La Navidad se ha despedido oficialmente en Vigo hasta el año que viene con cifras “récord” en un acto que, tal y como se preveía, ha sido tan discreto como concurrido en la Porta do Sol, el mismo lugar donde se encendieron los más de 11 millones de luces el pasado 19 de noviembre: bajo el árbol de 30 metros de altura.
La llovizna parecía amenazar la celebración del último evento, el apagado de luces, pero nada detuvo a los fieles de la Navidad: cientos de personas rodeaban las vallas armados con paraguas desde las 19:30 horas. Entre ellos Lucas, un moañés de 12 años que consiguió un lugar en primera fila con su familia: “Me encanta Vigo y no me pierdo ninguna fiesta en Navidad, las espero durante todo el año”. Acude a la plaza junto a su tía y su abuela para seguir la tradición que repiten año tras año: “Cerramos la Navidad tal y como la abrimos: con una buena chocolatada”.
Dolores y Joaquín, un matrimonio de vigueses de 67 y 72 años, acudieron al acto con un gesto entre alegre y melancólico: “Vivimos en el centro de la ciudad y nos encanta que lleguen estas fechas y verla llena de gente, pasear bajo las luces… nos da mucha vida”, señala ella. Aunque no faltaron las críticas al evento este año, a ellos les parecieron “desproporcionadas”.
El domingo 15 de enero, el día que acabó oficialmente la Navidad en Vigo, fue un día de trasiego: los vigueses salieron a la calle y los últimos turistas salían de su hotel con la maleta para recorrer las arterias centrales de la ciudad engalanadas por última vez este año. A partir de las 19:00 horas los que todavía paseaban se concentraron en la Porta do Sol y casi todos eran vigueses. Minutos antes de la aparición del alcalde una banda de gaitas tocaba frente al edificio Simeón para amenizar la velada a los allí presentes.
Abel Caballero estaba en la recién inaugurada plaza pasadas las 20:00 horas junto a algunos miembros de su equipo de gobierno para presidir un acto en el que despidió una “Navidad de récord”. El regidor no ahondó en datos en esta ocasión, se limitó a dar un emotivo discurso en el que agradeció a los millones de visitantes su paso por la ciudad olívica.
“Ha sido la Navidad del mundo y la Navidad de todos: la de los trabajadores del metal y de la industria, pero también las de los universitarios, la del comercio, la de las cafeterías…”, enumeró el regidor: “Toda esa gente ha compartido en Vigo su ilusión y sus sueños, porque la Navidad está hecha de entusiasmo”.
Cuenta atrás para la próxima Navidad
El alcalde pasó entonces a entonar la cuenta atrás: “Tenemos que contar de diez a cero, cinco números en castellano y cinco en gallego”, señaló en el momento preciso en el que dejó de llover: “Recordad que cuando acabemos de contar y se acabe la Navidad, empezará la cuenta atrás para la próxima, que será otra vez en noviembre, diciembre y enero”.
En cuanto el alcalde le dio al simbólico botón la multitud asistió al apagado y emitió un sincero lamento en forma de onomatopeya: “Ohhh”, se escuchaba a los más pequeños.
Las luces se apagaron entonces, mientras el carrusel y la noria daban sus últimas vueltas y servían las últimas cañas en el Cíes Market. Fue un acto tan simbólico como letal, hace días que se acabó la Navidad, pero las luces mantenían en los ciudadanos la sensación festiva. Vigo se quitó a las 20:15 horas el traje de lentejuelas y las calles de la ciudad, que ahora parece desnuda, recuerdan que mañana es lunes y que volvemos a abrir las agendas, esta vez con 2023 ya en serio frente a nosotros. Mirándonos a la cara. Sin música ambiente ni atracciones, sin artificios. Y como todos los años, ahora toca vivirlo en serio.