. En ocasiones el principal problema en la sociedad en la que vivimos es la sobreprotección a la que los sometemos: «Si se dice que los perros pequeños ladran mucho o tienen peor carácter quizás sea porque sus dueños los cojan en brazos o los separe inmediatamente cuando se les acerca un animal más grande», señala.
«En Vigo encuentro sobre todo humanizaciones y excesos de cariño. A un perro tienes que ponerle límites, como cuando educas a un niño«. Y, sobre todo, señala, tienes que aprender a comunicarte con él en su código «como si tienes un amigo que habla inglés».
Transporte solidario por Navidad
En Vigo abundan los problemas de ansiedad en los animales gregarios que viven en manada y se ven abocados a vivir en pisos pequeños y a pasar la mayor parte del tiempo solos. Considera que no es un problema exclusivo de esta región sino de cualquier entorno urbano, aunque la geografía y estilo de vida determinan las necesidades de los animales, segadas por el capricho de quien los adopta. Y ahí empieza todo.
Viaja por Galicia y por toda España por trabajo y ofrece a hacer «transporte solidario» de mascotas por Navidad, considera que es necesario para el bienestar del animal, se muestra muy crítica con los servicios de transportes de mascotas porque pocas empresas prestan la atención necesaria al bienestar del animal durante un viaje: cambiarle el agua cada cierto tiempo, comprobar si está estresado… cuestiones básicas pero determinantes.
Cada vez que viaja ofrece este tipo de servicio, pero le da más publicidad en esta época porque: «Por desgracia se siguen regalando perros como si fueran cosas, creo que eso no se va a acabar nunca». Tres de cada 10 animales que se regalan cada año acaban en la calle, más de 100.000 de media. Un total de 27.000 de ellos en Galicia. 5 animales al día abandonados en Vigo.
Eva considera que se están dando paso para superar la costumbre de regalar animales con el impulso de campañas de concienciación de la Ley de bienestar animal, pero los considera insuficientes. De lo que está segura es de la eficacia de las redes sociales, sobre todo por parte de las protectoras.
El drama de los ‘mini pigs’ o la oportunidad vivir entre cerdos
La etóloga vive con dos cerdas, Valentina y Myrtel, a la primera era la ‘sparring’ de un cazador la utilizaba para adiestrar a sus perros de caza. Hicieron de la tortura su rutina. Y su trauma: «Cuando llegó a mi casa no salía de debajo de la cama, temblaba, se asustaba con todo… una loca total». Ahora, aunque hace vida normal con el resto de animales, todavía reacciona con violencia con los perros de presa: «Es normal que siga a la defensiva si vivió durante años pensó que se la querían comer, convivirá con su pasado toda la vida».
Myrtel, sin embargo, tuvo un pasado más dulce, nació en un criadero y creció con una familia. Pero los cerdos crecen y, en el caso de Myrtel, aunque se la etiquete de ‘mini’ pesa 60 kg. «Es una pasada vivir con ellas, son agradecidas, traviesas y extremadamente inteligentes», cuenta. La inteligencia de un cerdo es superlativa: según un estudio de Donald M. Broom para la Universidad de Cambridge en 2015 llegan incluso a ser conscientes de su propia existencia. El catedrático la equipara a la de los delfines, los perros, los elefantes o los niños de 3 años.
Hace meses que Eva no las deja dormir en su cama dado el tamaño que adquirieron, aunque tampoco ayudaba la costumbre de ambas de «hacerse ovillos» con las mantas y destaparla a ella. Aún así sigue sin entender que haya personas a las que no les guste dormir con sus mascotas, lo considera necesario para «generar vínculo». Considera que compartir las horas de sueño con un animal es terapéutico para un ser humano y, a la vez, la mascota «te encuentran dormido y, por lo tanto, vulnerable y entenderá que confías en ella».
Le costó entender la mentalidad de las cerdas, pero lo consiguió aplicando el método que su carrera le demostró más eficaz: aprender sus códigos olvidando primero los nuestros y observar cómo se comunican ellas: «Los animales nos envían mensajes todo el tiempo, se hacen entender, pero nosotros los humanizamos y los confundimos».
Entender que un cerdo actúa o piensa como un perro llevó a miles de los primeros a protectoras, a la calle, o directamente a la muerte. Dejar que los animales actúen según su naturaleza los condena. Myrtel y Valentina siguen las pautas conductuales de su especie y su forma de actuar en una casa sigue ese patrón: «Son extremadamente cariñosas y también muy curiosas: abren los cajones y las puertas, desordenan los armarios y husmean constantemente entre tus cosas». Claro que eso ni se sabía antes, cuando se puso de moda adoptar cerdos vietnamitas: «Es imposible tener un piso y un jardín de revista si vives con un cerdo, pero es un animal que me ha enamorado».
La tendencia de conseguir este tipo de animales está en decadencia, pero todavía se pueden conseguir tanto en las inmediaciones de Vigo como por internet. Hace más de una década que se intenta acabar con las consecuencias de una moda que duró apenas un par de años: además del problema de abandono y el trauma de los propios animales, ocasionó un problema con las demás especies cuando empezaron a cruzarse con jabalíes. Se convirtieron en una especie invasora. Por eso la etóloga pide conciencia y responsabilidad a la hora de considerar integrar una vida en la familia.