El «Bernardo Alfageme» ya está en el interior de la rotonda de Castelao. Apenas dos horas duró el recorrido del pesquero por las calles de Vigo hasta llegar a su destino final. Por el camino, los opositores intentaron frenar el transporte, pero el fuerte dispositivo policial abrió paso de forma expeditiva.
Sobre las dos de la madrugada el camión de la empresa Dóniz con el barco sobre su plataforma hacía entrada en la glorieta de Castelao. Por el camino hubo que mover semáforos y señales, además de retirar algún cableado. Nada detuvo al «Alfageme», tampoco la veintena de personas que se encadenaron con tubos y se tumbaron en medio de la calzada, cerca del cruce de la Avenida Castelao con la calle Estrada. Los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) los retiraron sin contemplaciones.
El traslado comenzó a las doce de la noche. Cuatro horas antes unas 200 personas se concentraban en la Avenida de Beiramar en su último intento por frenar la instalación. La tensión se disparó en el momento en el que comenzaron a llegar los andisturbios a la zona. En primer lugar, un grupo de 40 agentes rodearon a los manifestantes y los obligaron a dejar la calle despejada. Los cánticos atronaron y los enfrentamientos no pasaron de las palabras. A continuación, aparecieron caminando otros tantos policías y segundos después otro grupo menor. En total, unos 100, además de los agentes municipales desplegados para regular el tráfico.
El traslado fue relativamente rápido y sin demasiados problemas hasta llegar a la Praza de América. Los vecinos acompañaron el convoy por la acera bajo la atenta vigilancia de los antidisturbios. Al enfilar Castelao, la «góndola» del «Alfageme» tocó con la barandilla de piedra del túnel y fue necesario maniobrar. Un escollo algo mayor se encontraría 500 metros después.
A la altura del cruce con la calle Estrada, varios opositores estaban encadenados en círculo alrededor de los semáforos ocupando los tres carriles de sentido Samil. No hubo ningún tipo de contemplación. Literalmente arrastrados y en volandas, lo que provocó lesiones a más de uno, fueron retirados de la calzada entre gritos y chillidos. Desde las ventanas, numerosos vecinos se asomaban e incluso algunos de ellos se manifestó a favor y en contra.
Desde allí hasta la rotonda no hubo mayores incovenientes. El barco quedó colocado en el centro de la glorieta y comenzaban las labores para fijarlo.