El histórico barco escuela Shtandart, una réplica de la primera fragata de la flota báltica rusa, se ha visto atrapado en el complicado entramado de sanciones impuestas a Rusia tras el inicio de la invasión de Ucrania. Navegando actualmente bajo el pabellón de las Islas Cook, el Shtandart no podrá participar en la Iacobus Maris Experience, que se celebra en Vigo esta semana, debido a las restricciones impuestas a los barcos con bandera rusa, a pesar de su cambio de pabellón.
Impacto de las sanciones en el Shtandart
Las sanciones contra los barcos con pabellón ruso, implementadas el 16 de abril de 2022 por la Unión Europea en respuesta a la agresión rusa en Ucrania, han afectado gravemente la operatividad del Shtandart. Aunque el barco ha cambiado su pabellón a las Islas Cook, el Consejo Europeo subrayó en junio de 2024 que las réplicas históricas como el Shtandart siguen sujetas a estas sanciones portuarias. Esta situación ha limitado el acceso del barco a puertos europeos, complicando la logística de avituallamiento y afectando la formación de los jóvenes tripulantes de diversas nacionalidades, incluidas europeas, que se encuentran a bordo.
Asier, un joven español miembro de la tripulación, describe las dificultades: “Esta situación nos lleva a tener problemas de acceso al avituallamiento. Tenemos una pequeña lancha auxiliar con la que nos acercamos a tierra mientras el barco se queda fondeado. El mayor problema es que la lancha tiene una capacidad limitada y eso requiere la necesidad de hacer muchos viajes”. Este testimonio ilustra los problemas logisticos a los que enfrentan para mantener el barco operando en condiciones óptimas.
Un proyecto atrapado en la política
El Shtandart, botado en 1999 como parte de un proyecto sin fines de lucro dedicado al desarrollo de la juventud, ha tratado de mantenerse al margen de la política. Vladimir Martus, capitán del barco, expresa su frustración ante la situación: «Comprendemos las sanciones y no nos oponemos a ellas en sí mismas. Sin embargo, no entendemos la decisión posterior de incluir a embarcaciones históricas y réplicas que, en el momento en el que se inició la guerra, estaban bajo pabellón ruso”. Martus aclara que el proyecto nunca ha sido patrocinado por ningún gobierno y que su objetivo es promover la navegación tradicional y el intercambio cultural entre jóvenes de diferentes países.
El cambio de bandera a las Islas Cook se realizó en respuesta a un requerimiento del gobierno francés. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para evadir las sanciones impuestas. Martus añade: “El barco ha pertenecido a la misma propiedad desde hace más de 25 años, se puede consultar sin problema. El cambio de titularidad llegó cuando el gobierno francés nos requirió el cambio de bandera”.
Opiniones divergentes sobre la situación del Shtandart
La aplicación de sanciones al Shtandart ha generado opiniones divididas. Masha Pavlenko, presidenta de la Asociación Galega de Axuda a Ucraína, sostiene que se está cumpliendo la normativa: “Este barco participó en 2021 en una misión organizada por la Sociedad Geográfica Rusa cuyo presidente es el ministro de defensa ruso Serguéi Shoigú y el presidente del Consejo de Delegados es Vladimir Putin”, y así lo hicieron constar en el escrito remitido a la Autoridad Portuaria de A Coruña cuando el Shtandart se dirigía a la ciudad herculina donde tenía prevista realizar una escala en su travesía. Desde su perspectiva, el Shtandart debe ser sancionado debido a su vinculación con Rusia.
Por otro lado, los partidarios del barco argumentan que el cambio de pabellón se realizó el 6 de junio de 2024, antes de la clarificación de las sanciones el 24 de junio, y que, por tanto, no deberían aplicarse retroactivamente. Este debate subraya la complejidad de las sanciones y su impacto en proyectos no gubernamentales.
Un futuro incierto
El futuro del Shtandart permanece incierto. La fragata y su tripulación busca actualmente un lugar de fondeo que les permita acercarse a tierra para reponer víveres y continuar su travesía. La situación ilustra cómo la política internacional y los conflictos pueden afectar iniciativas culturales y educativas, dejando a los jóvenes tripulantes (entre los que se incluyen tres menores de edad) en una posición precaria mientras navegan en un mar de incertidumbres.
Irónicamente, la fragata Shtandart, cuyo objetivo es promover la educación y el intercambio cultural entre jóvenes de diferentes países, se encuentra ahora varado en aguas europeas, en medio de un turbulento conflicto que va más allá de las olas del mar, reflejando las complejidades y consecuencias de las sanciones en un mundo cada vez más interconectado.