Tirolinas, puentes colgantes, un poblado indio, cantina… y 22.500 metros cuadrados para la diversión en plena naturaleza. Esta es la nueva propuesta de ocio que sumará la ciudad para el mes de diciembre y en la que la empresa viguesa Marikiná Park invertirá más de 600.000 euros para hacerla realidad.
Vigo contará estas Navidades con un gran ecoparque de aventuras en los árboles, con siete circuitos de tirolinas y puentes entre árboles pensados para públicos de todas las edades. El único requisito será medir más de 1,10 metros de altura, por cuestiones de seguridad. Habrá tirolinas y puentes a más de 20 metros de altura.
En los últimas semanas comenzaron las obras en el parque forestal de Beade de las tres edificaciones que tendrá el parque. Se trata de casas prefabricadas -sin cimentación- que albergarán la recepción, aseos y cantina. Todas hechas con madera (el tejado es de brezo) y sobre la propia piedra del monte.
Paralelamente, a partir del próximo lunes arrancará la instalación de las actividades en los árboles. Son las tirolinas y los puentes (de madera y red), que conforman los siete circuitos.
Tres de estos circuitos serán de carácter familiar, pensado para todo tipo de personas. Otros tres será más deportivos, con mayores alturas y exigencia física. Finalmente, la empresa instalará también un ‘Canopy’, formado por trece tirolinas planas (que van de árbol a árbol, por lo que no alcanzan gran velocidad) que recorren todo el parque a través de las copas de los árboles. Este circuito no especialmente dificultoso, pero discurre a 20 metros de altura o incluso más por momentos, por lo que habrá quién se lo piense dos veces antes de subirse.
A falta de concretar lo últimos detalles, los responsables del proyecto calculan que cada circuito tentrá una duración de dos horas, con un precio de entre 18-24 euros por persona.
En total habrá casi 100 puentes de diversas modalidades y tirolinas. Una de las grandes atracciones será la tirolina de casi 200 metros, que arrancará a una altura de más de 25 metros con vistas a la ría. Los puentes tendrán una longitud de entre 7 y 15 metros.
“El parque está pensado para pasarlo bien y no hacer un gran esfuerzo. Un abuelo de 70 años que se encuentre físicamente bien puede acompañar a su nieto por el circuito familiar sin ningún problema”, explica Eduardo González Núñez, socio de Marikiná Park junto con su hermana Patricia y Antón González González.
“La actividades en los árboles tendrán línea de vida continua, por lo que es un parque 100% seguro”, destaca Eduardo González. Esto supone que el usuario que se sube a un circuito estará enganchado con un arnés y una sujeción que no permite soltarse (ni caer) durante todo el recorrido.
Eduardo detalla que el nombre de esta compañía viguesa, fundada el año pasado, referencia una especie de mono que vive en Sudamérica, Marikiná de Azara, descubierto por un español y que se caracteriza por vivir siempre en familia, en comunidad.
Un poblado indio con ‘tipis’
La oferta de este gran ecoparque de aventuras en los árboles se complementará con un poblado indio con tres ‘tipis’ (tiendas indias) de siete metros de altura y 25 metros cuadrados de diámetro, pensadas para albergar cumpleaños infantiles y campamentos de verano.
Los responsables del proyecto también prevén contar con visitas escolares, viajes de fin de curso o incluso actividades de ‘team building’ para empresas.
“Estamos en contacto con el concello de Vigo, la Universidad y otros ayuntamientos con el fin de organizar actividades relacionadas con la naturaleza la educación y el deporte, porque el parque tiene muchas posibilidades”, indica Eduardo González.
Además, en la cantina se ofrecerá la posibilidad de comer un buen churrasco de cerdo a la brasa, pizzas o incluso pollo al espeto al estilo portugués, para completar una jornada completa en la naturaleza.
Para el promotor del proyecto la elección de la localización no podría ser más acertada, ya que conjuga un bosque con pinos de más de un metro de diámetro y 30 de altura, buena accesibilidad incluso a través del transporte público y vistas a la ría.
El arranque de las obras en las últimas semanas fue posible tras nueve meses de trámites administrativos, que incluyen la cesión de los terrenos por parte de la comunidad de montes (30 años), los permisos de la Consellería de Medio Rural y finalmente, la licencia municipal de obra.