Tercer día del decimosegundo mandato municipal vigués en democracia. Iniciado este pasado sábado con la toma de posesión de la nueva corporación para el periodo 2023-2027, esta quinta época de Caballero lleva al Concello a recuperar una situación ya vivida tras los comicios locales de 1995, 2007, 2011 y 2015: solo tres partidos estarán representados en el pleno de Vigo. Aquella primera corporación democrática de 1979, en la que el electorado dio voz y voto a seis partidos, ya es solo una lejana anécdota en la historia, pues la ciudadanía prefiere un alcalde fuerte con una oposición política reducida.
Pero la percepción de populares y frentistas es otra. O al menos eso es lo que PP y BNG vieron el sábado en el auditorio municipal. Al regidor socialista le enviaron anteayer desde la oposición dos mensajes tan “gallitos” como desnudos de pudor histórico.
Pérez Igrexas lanzó entre sus frases un “Vigo merece máis” en el pleno constitutivo. Como si los resultados del 28M no fuesen más que una ensoñación. El nacionalista ha logrado para el BNG 15.008 votos. Este mismo mes o a lo sumo en la primera semana de julio se convocará uno extraordinario. El concejal en la oposición se sentará en el salón de plenos. Y lo hará con una cifra de apoyos superior a su primera experiencia… pero inferior al peor de los resultados del periodo de Santi Domínguez como candidato nacionalista. Esa es la realidad de los merecimientos.
Domínguez tomó el relevo de Pérez Castrillo en 2007 y obtuvo cinco actas y 28.030 votos, que bajaron a tres ediles y 16.374 papeletas en 2011. Ahí, el BNG, apoyado en sus bases, decidió no continuar en el gobierno, bajo el criterio de que su trabajo estaba fortaleciendo a Caballero. El tiro en el pie del Bloque fue posteriormente castigado en las urnas: sangría de votantes, desaparición del Concello en el periodo 2011-2015 y una sola acta en el 2015-2019. Ahora han vuelto a aquellos tres asientos ocho años después. Tanto tiempo dilapidado para tan poco. Porque el pasado no se pueda borrar cual tuit.
El primer pleno tras el constitutivo dará cuenta de la formación de los grupos políticos, de la composición de la junta de gobierno local, las atribuciones de los ediles o la periodicidad de las sesiones plenarias, además de las retribuciones o los ediles que representarán al Concello en otros organismos. Es decir, marcará las reglas del juego para los próximos cuatro años.
¿Y el PP? “Vigo no quiere la misma forma de gobernar”, sostuvo Marta Fernández-Tapias. Se acepta que intente apuntar como éxito propio el cambio de color de la Deputación de Pontevedra. No lo han entendido así en su partido, negándole la Presidencia en cuanto apareció su nombre relacionado con el relevo de Carmela Silva. Demasiado premio para tan pocos resultados.
La llave de acceso al palacio provincial ocho años más tarde se fraguó en el crecimiento de la derecha en los partidos judiciales de Pontevedra y Tui, donde la ventaja histórica solía ser de la izquierda. En el de Vigo, el PP recuperó la Alcaldía de Baiona (Vázquez Almuiña) y unos meritorios 4.531 votos más respecto a 2019 entre los concellos del Val Miñor y Redondela, frente a los 4.672 ganados por Fernández-Tapias. Los números son así de abrumadores y la Ley D´Hont, demasiado puñetera: sin esos menos de 5.000 votos que subió el PP en la ciudad olívica, el tercer diputado popular también habría caído a favor del partido que preside Luis López a nivel provincial. Por terceros comicios consecutivos, la fuerza conservadora sufrió una nueva paliza en el partido judicial vigués. No lo recuerdan, pero antes de las mayorías absolutas de Caballero no sucedía.
De hecho, la candidata del PP en Vigo ocupará despacho en la planta octava de Praza do Rei con los segundos peores resultados del siglo para su formación. No, su partido no le iba a dar la Deputación.
Las comparaciones resultan odiosas por lo clarificadoras que son: el primer asalto de Corina Porro a la Alcaldía -en aquella época se consideró como malo porque perdió un acta respecto a Juan Corral, el candidato anterior-, le otorgó más de 52.000 votos en 2003. El doble de Tapias ahora. Hasta la debutante Muñoz firmó unos comicios de 2015 con más votantes (29.110) que la actual número uno de los populares vigueses. Aunque intenten dar lecciones de gobierno al regidor se sentarán otros cuatro años en la bancada de la oposición. Y eso sí que resulta una tortura.
El alcalde sigue de récord en récord
Abel Caballero continúa batiendo récords con cada mandato que renueva en mayoría. En 2015, con 17 ediles, superó el número de concejales de la única mayoría absoluta de Vigo en democracia (Manuel Pérez, 1999, 15 actas) y sus 69.095 papeletas. En 2019 dejó atrás a Soto (tres mandatos consecutivos) con su cuarto gobierno en fila y reventó la barrera de los 100.000 votos a favor. Ahora también ha llevado al PSOE a otro marca, la de superar los cuatro primeros gobiernos socialistas seguidos de la ciudad (1979-1995).
Desde su primera foto con el bastón municipal el sábado 16 de junio de 2007 han pasado dieciséis años. Caballero cumplirá el 19 de noviembre próximo 6.000 días al frente del Concello. Ha eclipsado a todos sus adversarios políticos con paciencia. Primero pactando un bipartito (2007-2011), después asumiendo el gobierno en solitario ante la negativa del BNG de entrar en áreas de decisión (2011-2015) y en el siguiente mandato, arrasando. Y hasta hoy.
La anterior gran referencia del municipalismo gallego, Paco Vázquez, gobernó en A Coruña desde 1983 a 2006 (seis mandatos, todos con mayoría absoluta) tocó techo en 18 de los 27 asientos del pleno herculino (1991) y alcanzó los 69.704 sufragios en 1995. Ambas cifras, superadas por Caballero en 2019 y 2015, respectivamente.