Mely-Ter, la tintorería de confianza ubicada en la calle Falperra, en una de las principales arterias del barrio histórico vigués, baja la persiana.
Y lo hará a finales del mes de octubre, fecha en la que María Esther Costas Mera se jubilará después de más de 40 años al frente de un emblemático negocio en pleno centro de la ciudad.
Con los ojos llorosos y sin asimilarlo todavía, cuenta la historia de esta tintorería-lavandería que abrió sus puertas allá por el año 1984 cuando decidió fundarla junto a una compañera. «Ella se llamaba Mely y yo Esther y le pusimos Mely-Ter», explica sobre el nombre con el que decidieron ‘acunar’ a este pequeño negocio que «fundamos desde los inicios» en un local alquilado en el número 14 de la céntrica calle viguesa.
Y como reconoce, no fue fácil hacerlo. «Ahora no me arrepiento pero para levantarla me costó mucho. Mucho sacrificio», matiza, explicando que, en su caso, dejó el negocio unos 4-5 años para, en el año 1989, recuperar el pequeño local y poder llegar a conseguir la tintorería como se conoce a día de hoy y que, tras toda esta trayectoria, se ha ganado el beneplácito de todos sus clientes y de los vecinos y vecinas del entorno. «La recuperé en el 89 y hasta hoy», subraya.
Pero con 65 años recién cumplidos en el mes de junio, es hora de parar. Esther echa el cierre «disfrutar y para vivir un poco la vida».
Y es que esta mujer lo ha dado todo por el trabajo buscando infinitas soluciones para que sus clientes se vayan contentos y solucionar los problemas en las prendas de ropa que le llegan pero incluso, también, en el lavado de alfombras, tapetes, ropa de cama, manteles o cortinas, entre otros. «Mi trabajo lo vivo. Quiero que las prendas salgan bien», explica a VIGOÉ.
Acompañada por su empleada, Raquel Ruiz, quien reconoce que su ‘jefa’ echa «horas y horas» al frente del negocio, Esther cuenta que espera la deseada jubilación porque «son 41 años ya y ya va siendo hora». «Los hijos eran pequeñitos cuando empecé y ahora, a ver…», dice.
Sin embargo, apunta que, por otra parte, le da «pena». «Por los clientes, porque los aprecio muchísimo», afirma. Y es que tanto por su experiencia, calidad, trabajo diario pero, sobre todo, trato humano, se han convertido en un referente en el barrio.
Es por ello por lo que quiere enviarles un «recado» a todos sus clientes: «Que los aprecio muchísimo y que muchísimas gracias por todo», expresa con pesar por lo que le toca vivir estos meses de despedida.
El local de la calle Falperra está alquilado y la actividad como tintorería cierra a finales de octubre. Pero a Esther todavía le quedará vaciar el local hasta, al menos, el mes de diciembre.
Estos días ha tenido, incluso, ofertas y muestras de interés de particulares para un posible traspaso pero, como señala, no lo hará a cualquiera porque es «su negocio» además de avisar de que se necesitaría una importante inversión para poder continuar con la misma actividad, con lo que es algo que, prácticamente, descarta como opción.
Con todo, y a partir de finales de octubre, el local estará a la espera de un nuevo negocio que alumbre el número 14 de la calle Falperra.