El Pazo de Castrelos y todo el parque en general se encuentran en los pasos previos para conmemorar el centenario de su donación a la ciudad de Vigo por parte del Marqués de Alcedo.
Los preparativos de la efeméride, que se cumplirá oficialmente en el mes de diciembre de este 2025, abarcan distintos frentes: desde restauraciones en el interior del Quiñones de León hasta reformas en los jardines exteriores, mejoras del auditorio de Castrelos o el diseño de los distintos actos que pondrán en valor ese importante aniversario.
Casualidad o no, entre los proyectos del Concello de Vigo para este año también entra, por primera vez en mucho tiempo, el lago artificial de Castrelos.
El lago ornamental, uno de los grandes olvidados durante los casi veinte años del mandato de Abel Caballero –y de algunos de sus predecesores– fue desde el mismo momento de su creación motivo de polémica política, medioambiental, arquitectónica y ciudadana por tratarse de una obra faraónica costosa y complicada de mantener en uno de los pulmones verdes de la ciudad.
Pese a todo lo que rodeó su nacimiento, a finales de los 80, los vigueses pronto hicieron borrón y lo adoptaron como lugar en el que inmortalizar, en la recta final del pasado milenio, las bodas, bautizos y comuniones con sus cascadas y chorros de agua como telón de fondo.
Ahora, a punto de cumplir 40 años, sus espectáculos de luz y sonido sincronizados con el movimiento del agua han pasado –hace mucho tiempo ya– a la historia, al igual que los cisnes y patos que inicialmente poblaban sus aguas.
Pese a ello, sigue siendo una tradición entre los vigueses acudir hasta las barandillas que circunvalan el lago y cruzar su puente y, desde allí, alimentar a los animales que lo «habitan», hoy en día básicamente gaviotas y palomas y esporádicamente algún pato.
Tras años de olvido, este año el lago ornamental ha entrado al fin en los planes del Concello de Vigo, aunque de modo casi anecdótico dada la escasa partida que se le dedica. Así, el gobierno local contempla una partida de 60.000 euros destinada a su «mantenimiento y mejora». Esta asignación presupuestaria saldrá del área de Montes, Parques y Jardines y no cuenta con un plazo de ejecución concreto.
No cabe duda de que se trata de una cantidad poco relevante y, por supuesto, claramente insuficiente para rehabilitar la estructura en su totalidad, pero tal vez permita sacar algo de lustre al lugar, muy visitado por familias viguesas y también, aunque en menor medida, por turistas, de los que una buena parte son peregrinos que realizan el Camino Portugués de la Costa a lo largo del paseo del Lagares, que les lleva hasta allí.
No solo el lago artificial ha cedido al paso del tiempo. En el parque, también está abandonado a su suerte el estanque «de las ranas», completamente invadido por la maleza y también sucumbió a loa años el muro perimetral que separa los jardines del Pazo de los del parque, que tuvo que ser precintado porque muchas personas aprovechaban los huecos que dejó el derrumbe como un acceso alternativo al recinto.
Parque Quiñones de León
Con árboles que datan de finales del siglo XIX y principios del XX, el parque Quiñones de León, popularmente conocido como Parque de Castrelos, cuenta con 24 hectáreas de superficie que se dividen entre el pazo y los jardines que lo rodean y el parque, dividido a su vez en zonas recreativas, deportivas y culturales, entre las que destaca sin lugar a dudas el auditorio.
Este, precisamente, será sometido en las próximas semanas a obras de mantenimiento integral y mejora por 90.000 y 100.000 euros, respectivamente, para estar totalmente listo para acoger, en la temporada de verano, los conciertos del programa Vigo en Festas.
Entre los planes del Concello está comenzar las obras –con un plazo de ejecución de tres meses– de forma inmediata, en el mes de febrero.